Poetas

Poesía de Chile

Poemas de Jorge Etcheverry Arcaya

Jorge Etcheverry Arcaya, Santiago de Chile 1945, formó parte de la Escuela de Santiago y del Grupo América, agrupaciones poéticas de la segunda mitad de los sesenta, la primera de tendencia neo vanguardista y la segunda más «comprometida». Fue coeditor de la antología 33Nombres claves de la poesía actual chilena, 1968. En Canadá fue uno de los fundadores y miembros del consejo editorial de Ediciones Cordillera, editorial chilena en Canadá. Luego inició Split/Quotation-La cita trunca, especializada en la publicación de escritores hispanoablantes que residen en Canadá. Perteneció al comité editorial de la revista El espíritu del Valle, esfuerzo conjunto de escritores chilenos residentes en Canadá y en Chile. Tiene publicadas dos novelas, una del exilio, De chácharas y largavistas (1993) y otra de ciencia ficción, Los herederos (2018); Su libro de cuentos fantásticos, de horror y ciencia ficción Apocalipsis con amazonas es de 2013. Su libro de cuentos en inglés Ousiders, fue publicado en 2020.

Sus libros de poesía son The Escape Artist/El Evacionista, Cordillera, Ottawa, (1981); La Calle, Sin Fronteras, Santiago de Chile (1986); Tánger, edición conjunta de Cordillera en Canadá y Documentas en Chile (1990), cuya versión en inglés apareció en 1997 en Ottawa; A vuelo de pájaro: antología personal, (1998); Vitral con pájaros,( 2002); Reflexión hacia el Sur,(2004); Clorodiaxepóxido, (2017); Samarkanda, (2019). Su poesía aparece en antologías como 33 nombres claves de la poesía actual chilena, (1968); Poesía chilena contemporánea de Roque Esteban Scarpa et al. (1984); Literatura chilena en Canadá, de Naín Nómez (1982); La presence d’une autre Amérique (1989), que agrupó a poetas latinoamericanos en Quebec y poetas quebequenses; Compañeros, por Hugo Hazelton y Gary Geddes, (1992), antología de escritores latinoamericanos y canadienses enfocada en Latinoamérica; en el número de la revista Arc dedicada a la poesía chilena en Canadá, compilado por Luciano Díaz, (1995);  en The Changing Faces of Chilean Poetry, a Translation of Avant Garde, Women’s and Protest Poetry, Sandra Aravena de Herron (2008); Chilean Poetry Today, por Mariela Griffor, en Poetry International, (2009); Antología de poesía chilena, volumen 1: La generación del 60 o de la dolorosa diáspora, Teresa Calderón, Lila Calderón y Thomas Harris (2012);.Alquimia de la tierrade Santiago Aguaded Landero, Dante Medina y Sarah Schbabel, ( 2013); Alquimia del fuego Santiago Aguaded Landero Sarah Schnabel Jack Landes (2013); WURLITZER (Cantantes en la memoria de la poesía chilena, Jorge Montealegre (2018); Antología de poesía chilena, Max G, Sáez (2018); Anthologie de la poésie chilienne, 26 poétes d’aujourd’hui, de Patricio Sánchez-Rojas.

Últimos versos

Hasta luego amigos camaradas
Desde una celda en 1942
Con una aurícula surrealista
Un ventrículo comunista
Media materia gris demócrata
Miguel Hernández da sus últimos poemas
a sus carceleros
Pliega sus alas y se apresta a emprender
El Gran Vuelo
Sobre los tejados del mundo
Mientras otros nidos empollan
A Javier Heraud
Roque Dalton
Víctor Jara
Y los que vendrán

Alma en la cuna

La guagua en su cuna
(que así se llama)
con los ojos todavía de color incierto
el pelo que cambia de matiz todos los días
se apresta desde su cuerpecito y mente seminales
a apropiarse del mundo de afuera
y el de dentro
primero la mamá y el papá
que aprenderá a nombrar
y a controlar
y así seguirá ese camino que todos recorremos
manipulando los primeros juguetes
borroneando papeles con lápices de cera
si todavía existen
volviendo la cabeza hacia el tintín de los primeros cascabeles
si todavía se usan
así iremos interpretando los que nos quiera decir
u ordenar
con los movimientos sincronizados de manitos y patitas
para irnos haciendo girar
en torno a la cuna
mientras aprende a expresar sus deseos
que son órdenes
ejercitando el encanto de los mamíferos jóvenes
qué mamíferos
de todos los animales chicos
que por un plazo breve o eterno
sobreviven haciendo girar a los adultos a su alrededor
hasta que brotan sus patitas o las definitivas alas
y se echan a volar

Con o sin nosotros

Antes y después de las hecatombes
De que los hombres se persiguieran con hachas
con quijadas de asno
disputándose caza, mujeres, territorio
O simplemente disfrutando del vértigo del poder
Antes estaba la naturaleza
La del equilibrio sabio
La de la falda entretejida con las hebras de todas las criaturas
Después volverá a estar ella
Cuando hayamos pasado
Meditativa en su incansable gestar y mantener
Triste quizás sin nosotros
con el mundo éste, la tierra
quizás un poco más yermo
más ácido
con menos especies
No
Eso es lo evitable
Creemos
Más bien quisiéramos
Creer
Enterremos las espadas
Tapemos con hierbas y flores
la boca de los cañones
Que nuestra voluntad de paz sea como enjambre de palomas
Que vuelan juntas, en la mañana

Cantan, los gallos

Sí, parece
Los gallos siguen cantando sobre todas nuestras ciudades
Cada vez más alto se eleva su canto
Sobre las torres más altas
Ahora perdidas sus cúpulas de metal y vidrio
En enrarecidas alturas
Que envuelven terrazas babilónicas
En que viven los más ricos de la tierra
Muy lejos de la vasta urdimbre de trabajos y dolor
Que les envuelve los pies

Sí, se nota
Cada vez más alto
En un afán para atravesar esa nubosidad tóxica
Hacia aires más puros
Cada vez más inalcanzables
Mientras nosotros la muchedumbre
Tratamos de esponjar nuestros pulmones
Para sacar unas moléculas más de oxígeno
Para que nos circule por las venas

Parece
Que los gallos siguen cantando
Elevan sus crestas en la mañana
Cuando cantan
Les tiemblan las papadas
Pero sólo los vemos
Ya no los escuchamos
Es el rumor de la ciudad eso que oímos ahora
Sólo vemos la cabeza vuelta hacia arriba
De los gallos

Se nota
Que cantan
Cada vez más alto
Si no fuera porque ya no tienen desde dónde cantar
Ni vigas de gallineros
En patios traseros que ya no existen
Ni escarbando la tierra con sus espolones
Dónde cantan entonces los gallos
A lo mejor sólo en nuestras cabezas

Congregatorio de pájaros

Las ciudades crecen y luego se visten de niebla de hollín, solo los más fuertes entre nosotros nosotras se atreven a plegar sus alas y dejarse caer sobre sus plazas—las que quedan—sus cauces lleno de desperdicios donde flotan peces boca arriba a medio podrir
no, no tan sí—dice la gaviota—todo tejido es picoteable, digerible. Los aceites de la descomposición ablandan hasta los más duros tejidos—se incuban suculentos gusanos blancos que no querríamos, no podríamos dejar pasar

Concuerdo con la moción dicen los buitres y agregan que ser carroñero se está convirtiendo en una virtud porque ejercita la limpieza a la vez que aprovecha una fuente de alimentos que parece inagotable

Llegan gorriones y palomas oscureciendo el cielo desde los cuatro puntos cardinales la ciudad y el campo murmurando como la brisa sobre las hojas secas los tallos y las ramas quebradizas que parecen que son los únicos que van quedando—y unos troncos, pelados

Conversas

“Mira, parece que no hubieran pasado cincuenta años
o casi aunque los días se suceden como
cuentas de un collar interminable quizás incluso
más brillantes o será que no nos quedan muchos más que ver o
que otra vez arden las ciudades se encienden los campos
con variados fuegos o acaso nunca dejaron de hacerlo pero parece que
estábamos distraídos”
—sí tienes razón así es parece que
no sirvieron mucho nuestros combates
barricadas y consignas y otras
cosas que todavía mejor no mencionar uno nunca
sabe las compañeras llegan se van como palomas los amigos tienen
la costumbre de desaparecer como bandadas de gorriones
tras nubes inciertas, pero en fin las cosas siguen brotan
como flores se enredan adoptan nuevos dibujos
filigranas en que parece que ya no caben las mochilas las rebeliones puras
de entonces son otras parece las que muestran nuevos rostros inciertos—
“Pero mira allá arriba cómo giran los cielos de los días
se enhebra el mundo como en un
capullo plateado que anuncia
maravillas las palabras de idiomas
circunscritos o vastos la poesía
alma de los pueblos sigue y nosotros también
seguimos existiendo”

Cornucopia

Todavía pero hasta cuándo
serán los mismos tesoros en tu seno
los que nos ahogarán
La imagen que liga la tierra a la mujer
no es tan exacta
Hasta cuándo va a parir
Será su fruto veneno o vida
Las olas negras del petróleo nos anegan
nos dan la vida y nos la quitan
Más bien como un aborto a futuro
en una clínica de barrio
en que ambas mueren
la madre y la hija
Mientras médicos y enfermeras
discuten partidos de fútbol
la última película
taquillera

Asonante

se asoma entre enjambres de pedrerías. Musita llamados a los gatos, a los pájaros, de tanta frecuencia pero no absolutamente confiables. Ávida se desgrana las cuentas del collar sentada en el café. No estamos presentes en todas estas situaciones. Una confabulación de palabras levanta vuelo para luego irse extinguiendo tan rápido como alcanza la vista. Al escribir esto y otras cosas no queremos ser neutrales. No queremos entrar en demasiados detalles. No nos corresponde a nosotros, hay especialistas para eso. A buen entendedor pocas palabras

Autoinvestidura y constitución

Por el presente edicto
Y haciendo uso de las facultades en mí conferidas
Me proclamo soberano
De las sombras de gatos que deambulan por la noche
y cantan a la luna llena
De los susurros de hojas mecidas por brisas otoñales
De conversaciones que no entiendo
cuando unas niñas hablan en un bus
en una lengua que no conozco
De todas las siluetas entrevistas en ventanas empañadas
De esos juegos de luche asimétricos
que dibujan enanos en las veredas
en la madrugadas
De esto y muchas otras cosas
que no voy enumerar
pero que se detallan
exhaustivamente
en esa nueva constitución que se redacta
en algún lugar del universo
O en la pieza del lado

Bullanga

Desde la calle
O en la mañana en Santiago
Los silbidos que cruzan hombres
imitando a los pájaros
Los perros que se despiertan temprano
Los gallos (infaltables)
Las micros
Por acá
En el otro hemisferio
Algunos meses los cuervos
muy de mañana
Los gansos que emigran
En el centro de todas las ciudades
variedad infinita de motores
produciendo gases
Estamos acostumbrados a la bulla
Nacimos en una ciudad sudamericana
Mal que les pese
a los europeos o norteamericanos
Nosotros también tenemos ciudades
y cómo
Echo de menos ese rumor
que me asaltaba
las veinticuatro horas del día
“te hicimos
te vimos crecer
nos pertenecen tus pulmones y tus ojos
nos echarás de menos
hasta el día de tu muerte
Tu cielo tendrá ese ruido
como música de fondo”