Poetas

Poesía de Guatemala

Poemas de Francisco Morales Santos

Francisco Morales Santos. Poeta guatemalteco. Premio Nacional de Literatura Miguel Angel Asturias en 1998. Nació el 4 de octubre de 1940, en Ciudad Vieja en el departamento de Sacatepéquez, Guatemala.

El papel debido

Cuando oigo entonar a Joan Báez
una de sus hoy viejas canciones
de protesta
—»Brothers in arms»—
pienso
que aun cuando hayan sido
gestos frágiles de hermandad humana,
endebles como un puente
de bambú o de lepa,
han ayudado a exorcizar eclipses,
una vez en Viet Nam,
otra en Sudáfrica,
otra en Nicaragua…

Tu nombre, patria

Una gota de miel que se desliza
en dirección al pecho,
en las primeras horas del día,
iluminada con ganas
por el sol;
gota tibia y espesa
de poder curativo insospechado.
Gota inquieta, florida,
permanente,
auténtica, fiel
y memoriosa.
Gota en el aire
y en los labios gota
es tu nombre,
Guatemala.

Plural

Para escribir este poema,
pasé años buscándome las manos.
Debí quitarme telarañas de los ojos;
poner mi corazón al ritmo de las circunstancias
más que al de las novias efímeras
y, sobre todo, no olvidar que el poema
es la síntesis de toda una vida.

Para escribirlo, no escogí palabras
ni nube en que sentarme.
No era cosa de hablar a solas
y descubrir la rima en el eco de mi cuarto.

No es nada íntimo
ni cosa privada, mucho menos.
Cada quien que aparezca con su dolor o su ternura
lo encontrará abierto,
como el mar a las navegaciones.

Por las noches

«Deja para la poesía las palabras».
Vinicius de Moraes

Te reclamo desnuda como una espada
dispuesta a la batalla.
Tu piel entre las sábanas
posee los hechizos del mito y el tamaño
de las islas deseadas
en años de inocencia.

Tus bellas formas cantan
himnos contra la sombra y el olvido;
tus formas, para quienes
la luna resplandece,
cada noche se entregan
como la vez primera:
temblorosas, sí, pero voluntarias.

SabidurÍa antigua

a Mario Payeras

De seguro que si las aves fueran
el corazón del universo,
nunca habría pasado inadvertida
su lección de elevarse
con espíritu fuerte
bajo los temporales,
pues los pájaros saben
que no hay invierno que dure cien años
y que, al pasar la tormenta,
la primera semilla que brota
es el sol.

Nacimiento del sol

A Roque Dalton, cuya muerte fue doblemente injusta.

«Tengo Sol.»
Alma América

Nace enhiesto y donde le da la gana.
Si despierto a mi esposa se aparece
sembrado en sus pupilas como si fuera un aster.
Lo sabían los quechuas
y los que se mataban buscando oro en el lejano oeste,
lo han sabido los niños y también los locos.

Por eso está en Teotihuacan su vieja cuna:
alta, con piedras recocidas,
encalada de lunas y poemas tristes.
No nace una sino un montón de veces
y es como los comales en la inmensidad de la cocina,
brujo antiguo que gusta enamorarse
de todas las ventanas,
pasar lagos sin espantar el agua,
envejecer el plumaje de los pájaros,
cambiar la vestimenta de los árboles.

Es como un antojo en la profundidad de los espejos,
un don Juan obsesionado de cristales,
de prendas femeniles que alumbran la soledad
o el miedo.

Es un viejo con hambre,
un dibujante de ilusiones ópticas
cansado de amedrentar la noche
que se filtra con júbilo en los vientres
porque no tuvo edad para ser niño.