Poetas

Poesía de Chile

Poemas de Fidel Sepúlveda Llanos

Fidel Sepúlveda Llanos fue un destacado poeta, investigador y profesor chileno que dedicó su vida al estudio y difusión de la cultura tradicional y popular de su país. Nacido en 1936 en el campo de Cobquecura, en la provincia de Ñuble, desde niño se interesó por la literatura, el arte y la religión. Estudió en el seminario franciscano de Chillán y Santiago, donde aprendió latín, filosofía y teología. Luego se licenció en Pedagogía en Castellano en la Universidad Católica de Chile y en Derecho en la Universidad de Chile. Más tarde obtuvo el doctorado en Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid, con una tesis sobre la teoría de América en la novela actual.

Su labor académica se desarrolló principalmente en el Instituto de Estética de la Universidad Católica de Chile, del cual fue director por dos períodos y fundador de la revista Aisthesis. Desde allí impulsó numerosas investigaciones sobre el patrimonio cultural y artístico de Chile, especialmente sobre la literatura oral, las fiestas tradicionales, la artesanía y la religiosidad popular. Fue un profundo conocedor del romancero, las adivinanzas, el canto a lo poeta y el cuento popular chilenos, así como de las obras de Violeta Parra, Oreste Plath y Margot Loyola. También escribió ensayos sobre arte, literatura contemporánea, cine y ballet.

Como poeta, publicó varios libros que reflejan su sensibilidad por el lenguaje, la naturaleza y lo sagrado. Entre ellos se cuentan «Cantos del peregrino» (1964), «A lo humano y a lo divino» (1990), «El libro del buen amor» (1995) y «Cantos del caminante» (2003). Su poesía se caracteriza por su tono lírico, su ritmo musical y su inspiración en la tradición popular y cristiana. Fue galardonado con el Premio de la Academia Chilena de la Lengua a la mejor creación literaria del año 1990 y nombrado Miembro de Número de dicha institución en 1998.

Fidel Sepúlveda Llanos falleció en Santiago el 27 de septiembre de 2006, dejando un legado invaluable para la cultura chilena. Su obra es un testimonio de su amor por su tierra, su gente y su historia, así como de su búsqueda constante de la belleza y el sentido de la vida.

Perfil

Me ocurre la memoria como memoria de raíces.
Me ocurren los sueños como realidad real.
Me ocurren los pensamientos como metáforas.
Las metáforas me ocurren como la respiración.
Me ocurre una palabra que no es mía.
Una idea que tampoco es mía.
Una utopía que tampoco es mía.
Brota de las raíces, asciende y enciende
el horizonte. Es el aire.
No se puede vivir sin aire,
sin tierra,
sin agua,
sin fuego como los miserables que se mueren de frío.
Esto es lo mío que ocurre que es lo de mi gente,
la de los campos, la de los pueblos, la de las ciudades.
Ahí me encuentro con el encuentro de lo viejo y lo nuevo.
Este encuentro me encuentra con lo mío
que se dice en metáforas
que dicen lo que la gente dice,
que me dicen lo que tengo que decir.

(Inédito, escrito en el Cajón del Maipo)

Esta herida descomunal
que no cesa de abrirse
este hormiguero sideral
de montañas
que no cesan de hundirse para arriba
y de auparse para abajo
esta parición sin fin
de infinito infinito
en que te ensañas
desde tanto tiempo atrás
desde tanto tiempo al frente
en que te empeñas
en proliferar una prole
que no cesa de
arenas, areniscas, florecillas, vilanos,
abejas, avispas, avecillas y cóndores
y pumas y huemules y avestruces y
ubutardas amén de canelos
y litres y peumos y quillayes
y maitenes. Mesas y misas sacras
y non sacras, inmensas mesas, mesetas
íntimas mesas, de gentiles gentes gentiles
cuando no hostiles, gentes gentes
que proliferan, que proliferan
más gente, gente gentil cuando
no hostil aun en el cajón donde
aprendió a caminar la infancia de los abuelos.

Primavera

En la raíz ya el tallo
y en el tallo, la flor
y en la flor, la semilla
y en la semilla el sol
volando abismo abajo
a encontrarse con sus
estirpes sepultadas
guardianas de la luz
que roza la semilla
y hace estallar la flor
y en la flor la semilla
y en la semilla el sol…

(Inédito, escrito en el Cajón del Maipo)

nogueche
¡nogueche ya no da leche!

Nogueche ya no da leche;
antes tampoco la daba
pero, en fin, la producía.
Ahora no.

Nogueche ya no hay quien le eche
una mano al huaso pobre…
aunque el ánimo nos sobre…
Ahora no.

Nogueche ya no hay donde teche
ni donde siembre ni coseche
ni barbeche ni repreche.

de Rincones del Valle del Itata

quirihue
chirihue
sin copihue
ni colihue.

Quirihue,
ni copihue ni colihue,
sino plátano oriental
en tu alameda tierral,
casatierra que se encierra,
hombretierra que se entierra
tierra arriba tierra abajo,
trumao, greda, cascajo,
se agrietan tus viñas niñas
en tierra que se destierra.
Y, en Coiquén, el cielo pleno,
ajeno

(Inédito, escrito en el Cajón del Maipo)

Al atardecer
he sentido el espíritu de la
montaña
su silencio de mole
su silencio inmenso
de mole inmensa
recorrida por infinitas
infinitesimales vidas
y el bajo continuo del Río Maipo
que no cesa de correr
al costado de la mole inmensa
y quieta
esta herida que fluye
a la mar
adonde ¿vamos todos?
silencio y voz
quietud y movimiento
en esta tarde
de estío
en el Cajón
en esta casi noche
donde se escucha un Dios
que no habla
que habla en la montaña
en la altura honda
de la montaña.