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Poesía de Chile

Poemas de María Urzúa

María Urzúa Casas-Cordero fue una escritora y poeta chilena que nació en San Fernando en 1916 y murió en Santiago de Chile en 1993. Se dedicó a la poesía, la novela y el cuento, y también escribió ensayos y antologías sobre la literatura chilena, especialmente sobre la figura de Gabriela Mistral, de quien fue amiga y secretaria.

Estudió Pedagogía en francés en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile y se especializó en literatura en la Universidad de la Sorbona en Francia. Su primer libro fue Río amargo, publicado en 1957, y desde entonces siguió una prolífica carrera literaria que abarcó diversos géneros y temas. Entre sus obras más destacadas se encuentran Altovalsol (1961), El presidente (1965), ¿Quién soy? (1978) y Gabriela Mistral, genio y figura (1981), un ensayo biográfico que revela aspectos poco conocidos de la vida y obra de la Premio Nobel de Literatura.

María Urzúa recibió varios reconocimientos por su labor literaria, entre ellos el Premio de la Academia Chilena de la Lengua y el Premio Anual mención cuentos de la Municipalidad de Santiago en 1977. Fue una mujer comprometida con su tiempo y su país, y una voz original e influyente en la literatura chilena del siglo XX.

Llamado de la materia

I

Y las cosas tan cerca de mi cinco sentidos
que al tocarlas, su entrega de mieses sometidas
ahonda el aire que recorren mis arterias.
Tan cerca que me ciega su alegrá sencilla,
su dorado silencio, su vigor esencial.

El llamado imperioso de sus voces
se atraviesa en los pasos secretos de mi sangre,
y en doble marejada vienen ondas
de armonía y silencio, de misterio y de luz.

Y todo está presente bajo un azul de estrellas,
liberado de amarras y de escollos,
vibrando su materia en terrestre cadencia
que determinan, con un sonido grave, sus c ampanas.

Yyo leo la hkierba en la pradera,
que purifica y limpia con su nueva inocencia
y el parpadeo de los barcos en los muelles,
y el rocío, perlando una rosa de nácar,
y las alas que ascienden, seguras de sí mismas,
del símbolo al espacio.

II

Y las cosas se envuelven en su propio volumen,
su color y su aire, su rumor y su luz.
Se aislan y penetran en su propio destino,
desde el borde hacia el centro.
Huyen hacia su sangre.
Se sumergen en lenta lluvia de soledad.

Pero sulluvia cae, funde, persiste en mi simiente,
y su canto y su sangre
en mi sangre y mi canto.
La vida de las cosas se vuelca hacia mi vida,
y respiro con ellas. Germino y permanezco.

Brillan dentro de mí. Alimentan mi llama
y me dan su existencia.
Y fluyen los aromas de la tierra,
y hondas canciones sin palabras,
entre el calor de todas las maderas
Mi soledad se puebla de voces y misterios.

III

Enlazada al principio de las cosas,
unida al infinito murmullo de las ramas,
hoy llevo la alegría de la espiga
y la luz de las lámparas del agua.

Ya los rieles que van al horizonte
no me tienden la angustia de sus manos.
Tengo bajo los párpados
el sol de pleno día que calienta las piedras
y la sana limpieza de la carne.

Y hay, más allá del hueco de mis palmas,
solo una secreta y sencilla confianza.
Y se van las palabras, volando a los destinos,
sin temor a futuros ni a distancias.

Una ventana

Una simple ventana, hacia un mundo tan ancho,
cruzado por los cielos en cendales de alba.
Respiran los cristales blanca fiesta de almendro
ceñidos de luciérnagas.
Y la danza del ceibo
enardece la llama que incendia la montaña
a la orilla del sueño.
Y mis lunas destellan en ascenso de alas
sobre espacios rosados. No importa si mañana,
a la hora del descenso, se regazan en niebla.
Una simple ventana