Poetas

Poesía de Cuba

Poemas de Silvio Rodríguez

Silvio Rodríguez. San Antonio de los Baños, Cuba, 1946. Cantautor cubano. Figura capital, junto a Pablo Milanés y Noel Nicola, de la Nueva Trova cubana, en sus composiciones se puede apreciar la influencia del blues y una inteligente mezcla de lirismo y compromiso social, aunque sin caer en una excesiva politización.

Nacido en el seno de una familia humilde (su padre era campesino y su madre peluquera), en 1951 se trasladó con su familia a La Habana, donde empezaría a tocar el piano. En 1963 compuso sus primeras canciones, y cuatro años más tarde participó en el programa televisivo “Música y Estrellas”. Debutó como intérprete en el Museo de Bellas Artes y en 1975, cuando llevaba ocho años como profesional y había compuesto cientos de canciones, grabó su primer disco en solitario. Además de desplegar su amplia actividad musical, trabajó la televisión cubana y con el grupo de experimentación sonora del ICAIC (Instituto Cubano de las Artes y de la Industria Cinematográfica). A lo largo de su carrera colaboró con numerosos cantantes y músicos latinoamericanos y españoles en discos y giras.

En su constante intento de renovarse experimentó con el jazz y sus raíces en las viejas baladas de la música negra, al igual que con el son de la cultura musical cubana. Más tarde, Rodríguez volvería a apostar por la fórmula del cantautor típico, acompañándose tan sólo de su peculiar voz y de su guitarra. Como ejemplos de sus diversos giros se cuentan los trabajos Te doy una canción (1975), Al final de este viaje (1978), Tríptico (1984), uno de sus más reconocidos discos, el recopilatorio Clásicos cubanos 1975-1984 (1991) y Cita con ángeles (2003).

Surgida a finales de los años sesenta e inspirada por la revolución castrista, la influencia de la Nueva Trova cubana y de Silvio Rodríguez como su máximo exponente sobre toda una generación ha sido reconocida en todo el mundo, incluso por quienes no están de acuerdo con sus ideas políticas. Fiel a los principios de la revolución cubana, el cantante ha mostrado siempre su adhesión incondicional a Fidel Castro, reclamando el levantamiento del bloqueo estadounidense a su país y la devolución de la base naval de Guantánamo.

Ojalá

Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve,
ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.

Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.

Unicornio

Mi unicornio azul ayer se me perdió.
Pastando lo dejé y desapareció.
Cualquier información bien la voy a pagar.
Las flores que dejó no me han querido hablar.

Mi unicornio azul ayer se me perdió.
No sé si se me fue, no sé si extravió,
y yo no tengo más que un unicornio azul.
Si alguien sabe de él, le ruego información.

Cien mil o un millón yo pagaré.
Mi unicornio azul se me ha perdido ayer,
se fue.

Mi unicornio y yo hicimos amistad,
un poco con amor, un poco con verdad.
Con su cuerno de añil pescaba una canción.
Saberla compartir era su vocación.

Mi unicornio azul ayer se me perdió
y puede parecer acaso una obsesión.
Pero no tengo más que un unicornio azul
—y aunque tuviera dos yo sólo quiero aquel.
Cualquier información la pagaré.

Mi unicornio azul se me ha perdido ayer,
se fue.

Te amaré

Te amaré, te amaré como al mundo.
Te amaré aunque tenga final.
Te amaré, te amaré en lo profundo.
Te amaré como tengo que amar.

Te amaré, te amaré como pueda.
Te amaré aunque no sea la paz.
Te amaré, te amaré lo que queda.
Te amaré cuando acabe de amar.

Te amaré, te amaré si estoy muerto.
Te amaré el día siguiente además.
Te amaré, te amaré como siento.
Te amaré con adiós, con jamás.

Te amaré, te amaré junto al viento.
Te amaré como único ser.
Te amaré hasta el fin de los tiempos
Te amaré y después te amaré.

Óleo de mujer con sombrero

Una mujer se ha perdido
conocer el delirio y el polvo,
se ha perdido esta bella locura,
su breve cintura
debajo de mí.
Se ha perdido mi forma de amar,
se ha perdido mi huella en su mar.

Veo una luz que vacila
y promete dejarnos a oscuras.
Veo un perro ladrando a la luna
con otra figura
que recuerda a mí.
Veo más: veo que no me halló.
Veo más: veo que se perdió.

La cobardía es asunto
de los hombres, no de los amantes.
Los amores cobardes no llegan a amores,
ni a historias,
se quedan allí.
Ni el recuerdo los puede salvar,
ni el mejor orador conjugar.

Una mujer innombrable
huye como una gaviota
y yo rápido seco mis botas,
blasfemo una nota
y apago el reloj.
Que me tenga cuidado el amor,
que le puedo cantar su canción.

Una mujer con sombrero,
como un cuadro del viejo Chagall,
corrompiéndose al centro del miedo
y yo, que no soy bueno,
me puse a llorar.
Pero entonces lloraba por mí,
y ahora lloro por verla morir.

Sólo el amor

Debes amar la arcilla que va en tus manos.
Debes amar su arena hasta la locura.
Y si no, no la emprendas que será en vano:
Sólo el amor alumbra lo que perdura,
Sólo el amor convierte en milagro el barro.

Debes amar el tiempo de los intentos.
Debes amar la hora que nunca brilla.
Y si no, no pretendas tocar lo cierto:
Sólo el amor engendra la maravilla,
Sólo el amor consigue encender lo muerto.

Testamento

Como la muerte anda en secreto
y no se sabe qué mañana,
yo voy a hacer mi testamento,
a repartir lo que me falta
—pues lo que tuve ya está hecho,
ya está abrigado, ya está en casa—.
Yo voy a hacer mi testamento
para cerrar cuentas soñadas.

Le debo una canción a la sonrisa,
a la sonrisa de manantial, esa que salta:
le debo una canción a toda prisa
para que quede que estuvo cerca, agazapada.

Le debo una canción a lo que supe,
a lo que supe y no pudo ser más que silencio:
le debo una canción, una que ocupe
la cantidad de mordazamor de un juramento.

Les debo una canción a los pecados,
a los pecados que no gasté, los que no pude:
les debo una canción, no como hermano,
sino de sal que el delectador también alude.

Le debo una canción a la mentira,
a la mentira pequeña, frágil, casi salva:
le debo una canción endurecida,
una canción asesina, bruta, sanguinaria.

Le debo una canción al oportuno,
al oportuno mutilador de cuanta ala:
le debo una canción de tono oscuro
que lo encadene a vagar su eterna madrugada.

Le debo una canción a las fronteras,
a las fronteras humanas, no a las del misterio:
les debo una canción tan poco nueva
como la voz más elemental de los colegios.

Le debo una canción a una bala,
a un proyectil que debió esperarme en una selva:
le debo una canción desesperada,
desesperada por no poder llegar a verla.

Le debo una canción al compañero,
al compañero de riesgos, al de la victoria:
le debo una canción de canto nuevo,
una bandera común que vuele con la Historia.

Le debo una canción, una, a la muerte,
una a la muerte voraz que se comerá tanto:
le debo una canción en que hunda el diente
y luego esparza con la explosión fuegos del canto.

Le debo una canción a lo imposible,
a la mujer, a la estrella, al sueño que nos lanza:
le debo una canción indescriptible
como una vela inflamada en vientos de esperanza.

La gota de rocío

La gota de rocío
del cielo se cayó
y en ella el amor mío
la carita se lavó.

Pero era tan temprano
que no salía el sol
y se helaron las manos
y mejillas de mi amor.

Creí que las estrellas
la iban a buscar
y que en su cara bella
se ponían a jugar.

Me dijo: “tengo frío,
acércame calor”
y fui con tanto brío
que encendí su corazón.

Y mientras la besaba
me dijo en un temblor:
“esto es lo que faltaba
para que saliera el sol”.!Oh! gota de rocío
no dejes de caer
para que el amor mío
siempre me quiera tener.