Apología de Sócrates

Resumen del libro: "Apología de Sócrates" de

En Apología de Sócrates, diálogo compuesto entre 393 y 389 a. C., Platón (c. 427 – 347 a. C.) da una versión de la defensa del mismo Sócrates tras ser acusado de corromper a los jóvenes y despreciar a los dioses. La apología refleja la defensa de Sócrates frente al jurado de Atenas, de manera que apología tiene el significado original de defensa formal de las opiniones de uno. El diálogo, perteneciente al ciclo platónico de obras socráticas o de juventud, rescata el texto de la apología (defensa) de Sócrates ante el tribunal, así como constituye la apología (elogio) que hace Platón de su maestro.

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Yo no sé, atenienses, la impresión que habrá hecho en vosotros el discurso de mis acusadores. Con respecto a mí, confieso que me he desconocido a mí mismo; tan persuasiva ha sido su manera de decir. Sin embargo, puedo asegurarlo, no han dicho una sola palabra que sea verdad.

Pero de todas sus calumnias, la que más me ha sorprendido es la prevención que os han hecho de que estéis muy en guardia para no ser seducidos por mi elocuencia. Porque el no haber temido el mentís vergonzoso que yo les voy a dar en este momento, haciendo ver que no soy elocuente, es el colmo de la impudencia, a menos que no llamen elocuente al que dice la verdad. Si es esto lo que pretenden, confieso que soy un gran orador; pero no lo soy a su manera; porque, repito, no han dicho ni una sola palabra verdadera, y vosotros vais a saber de mi boca la pura verdad, no, ¡por Júpiter!, en una arenga vestida de sentencias brillantes y palabras escogidas, como son los discursos de mis acusadores, sino en un lenguaje sencillo y espontáneo; porque descanso en la confianza de que digo la verdad, y ninguno de vosotros debe esperar otra cosa de mí. No sería propio de mi edad, venir, atenienses, ante vosotros como un joven que hubiese preparado un discurso.

Por esta razón, la única gracia, atenienses, que os pido es que cuando veáis que en mi defensa emplee términos y maneras comunes, los mismos de que me he servido cuantas veces he conversado con vosotros en la plaza pública, en las casas de contratación y en los demás sitios en que me habéis visto, no os sorprendáis, ni os irritéis contra mí; porque es esta la primera vez en mi vida que comparezco ante un tribunal de justicia, aunque cuento más de setenta años.

Por lo pronto soy extraño al lenguaje que aquí se habla. Y así como si fuese yo un extranjero, me disimularíais que os hablase de la manera y en el lenguaje de mi país, en igual forma exijo de vosotros, y creo justa mi petición, que no hagáis aprecio de mi manera de hablar, buena o mala, y que miréis solamente, con toda la atención posible, si os digo cosas justas o no, porque en esto consiste toda la virtud del juez, como la del orador: en decir la verdad.

Es justo que comience por responder a mis primeros acusadores, y por refutar las primeras acusaciones, antes de llegar a las últimas que se han suscitado contra mí. Porque tengo muchos acusadores cerca de vosotros hace muchos años, los cuales nada han dicho que no sea falso. Temo más a estos que a Anito y sus cómplices, aunque sean estos últimos muy elocuentes; pero son aquellos mucho más temibles, por cuanto, compañeros vuestros en su mayor parte desde la infancia, os han dado de mí muy malas noticias, y os han dicho, que hay un cierto Sócrates, hombre sabio que indaga lo que pasa en los cielos y en las entrañas de la tierra y que sabe convertir en buena, una mala causa.

Los que han sembrado estos falsos rumores son mis más peligrosos acusadores, porque prestándoles oídos, llegan los demás a persuadirse que los hombres que se consagran a tales indagaciones no creen en la existencia de los dioses. Por otra parte, estos acusadores son en gran número, y hace mucho tiempo que están metidos en esta trama. Os han prevenido contra mí en una edad, que ordinariamente es muy crédula, porque erais niños la mayor parte o muy jóvenes cuando me acusaban ante vosotros en plena libertad, sin que el acusado les contradijese; y lo más injusto es que no me es permitido conocer ni nombrar a mis acusadores, a excepción de un cierto autor de comedias. Todos aquellos que por envidia o por malicia os han inoculado todas estas falsedades, y los que, persuadidos ellos mismos, han persuadido a otros, quedan ocultos sin que pueda yo llamarlos ante vosotros ni refutarlos; y por consiguiente, para defenderme, os preciso que yo me bata, como suele decirse, con una sombra, y que ataque y me defienda sin que ningún adversario aparezca.

Considerad, atenienses, que yo tengo que habérmelas con dos suertes de acusadores, como os he dicho: los que me están acusando ha mucho tiempo, y los que ahora me citan ante el tribunal; y creedme, os lo suplico, es preciso que yo responda por lo pronto a los primeros, porque son los primeros a quienes habéis oído y han producido en vosotros más profunda impresión.

Apología de Sócrates – Platón

Platón. (427-347 a.C.), uno de los filósofos más influyentes de la antigua Grecia, nació en Atenas en una familia aristocrática. Discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, Platón fundó la Academia, la primera institución de educación superior en el mundo occidental.

Platón es célebre por sus diálogos, en los cuales se encuentran algunas de las ideas más profundas y duraderas sobre la filosofía, la ética, la política y la epistemología. Sus obras, como "La República", "Fedón", "Banquete" y "Fedro", están escritas en forma de diálogos socráticos, donde los personajes exploran conceptos complejos a través de preguntas y respuestas. Este estilo no solo hacía sus ideas accesibles sino también inmersivas, invitando al lector a participar en el proceso de descubrimiento filosófico.

"La República", quizá su obra más famosa, examina la justicia, la naturaleza del alma y la estructura ideal de la sociedad. En "Fedón", aborda la inmortalidad del alma y en "Banquete", explora la naturaleza del amor. A través de estos diálogos, Platón no solo desarrolla sus propias teorías, sino que también documenta las enseñanzas de su maestro Sócrates, proporcionando una visión detallada de la filosofía socrática.

El enfoque literario de Platón era innovador para su tiempo. Usaba personajes históricos y mitológicos para discutir temas filosóficos, haciendo que sus obras fueran tanto educativas como entretenidas. Este método permitió que sus ideas se difundieran ampliamente y tuvieran un impacto duradero en la filosofía occidental.

Platón también utilizó la alegoría y el mito para ilustrar sus conceptos filosóficos. La "Alegoría de la caverna" en "La República" es uno de los ejemplos más conocidos, describiendo la búsqueda de la verdad y el conocimiento. Su uso de mitos y alegorías no solo enriquecía sus textos, sino que también hacía sus ideas más accesibles a un público más amplio.

A lo largo de su vida, Platón escribió más de 30 diálogos y cartas, muchos de los cuales han sobrevivido hasta nuestros días. Su capacidad para combinar rigor filosófico con habilidades narrativas excepcionales lo convierte en una figura única en la historia de la filosofía y la literatura. Sus escritos no solo han moldeado el pensamiento filosófico, sino que también han influido en la literatura, la política y la educación a lo largo de los siglos.