Poetas

Poesía de Francia

Poemas de Jean Reboul

Jean Reboul fue un poeta francés nacido en Nimes el 23 de enero de 1796 y fallecido el 28 de mayo de 1864. Hijo de un cerrajero, ejerció toda su vida la profesión de panadero.

Jean Reboul es el autor del célebre poema El ángel y el niño, publicado en 1828. Entre sus otros poemas, El último día fue uno de los que también aseguraron su lugar honorable entre los poetas franceses. Chateaubriand pasó varias horas en Nimes y lo visitó para felicitarlo por sus composiciones. Alphonse de Lamartine, Alejandro Dumas y otras celebridades de su época también lo visitaron en su ciudad natal.

En 1852, el gobierno imperial le quiso conferir una condecoración. El respondió diciendo que no creía haber «llegado al estado de monumento» y rechazó el reconocimiento. Jean Reboul, católico y royalista, ha sido a menudo contrastado (legítimamento o no) con Antoine Bigot, protestante y republicano.

Una calle en Nimes llega su nombre.

El ángel y el niño

Radioso un ángel del cielo
Sobre una cuna inclinado
Mirábase retratado
Como en límpido arroyuelo.

«¡Ven —dice— inocente niño!
No eres para el mundo, no;
Somos iguales, y yo
Te ofrezco y pido cariño.

«Nunca el alma en lo terreno
Halló cumplida ventura:
Tiene la miel su amargura
Y las flores su veneno.

«Nadie con tranquilidad
Gozó de fiesta mundana:
Hoy todo ríe; mañana
Rugirá la tempestad.

«¿Y habrán de nublar enojos
Esa tu cándida frente?
¿Vendrá a empañar llanto ardiente
El limpio azul de tus ojos?

«¡Oh, no! Volemos los dos
Sobre campos de zafir;
Lo que habías de vivir
Va a perdonártelo Dios.

«Nadie por ti lutos vista;
Y todos tu alejamiento
Miren cual renacimiento,
O cual feliz reconquista.

«No haya faz triste, ni sello
Sepulcral que duelo arguya;
Que en edad como la tuya
El día último es más bello.»

Tal sobre la cuna dijo
Ángel amoroso y blando,
Y fuese, fuese volando
¡Ay madre!, tu hijo murió.

Traducción: Miguel Antonio Caro

L’ange et l’enfant

Un ange au radieux visage
Penché sur le bord d’un berceau,
Semblait contempler son image
Comme dans l’onde d’un ruisseau.

Charmant enfant qui me ressemble,
Disait-il, oh ! viens avec moi:
Viens, nous serons heureux ensemble
La terre est indigne de toi.

Là, jamais entière allégresse:
L’âme y souffre de ses plaisirs,
Les cris de joie ont leur tristesse
Et Les voluptés ont leurs soupirs.

Eh quoi ! les chagrins, les alarmes
Viendraient troubler ce front si pur,
Et par l’amertume des larmes
Se terniraient ces yeux d’azur!

Non, non : dans les champs de l’espace
Avec moi tu vas t’envoler;
La Providence te fait grâce
Des jours que tu devais couler.

Que personne dans ta demeure
N’obscurcisse ses vêtements;
Qu’on accueille ta dernière heure
Ainsi que tes premiers moments!

Que les fronts y soient sans nuage,
Que rien n’y revèle un tombeau:
Quand on est pur comme à ton âge
Le dernier jour est le plus beau.

Et secouant ses blanches ailes,
L’ange à ces mots a pris l’essor
Vers les demeures éternelles…
Pauvre mère, ton fils est mort!