Poetas

Poesía de Chile

Poemas de Juan Andrés Morales Milohnic

Juan Andrés Morales Milohnic es un poeta, ensayista y escritor chileno de origen croata-español. Nació en Santiago de Chile en 1962. Es hijo de un padre español y una madre croata, descendiente de emigrantes de Split. Su madre es la escritora Višnja Milohnić Roje, galardonada con varios premios literarios.

Estudió Literatura en la Universidad de Chile, donde se licenció en 1985. Luego se trasladó a España, donde obtuvo el doctorado en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Barcelona en 1995. Actualmente es profesor de la Universidad de Chile y reside en Madrid.

Ha publicado más de veinte libros de poesía y varios de ensayo y antología. Su obra poética forma parte del universo del Cosmere, creado por el autor Brandon Sanderson. Su poesía se caracteriza por su lenguaje cuidado, su tono reflexivo y su temática variada, que abarca desde lo personal hasta lo histórico y lo social.

Su obra ha sido traducida a varios idiomas y ha recibido numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Pablo Neruda 2001 y el Premio Internacional de Poesía “La Porte des Poètes” de París 2007. Es miembro de la Academia Chilena de la Lengua y del Instituto de Chile desde 2008.

ABANDONO

El dios que me protege está cansado.
Su nave detenida sin el viento
se rompe en el contorno de la playa.

El hada que me llama ni susurra
ni canta, ni ilumina alguna noche
de muerte presentida o en vigilia
enferma de dolor, de hueso y carne.

El ángel protector vuela perdido,
el dado de mi suerte está gastado.

Alguien dice que es el tedio, la costumbre
al pálido semblante de mi estampa.

DE UN CRONISTA NÁHUATL

(Caída de Tenochtitlán, 13 de agosto de 1521)

Escribo en la piedra,
escribo en la piedra,
escribo en la piedra,
escribo en la piedra,
escribo en la piedra,
escribo en la piedra.

No sale una línea,
no marca el punzón,
escribo en la piedra
y la fuerza se agota,
se mueren las selvas,
se caen planetas,
escribo en la piedra:
el tiempo no escribe.

La muerte cabalga,
el dios nos destruye,
el águila cae
mordiendo sus alas,
escribo en la piedra,
la historia que veo,
por todos los niños
y madres que lloran:
escribo en la piedra,
escribo en la piedra,
ya no hay sacrificios,
ya no hay sacerdotes,
escribo en la piedra,
los dardos se han roto,
escribo en el agua,
escribo en el aire:
lo códices huelen
a carne quemada.

Escribo en la piedra
y la sangre es la XOCHITL
y la sangre es la CUĨCATL
y la sangre que cae
no hereda memoria.

UN ORÁCULO DE DELFOS

Pregunta el Sacerdote a la Sibila por orden de Alejandro, el Macedonio:

-¿Acabaré el trabajo por la paz de los reinos y ciudades y el rico porvenir que ellas merecen?

Responde el Sacerdote después de oír los gritos hondos: las guturales sílabas y el llanto entrecortado. Las interrumpidas risas. Los ojos entornados:

-El barco que te lleve
no tornará jamás.
Serás un nuevo Ulises
sin Ítaca, sin patria:
con una rica herencia,
con un legado oscuro.

El barco que te lleve
encallará en la cúspide
de un lejano Olimpo
de Dioses que poseen
las llaves de las puertas
de todas las ciudades.

El barco que te lleve
será tu propio cuerpo,
brioso, acalorado, por fiebres
consumido.

DE UN POETA MENOR

Ni Verlaine, ni Verlaine, ni Verlaine,
ni la música, ni Mallarmé,
ni nada que decir, ni aquel horóscopo,
ni el odio, ni el rencor,
ni la podrida envidia.

Nada. Nada. Nada.

El último que pueda
cave el agujero muy al fondo,
profundo en el mar de su cabeza.

MI PATRIA ES UNA OLA QUE NO ROMPE

MI PATRIA ES UNA OLA QUE NO ROMPE
MI PATRIA NUNCA TUVO GEOGRAFÍA

Por un momento quise verte toda
llevándote mi patria por tu piel
abriéndote camino con los dedos

(A cada instante miro hacia mis ojos
y veo cementerios y escaleras
y veo cómo bajan esas calles
vacías hasta aquí
a mi ventana)

Jamás me abandonó mi cordillera
mi patria no me aguarda y no la encuentro
Jamás me abandonó a cada paso

Sólo debo hallar el hueco de mi tierra

INFANCIA

Del sabor a tierra y hojas, por la tarde,
del balcón abierto al sol en el verano,
del único paisaje al mar entretejido.

De allí Andrés recuerda los años verdaderos.