Pedagogía

Resumen del libro: "Pedagogía" de

Immanuel Kant se centra en la educación y cómo debe ser organizada y administrada para que los estudiantes puedan desarrollar sus capacidades intelectuales y morales. Kant cree que la educación debe ser basada en la razón y la libertad, y que los estudiantes deben ser tratados como seres racionales y libres.

En el libro, Kant discute la importancia de la educación en la formación del carácter y en la construcción de una sociedad justa y moral. Él argumenta que la educación debe ser diseñada para cultivar la razón, la moralidad y la autonomía en los estudiantes, para que puedan convertirse en ciudadanos responsables y virtuosos.

Kant también explica cómo la educación debe ser adaptada a la naturaleza individual de cada estudiante, y cómo el conocimiento debe ser presentado de manera clara y accesible. Él argumenta que el objetivo de la educación debe ser ayudar a los estudiantes a desarrollar su propio razonamiento y juicio, en lugar de simplemente transmitir conocimientos.

En resumen, «Pedagogía» de Immanuel Kant es un libro que destaca la importancia de la educación en la formación del carácter y en la construcción de una sociedad justa y moral, y presenta una visión detallada de cómo la educación debe ser organizada y administrada para lograr estos objetivos.

Libro Impreso

PROLOGO

I

Está fuera de duda que Kant no fue un pedagogo, y, sin embargo, su influencia en la pedagogía ha sido inmensa. Si entre sus obras figura la que hoy se publica, la Pedagogía, puede decirse que ha ocurrido malgré lui. En la universidad de Königsberg, en la que fue profesor ordinario desde 1770, Kant, como el resto del claustro profesoral, debió impartir por turno las clases de pedagogía, materia que se consideraba complementaria hasta el punto de no contar con profesor específico. De estas lecciones, recogidas en apuntes por su alumno Friedrich Theodor Rink y publicadas en 1803 con la autorización del maestro, nació la Pedagogía. Los apéndices que añadimos son textos menores: dos artículos sobre el Instituto Filantrópico de Dessau dirigido por Basedow, publicados en 1776, y otros dos fragmentos pedagógicos.

Su influencia en la pedagogía posterior cuenta con una motivación general y dos motivos particulares. En primer lugar, hay que contar con la influencia general de la filosofía crítica kantiana, que va mucho más allá del círculo de personas que pudieron leer y entender sus obras. Por un lado, en cuanto que su filosofía expresa el sentir de la sociedad culta de su época, especialmente preocupada por salvar las ideas de la libertad, la existencia de Dios y del alma, etc., en un momento en que el empirismo inglés y el materialismo francés parecían avasallarlo todo y la metafísica alemana semejaba haber agotado su capacidad de respuesta. En la medida en que estos problemas han permanecido irresueltos prácticamente, el kantismo ha podido renacer una vez tras otra sobreviviendo con mucho al filósofo de Königsberg. Por otro lado, hay que pensar que Kant tuvo una influencia capital en la sociedad alemana, es decir, que su obra, hermética en sí misma —aunque no tanto como se pretende, o al menos no la que forma parte de la línea abierta por la Crítica de la razón práctica—, fue vulgarizada por multitud de autores y aplicada a esferas a las que el maestro no se había siquiera asomado.

Con una clarividencia poco habitual en él, Ortega y Gasset escribiría algo en lo que no se le puede dejar de dar la razón: «En la obra de Kant están contenidos los secretos decisivos de la época moderna, sus virtudes y limitaciones (…) Con gran esfuerzo me he evadido de la prisión kantiana y he escapado a su influjo atmosférico. No han podido hacer lo mismo los que en su hora no siguieron largo tiempo su escuela. El mundo intelectual está lleno de gentileshombres burgueses que son kantianos sin saberlo, kantianos a destiempo, que no lograrán nunca dejar de serlo porque no lo fueron antes a conciencia. Estos kantianos irremediables constituyen hoy la mayor rémora para el progreso de la vida y son los únicos reaccionarios que verdaderamente estorban.»

Uno de los mejores ejemplos que pueda hallarse de «kantiano sin saberlo», de kantiano espontáneo, es el de Pestalozzi, que con Leonardo y Gertrudis, Cómo Gertrudis educa a sus hijos, Mis investigaciones sobre el curso de la naturaleza en el desarrollo del género humano y con sus escuelas de Burgdorf e Yverdon, marcó el futuro de la educación y la pedagogía alemanas. Fichte, quien también tuvo una influencia considerable en la materia con sus Discursos a la nación alemana, quien se creía a sí mismo el mejor y más fiel continuador de Kant —aunque éste no creyera lo mismo sobre el discípulo— vio siempre en Pestalozzi la mejor traducción del maestro al terreno de la educación.

Los dos motivos especiales que han abonado la influencia kantiana en la educación son su fundamentación de la moral y su rechazo de, al menos, cierta forma de enseñanza de la religión. Lo primero, porque de la moral kantiana hay que decir, sin que ello suponga menosprecio de su aparato filosófico, que se adapta como un guante a las inquietudes éticas del buen burgués. En cuanto a lo segundo, buena parte de los reformadores y educadores del siglo XIX creyeron encontrar en Kant la mejor defensa de la necesidad de una escuela laica —religiosamente neutral— que permitiera la educación conjunta de niños pertenecientes o destinados a credos distintos; inquietud bastante menos sentida, por cierto, en la España católica, apostólica y romana que en los pluriconfesionales países del centro de Europa.

Pedagogía – Kant

Immanuel Kant. Filósofo alemán. Nació en 1724 y murió en 1804. Es considerado por muchos como el pensador más influyente de la era moderna. Nacido en Königsberg (en la actualidad, Kaliningrado, Rusia) el 22 de abril de 1724, Kant se educó en el Collegium Fredericianum y en la Universidad de Königsberg. En la escuela estudió sobre todo a los clásicos y en la universidad, física y matemáticas. Tras la muerte de su padre, tuvo que abandonar sus estudios universitarios y ganarse la vida como tutor privado. En 1755, ayudado por un amigo, reanudó sus estudios y obtuvo el doctorado. Después, enseñó en la universidad durante 15 años, y dio conferencias, en primer lugar, de ciencia y matemáticas, para llegar de forma paulatina a disertar sobre casi todas las ramas de la filosofía.

Aunque las conferencias y escritos de Kant durante este periodo le dieron reputación como filósofo original, no se le concedió una cátedra en la universidad hasta 1770, cuando se le designó profesor de lógica y metafísica. Durante los 27 años siguientes continuó dedicado a su labor profesoral y atrayendo a un gran número de estudiantes a Königsberg.

Las enseñanzas religiosas nada ortodoxas de Kant, que se basaban más en el racionalismo que en la revelación divina, le crearon problemas con el Gobierno de Prusia y en 1792 Federico Guillermo II, rey de esa nación, le prohibió impartir clases o escribir sobre asuntos religiosos. Kant obedeció esta orden durante cinco años, hasta la muerte del rey, y entonces se sintió liberado de su obligación. En 1798, ya retirado de la docencia universitaria, publicó un epítome donde se contenía una expresión de sus ideas de materia religiosa.

Falleció el 12 de febrero de 1804.