Poetas

Poesía de Perú

Poemas de Magda Portal

Magda Portal (Barranco, 27 de mayo de 1900 – 11 de julio de 1989),​ fue una poeta, narradora, activista social y miembro fundadora de la APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) al lado de Víctor Raúl Haya de la Torre quien más tarde fundaría un partido, el partido aprista peruano (PAP) en 1930. En este partido militó durante veinte años (1928-1948), pero renunció al no estar de acuerdo con su aparente cambio de orientación hacia posturas según ella más conservadoras. José Carlos Mariátegui elogió su obra poética, y la calificó como la «primera poetisa del Perú». Fue la primera poeta mujer de la corriente vanguardista, no solo del Perú sino de toda Latinoamérica. Destacó además por su activismo social, particularmente a favor de los derechos civiles de las mujeres. Fue la primera representante del feminismo militante en el Perú.

Liberación

Un día seré libre, aún más libre que el viento,
será claro mi canto de audaz liberación
y hasta me habré librado de este remordimiento
secreto que me hunde su astilla al corazón.
Un día seré libre con los brazos abiertos,
con los ojos abiertos y limpios frente al sol,
el Miedo y el Recuerdo no estarán encubiertos
y agazapados para desgarrarme mejor.
Un día seré libre… Seré libre presiento,
con una gran sonrisa a flor de corazón,
con una gran sonrisa como no tengo hoy.
Y ya no habrá la sombra de mi remordimiento,
el cobarde silencio que merma mi emoción.
Un día habré logrado la verdad de mi Yo!

César Vallejo

César Vallejo se nos fue muriendo
todos los días poco a poco
Se moría a pedazos

Primero se murió en Santiago
de Chuco luego en Trujillo
y después
se murió tras los barrotes
de una cárcel de aldea

La madre las hermanas
y aquella dulce Rita
de junco y capulí
y el padre hacedor de sus huesos
y nada más
todos fueron muriéndolo
y antes y siempre
la roja llaga del Perú
sangrándole
por todos los costados

No podía vivir así

Apurando sus hieles
se fue a París a España
Hambre de ser
de ver el Sol desde otros horizontes
los paisajes los hombres
sus ansias de vivir sus sueños

Hambre de pervivir
de vivir y sufrir
por quienes y por todos
Hambre de recrearse aupándose
sobre sí mismo
hambre de hombre integral

Nadie sabía mucho de Vallejo
apenas los amigos algunos
los poetas tal vez
que es otra forma de amistad
tal vez los enemigos
¿tenía acaso César enemigos?
pero él seguía con su muerte a pausas
a retazos
moría diariamente sin esperar el día

Cuando dejó el Perú
se fue tras de su muerte

Imprecación

Que traspasen los Andes sus murallas
viejas de tiempo y de tragedia
que crucen los caminos de los Incas
que recorrió Túpac Amaru
los ríos tumultuosos
los valles y las altas sierras
que hiendan los oídos de los pueblos
arrinconados en su inercia
y se estremezca la raíz profunda
a la sangre del Perú su raza
Hay que decir palabras como puños
en mitin de protesta
palabras como piedras
palabras como flechas
Alzadas a los cielos
semejarán banderas desplegadas
agitadas o tensas
y se oirán en el rugir del viento
por encima del mapa del Perú
y sobre el mar y más allá
señalando la ruta de los hombres
por los senderos nuevos

Ciega

Como un Lázaro
envuelta en vahos cálidos
rasgada su mortaja de silencio

Pero más tarde habrá perdido toda su sonoridad
—en el ruido de las grandes ciudades
en la angustia de los puertos atravesados de promesas
y en el afán multicolor de
los barcos dejados a prisa—

Mas su eco —hebra de seda suave—
atara el corazón al pensamiento
para establecer la corriente del
Recuerdo

Obsesión

Vacío que no acabas de llenarte jamás,
veo que me haces, sin querer, avanzar!

Pero llegaste


para quien mis brazos
se abrieron en cruz
y las arañas del sueño tejieron
la seda infinita de la amnesia


conquistador ilusionado
de mis tribus salvajes de tristeza
donde llevaste la religión de una
alegría nueva como los aeroplanos
sobre las selvas vírgenes

Hoy el traje de nuestras almas
es el arcoíris de la sonrisa

Arcos

hoy creo todo falso
en este amor de humo
desde los dos estanques
vidriados de tus ojos
donde se inmovilizan mis pupilas
hasta la realidad emocionada
de tus dos manos infinitas

solo es verdad la angustia de esta noche
palpable entre mis manos frías
y el llanto que me cae para adentro
y este deseo de pedir perdón

¡Ambiguas esmeraldas de mi risa!
Decoración fastuosa de mis cenefas de tristeza
como dos ojos verdes que han visto mucho el mar
y que sienten nostalgias de dormir en su seno

Bendita seas Hora
porque afirmas la angustia
de que este amor solo es un sueño.

Dudas

tengo una hermana así pequeña
es mi hermana menor
la póstuma de dichas
a veces le adivino los silencios que se extienden
las sonrisas a medias
el miedo que la inunda
¡cuando me ve ya muerta!
¡tantas veces he muerto! ya no recuerdo cuántas
trata de defenderme
y defenderse ella
con su débil afecto intransferible agobiada vencida íngrima
de esperanzas
de cansancios de sueños
los soñados despierta
llega a sentir el peso de la vida y el miedo de mi muerte
¡si pudiera quedarme aún un poco más!
morir y no morir
asida a la ternura a las horas que pasan
como el reloj de arena
solo que nadie invierte su caída y sigue deslizándose sin tregua
¿cómo será cuando no esté mi sombra
mi presencia
mi silencio mi nada
mi paso por la tierra?
ella lo intuye
y tiembla
y no poder decirle
voy a quedarme para siempre
y devolverle el aire
y el aliento
o tal vez no tal vez
lo que ella teme es eso
que no me vaya nunca con esta eternidad
de mis días sin días que pasan como río
profundo sin moverse
apenas

Neurosis

Mis nervios vibran, crujen,
mis nervios son cual cuerda
tesante y dolorida
de una caja de música ya vieja.

Mis nervios lloran, claman.
Mis nervios dicen: quieta!
a la mano que sigue en el manubrio
dando la vuelta.

Y un día, todos juntos,
reventarán con hondo son.
Y quedará vacía
la caja -vieja música bohemia-
del corazón.

Círculos violeta

Humareda de angustia hasta ahogar las lágrimas de las estrellas
Caminaba por el camino sin direcciones, estremecida por los fantasmas
de la neurastenia
Y es que en el fondo de las entrañas, con un chisporroteo tenue, sintió
el hervor de una vida que no era la suya
AMOR—
Pero es que el Amor encierra la única razón del HIJO?
Ya debiera encenderse dos ojos profundos la ceguera criminal de la
Naturaleza
Para qué?
Todas las noches mirándose en el espejo de su carne —fatigada y enferma
por el proceso lento, se le apretaba el corazón —y hubiera querido, con el
espíritu de rodillas, amanecer como si fuera todo un sueño
PARA QUÉ?
Le quemaba el hierro de la pregunta
Sus pulmones mordidos por la tuberculosis, su soledad, su vida sin
objeto, vagabunda en la vastedad hostil de la tierra
Para qué pues el hijo? La prolongación de las lágrimas mudas, del
abandono, del extravío? La prolongación de las miserias del mudo!
Y la negación rotunda no le rasgaba las entrañas
Todos los días hervía un poco más aquel fermento del acaso
De sus ojos brillantes y lánguidos salía a bailarle en las orejas y en la cara
extenuada
Y en verdad sentía como si llevara en su vientre todo el dolor de la
humanidad
Los fantasmas de neurastenia le hundían sus dedos en las cedillas del
cerebro
En sus ojos empezaron a inmovilizarse los paisajes más rojos

***

Cuando llegó la hora, cayeron sobre sus pupilas los telones de la indiferencia
Le miró curiosamente —como una muñeca de biscuit
Tenía claridad de aurora en las pupilas, y las carnes suavemente rosadas
—Era una niña
Lloraba —estremeciendo la dulce masa de su carne
Le envolvió en unos trapos y se echó a andar por las calles —como siempre,
no llevaba dirección
Al fondo divisó en su mole blanca, el Hospicio de Huérfanos —Retrocedió
—Incubador de esclavos y asesinos
Caminó en sentido contrario —La masa negra del río, tan profunda y
tan negra, que parecía inmóvil, copiaba al panorama del cielo
Le miró largo rato recostada en un árbol
Después envolvió a la niña en su amplio abrigo, y sencillamente, la arrojó
El río se abrió en un punto para dejar pasar a la huésped —y se volvió
a cerrar
Solo un instante se quebraron las estrellas en sus ondas revueltas
La MADRE tomó el regreso a su posada —bañada de indiferencia—
Se insinuaba la aurora —como en los ojos de la niña
Todos los pájaros lloraban