Poetas

Poesía de El Salvador

Poemas de Rafael Mendoza

Rafael Mendoza, es uno de los representantes más destacados de la literatura de su país. Rafael Mendoza nació en San Salvador en 1943 y estudió Licenciatura en Derecho en la Universidad de El Salvador. Desde joven se interesó por la poesía y fundó e impulsó el grupo «Piedra y Siglo», surgido en los años 70 por estudiantes universitarios que buscaban expresar su compromiso social y político a través de la palabra.

Mendoza ha publicado varios libros de poesía y cuentos, entre los que se encuentran Confesiones a Marcia, Los muertos y otras confesiones, Testimonio de voces, Sermones, Los derechos humanos, Entendimientos, Elegía a media asta, Los pájaros y Poemas para morir en una ciudad sitiada por la tristeza. Su obra ha sido reconocida con diversos premios y ha sido incluida en varias antologías nacionales, centroamericanas y de otros continentes. Además, ha participado en importantes lecturas poéticas, como el Festival Internacional de Poesía de El Salvador.

La poesía de Rafael Mendoza se caracteriza por su tono confesional, testimonial y crítico, que refleja su visión del mundo, su experiencia personal y su solidaridad con las causas justas. Su lenguaje es sencillo pero profundo, cargado de imágenes y metáforas que revelan su sensibilidad y su talento. Su voz es una de las más auténticas y originales de la poesía salvadoreña contemporánea.

Las flores de cedro

Ha soltado sus flores el cedro de enfrente.
Son flores muy duras y oscuras
Como la suerte de mi país.
Y no tienen aroma.
Como si prefirieran reservar su fragancia
Para tiempos mejores.

Unas caen en los patios de las casas;
Otras, en los tejados, en los aleros.
La mayor parte se pierde en la calle.

Los niños pobres de los suburbios
Recogen las que pueden cuando pasan a la escuela
Y mientras suben la empinada cuesta
Van arrancando pétalos…
Uno dos tres cuatro cinco…
Luego le dan un puntapié a lo que queda.

Yo me quedo muy triste
Al ver los pétalos regados
Pensando en lo que harán cuando le arranquen
El último a mi país.

Con el alma a media asta

Decido
No volver a llorar
Pues ya no puedo.

Propongo
No volver a reír
Pues no me sirve

Deploro
No poder ya gritar
Pues no hay oídos.

Lamento
No llegar a morir
Porque estoy muerto.

Secreto profesional

Cuando me maten
Todo seguirá igual:
Las calles con sus hormigas
Los árboles con sus troncos meados
Las aves con su pedrada en el costado
Los cafés con sus narcisos
Los postes con su propaganda
Los ríos con sus cadáveres
Los libros con su capa de polvo.

Pero un día caerán otros
Y otros
Y otros más
Y cuando ya seamos muchos los caídos
Alguien dirá que las cosas deben cambiar
Y caerá también.

Naturaleza muerta

La gente se detiene a ver
Televisores en los escaparates
A comprar golosinas
O a matar el tiempo
Mientras los oradores
Desde el monumento a la libertad
Se esfuerzan en explicar
Los problemas nacionales.

Después la gente va a sus casas
A comer y a comentar
Lo que se puede hacer
Con los problemas nacionales
Mientras en las suyas
Los oradores se apoltronan
Frente a sus televisores
Satisfechos de la jornada.

Libertad de pensamiento

En aquel tiempo el Galileo entraba en su burro
A la historia de los grandes pensadores,
Mientras Calígula pensaba convertir a su corcel en Cónsul.

Después el pensamiento anduvo sobre ruedas,
Llevándose de encuentro a otros cristos,
A las brujas inventoras de kábalas y sortilegios contra malos pensamientos,
A los descubridores de la fórmula “libertad, igualdad y fraternidad”,
A los independentistas que no pensaron en que el tiro les iba a salir por la culata,
A los seguidores del Tío Carlos
Y a tantos otros que pensaban que la luna no era queso
Ni la dignidad un estropajo para mantener botas pulidas.

Para gozar la libertad de pensamiento
No deberás pensar en la libertad;
Debes pensar en la bandera y el himno nacionales,
En la estatua de la libertad
Y que en el paraíso hay graneros suficientes
Para mantenerte después.

Debes pensar seriamente en que tus hijos no piensen mucho,
En que si nada tienes nada puedes perder,
En que si no tienes empleo te sobra tiempo para pensar,
En que el tiempo pasa indefectiblemente
Y en que después de muerto ya no pensarás.

En lo demás no pienses.
No te corresponde.
Profundos pensadores elaboraron
Una Constitución Política
Para asegurar sus destinos en su patria.

Pequeñeces dichas a veces

I

Marcia,
Te digo,
Que tenemos diez años de amarnos
Y ver la mesa en el hogar
Servida;
Que muchos
Por no tener mesa
Han perdido la fe en el amor…

(Parque Cuscatlán, 1967)

II

Marcia, te digo:
Tú jamás entenderás
Por qué comparto el corazón entre Marcia
Y los demás
Que nadie llama a compartir…

(Bajo el monumento a la Revolución, 1966)

III

A veces parezco un viejo perro enfermo.
Siento que es la patria un gran solar
Donde no quedan huesos que roer…

(Café Latino, 1967)

IV

Tus ojos me recuerdan
Al cristo negro de Esquipulas
Porque tienen el sabor
De aquellos azucarones envueltos
En hojas de mazorca pintadas
Que traía mi tía cada vez
Que regresaba de peregrinar…

(Primera noche, 1966)

V

Hay en Atecozoli
Aguas que bajan con aromas
Frescos de hojarasca
Y quejidos de campesinos
Muertos allí el 32.

(Sala de Cirugía del tórax, Hospital Rosales, 1967)

VI

A veces me preguntas por qué me quieres tanto.
Será porque ninguno te ha enseñado
Como se entregan flores sin cortarlas,
O porque nunca oíste a nadie
Decir adiós a un perro,
O porque siempre arruino los relojes,
O tropiezo en las aceras y temes me atropellen,
O porque en vez de hacer castillos
Hago ranchos en la arena,
O porque te das cuenta que me vuelvo cuerdo
Al oírte decir que no te explicas
Por qué me quieres tanto.

(En el baño)