Poetas

Poesía de Perú

Poemas de Carmen Ollé

Carmen Ollé, la voz distintiva de la poesía y narrativa peruana, ha dejado una marca imborrable en la literatura. Nacida en Lima en 1947, se destacó como poeta, narradora y crítica literaria, convirtiéndose en un ícono literario junto a Blanca Varela. Miembro destacado de la Generación del 70 y partícipe del Movimiento Hora Zero, Ollé ha explorado una amplia gama de géneros literarios.

Su formación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos la dotó de herramientas para trascender barreras literarias. Además, su compromiso con los derechos de las mujeres ha sido una constante a lo largo de su vida.

Publicó su primer poemario, «Noches de adrenalina,» en 1981, seguido de «Todo orgullo humea la noche» en 1988. Aunque comenzó como poeta, más tarde se enfocó en la narrativa, destacándose con obras como «Retrato de mujer sin familia ante una copa» (2007), un «libro-fusión» que desafía las clasificaciones convencionales.

La crítica ha elogiado su voz profunda y distintiva, abordando temas como la mujer, la política, la cultura y la modernidad. Sus textos han sido objeto de discusión y controversia en la sociedad peruana, marcando una pauta audaz en la literatura. Su legado literario perdura como una voz vital en la escena literaria peruana y latinoamericana.

En el olvido

Deja ya Carmen de andar por ahí contando a
todos tus dolores;
con tanta queja a nadie haces bien y el culpable
se vanagloria,
Crece en riqueza y poder.
Dice que hay una tonta ya madura -aunque no
lo parezca- que vierte por él sangre.

Si tu cuerpo no alcanza en otro cuerpo la gloria:
que el sueño te recompense.

Suburbio

Aquélla, la más perversa nunca amó.
Se enredó en mis brazos entre sábanas. Sabia,
los pies hacia la puerta…

Irascible, su único defecto era su única virtud,
al placer amó más que al dinero,
a una cicatriz
que a un collar de perlas.
Yo que frecuento las tabernas cerca al mar
sé que ella piensa en Lautréamont
—nombre desconocido—
y en la melancolía de un atardecer gracioso
como un ojo vaciado.

Mina y el Conde Drácula

La noche es larga, la droga amarga
Mikel Erentxun

Doce de la noche y son ya tres vasos de vodka.
El africano que sirve los tragos me detiene junto al baño
Y me da un beso en los labios,
Mi voluntad maca cero kilómetros,
Me dejo y no protesto.
A esa hora cualquier beso tiene el sabor
De lo no habido en el tiempo
Me imagino estar sentada en el desierto.
Estar sentada únicamente,
La gente del bar bebe sin piedad.
Una mujer de treinta años saluda a mi vecino de mesa.

Cierta vez me puse a llorar en un rincón de la sala
Cuando tenía quince años, había perdido a Dios
Y perseguía a un sacristán,
Mi platonismo era sincero…
Ahora detesto que no me salgan las cosas
Como quiero.

A mi lado, Mina es el placer, lo intento otra vez y otra vez,
Ella sucumbe porque no espera nada de la vida
Y yo le enseño a ser sutil
A arrancar a cien por hora en su viejo automóvil.
Ama tus caderas en las que yazgo al fin como
En una cálida bahía bajo el sol, le digo,
Y yo que detestaba el sol también las amo.
Ahora la voluptuosidad es algo nuevo para ella,
La culebra avanza toda la noche silbando mi nombre…
Y el veneno de los celos la hace más bella.
Desde que sabe qué es esto, esto la atrae para bien
O par mal, como el vodka,
Sus ojos de ternera ya no languidecen
Rabian de celo y hambre como los de un jaguar
Y corre en su viejo automóvil a cien por hora arrollando
A los espantapájaros que golpean el capó como si fuéramos
La peste, ella y yo, bendita peste en la que ella
Mi Señor, admite…
No pienses en Brooke Shields, le susurro al oído.
Doce de la noche en el bar,
Ni en Madonna
Cuando ríes pareces una adolescente en su uniforme azul,
Y boina azul y blusa blanca almidonada…
Sólo eso imposta, ¿sabes? Sólo eso.

Oración

Dime tú -elegido entre los más diestros- si aún
conservas el dulce estilo del amor.

Puesto que ha llegado la primavera y veo
que empiezas con alegría a derramar tus
besos, y mi piel está tibia.
Con la misma sustancia y velocidad que
aparecen orquídeas y geranios
tus besos tienen la propiedad de servir
a tus placeres
y a quien va en busca del amor.
Vengan pues fieles a nosotros
placer y amor,
somos aún jóvenes y fuertes.

Mala madera

Olvidemos ya —Hermes— los tontos celos y los más vanos
reproches… El tiempo es corto y delicioso… Amémonos,
señor, como dios manda.

Estás hecho de mala madera: sirves a la corte y honras a
sus mujeres…Pero, de momento, parece tan suave cedro.

Teléfono silencioso

Sombras desde el amanecer
el corazón late en vano
copas de vino desde el alba hasta
la luna llena
pérfido músculo

vacío embriaguez
muro hiedras púrpuras
pútridas hiedras
un efebo una aparición
sin piel sin límites

Otoño (¿los dos se llamaban otoño?)

Es otoño en mi gabinete
las luces ocres envuelven los geranios
los sepias cubren el asfalto cagado por los perros
¿qué órgano podría dejar de funcionarme bien?
Frágiles
alcachofas de cemento en Creteil
algunos se han suicidado este verano

Una bomba de 60 vv fabrica la penumbra
música de Maurice Jarre (París 78/80)
buhardillas
porcelanas (no de Limoges)
abrigos (no de Astrakán)
copitas para Martinis secos
cojines fauna y flora estampada

Seguimos el rumbo de una pipa que atraviesa
una plaza y termina en un café
solitario
una pipa argelina que vuelve apagada
en el bolsillo
alguien arrastra un piano
por el corredor

Lo que pongo: palabras sucias
envejecidas
un pensamiento
un pozo de sombras
nada es cierto
sino que respiro
como un cazador persigo una idea
le disparo
esta es aquella presa
disecada
entre líneas
un insecticida de 65 pesetas
debido a que lo he incluido
en mi página
existo

Sí, hoy he vivido, leído a Sade
a saltos
a Faulkner por los pelos
en mi bolso de la biblioteca
pernocta sin abrir
mañana será miércoles
y vendrá el lechero

Bares

Vivir es alegre -los he oído reír cada vez
más fuerte -y seguían cada vez más alegres-
la noche se apiada de mí porque no siento
vergüenza.
Y una más pide el más ronco -que traga sin ser
procaz- porque es suave y delicado- adora la
botella como una nalga de mujer-
a grandes sorbos.
Aquél sí es de los peligrosos: roba mata miente
y es astuto- pero cuando pasa próximo a mi mesa
sus grandes ojos de arañas sedosas se deslizan
como un tigre en mi regazo- Por fin siento
que he viajado-

Amor y odio

De joven fui generosa.
Llené mis arcas con codicia
y también las vacié.

Vibración

Tarde
Mina y yo bajamos por la avenida Aviación
La noche de brujas
Los carteles iluminados de pollerías y bares
Insinúan que esta noche se llena
De hambre
De macabros huesos
En la Taberna de los monjes
Sobre una gran pantalla
Madonna escupe su risa provocativa
Las dos nos hemos sentado a la ventana
Una grada más alta que la realidad
Como si la inocencia necesitara tres centímetros de altura
Nadie ve que sonreímos por algunas tonterías
Como dos niñas con helados de fresa
O de vainilla
Nadie ve que rozamos nuestras yemas
Como si fuera la primera vez
Tengo el rostro estragado por el licor
Y pronto el barquero me arrastrará
Como a un alma en pena
Entonces me será difícil recordar
Y sostener la visión de sus labios
Que soplan un mechón de mis
Cabellos.

Cavalcanti

Si una rosa no alcanza la plenitud, de tu destreza
—Guido— no respondería.
La dama siempre de espaldas sonrió a un paisaje
añorante.

Puesto que esa mujer más que razonar sueña, ella
es en su quietud más vieja que tu exilio,
y si otro besara su cuerpo amado ¿Tu regreso sería inútil?
Como cualquier locura, viento o blasfemia que mueva
a quien tanto ambiciona
puesto que esa mujer no ambiciona sino sueña
se ha mantenido joven en su pobreza.
Y si alguien derramara el vino atento sobre ella,
y otro la besara en su coño, que sería, entonces,
si un viajero…