Poetas

Poesía de Perú

Poemas de Francisco Carrillo Espejo

Francisco Carrillo Espejo, nacido el 18 de marzo de 1925 en Lima y fallecido el 13 de octubre de 1999 en Huancayo, fue mucho más que un escritor: fue un erudito, un maestro y un soñador que dejó una marca indeleble en la literatura peruana. Desde temprana edad, Carrillo demostró una pasión desbordante por las letras, la cual cultivó a lo largo de su vida con una devoción incansable.

Sus primeros pasos en el mundo académico los dio en el Colegio Anglo-Peruano, ahora conocido como el Colegio San Andrés, donde comenzó a forjar su mente inquisitiva y su amor por la palabra escrita. Sin embargo, fue en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos donde encontró su verdadero camino, graduándose con honores en Humanidades en 1947 y continuando su formación en los Estados Unidos, donde obtuvo su Magíster en Artes en la Universidad de Washington en Seattle.

El legado de Carrillo no se limita solo a su labor académica; su pasión por la poesía lo llevó a fundar y dirigir la revista Haraui, un refugio para las voces líricas y las expresiones culturales emergentes en el panorama literario peruano. Su labor como docente también fue fundamental, impartiendo conocimientos en diversas instituciones educativas tanto en su país natal como en el extranjero, desde el Colegio Markham hasta la Universidad de Hawái.

La obra de Carrillo Espejo es un testimonio de su profunda conexión con la tierra y la historia de su país. Sus poemarios, como «Provincia» y «Cuzco«, son un viaje íntimo a través de los paisajes y las emociones del Perú, mientras que sus novelas cortas, como «Unas vacaciones perdidas» y «Keiko San«, exploran las complejidades de la experiencia humana con una sensibilidad única.

A pesar de su partida prematura debido a un trágico accidente automovilístico, el legado de Francisco Carrillo Espejo perdura en las páginas de sus obras y en la memoria de aquellos que lo conocieron y amaron. Su contribución a la literatura peruana y su incansable búsqueda de la belleza y la verdad lo convierten en una figura inmortal en el panorama cultural de su país y más allá.

Se han perdido los hilos
de nuestra existencia

El tuyo en las tranquilas aguas
De un río que se volvió asesino.

El mío buscando tu luz
en las tinieblas.

Busco tu poema

Busco tu poema
en el agua
en la neblina de mayo
en la luz de la tarde
en esa ave que va por el jardín
y luego escapa

¿Dónde está tu poema?
¿Está en el tejado
a punto de volar otra vez?

Tu poema ¿es un hilo invisible?
cada vez más delgado,
¿una tela de araña?

¿Es quizás un haiku
que te hace meditar,
otros versos que luego escondes
en el libro de Basho?

Al otro lado del mundo

Al otro lado del mundo, allá te quiero,
posterior a la muerte, en el vacío,
con el pino deshecho y olvidado,
con el lago lejano y extendido,
con el hijo soñado en el rocío
de la flor más lejana de un planeta dormido.

Poesía mía

Qué fácil engañarla
tal su pureza
frágil a la que sin embargo destruye

poesía humilde poesía
mi rincón más secreto y conmovido
solo te doy las horas
robadas al trabajo
mi invención más humilde
que siempre se extravía

a veces pienso que escribo
oh exaltado traidor
para que todos vean
mis burdas impurezas
y envidio
al que siempre me antecede
y ha escrito lo mío

mas al fin
soy un hombre común
y me reduzco
a mis diarios quehaceres
y a que mi hijo me recuerde
viviendo poesía
en los momentos tristes
que le guarda la vida.