Poetas

Poesía de Perú

Poemas de Bernardo Rafael Álvarez

Bernardo Rafael Álvarez, nacido en Pallasca, Perú, el 12 de noviembre de 1954, se erige como un destacado poeta de la Generación del 70. Su poesía, según el poeta Tulio Mora, es la «puesta en escena de un cuerpo sometido a pulsiones sociohistóricas«, una expresión poética viral y arrebatada, según el polígrafo Marco Aurelio Denegri.

Vivió sus primeros años entre las montañas de Áncash, forjando una conexión profunda con su tierra. Álvarez, abogado de profesión, exploró la lingüística en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y se sumergió en los círculos de Hora Zero, publicando su primer poemario, «Aproximaciones & Conversaciones«, en 1974.

La pluma de Álvarez, tejida con arrebato y rebeldía, desafía las convenciones sociales en obras como «Dispersión de cuervos» y «Los bajos fondos del cielo«. Su «La divina hoguera» revela una defensa radical de la palabra delincuente ante la vida. Su poesía, abordada por el peruanista Roland Forgues, se erige como un acto de subversión contra las restricciones culturales y éticas.

El repertorio poético de Álvarez se expande con cada obra, incluyendo «Toro de trapo y algunas otras deudas» y «Sitis«. Además, su habilidad ensayística florece en obras como «EL POETA, LA AMADA MUERTA Y LA FLOR DEL MONTE» y «EL HABLA DEL CONSHYAMINO», que explora el castellano de Pallasca.

Álvarez, con su pluma rebelde, continúa desafiando las normas literarias, ofreciendo al lector una experiencia poética única y subversiva que trasciende el tiempo y las convenciones. Sus contribuciones a la literatura peruana, marcadas por la rebeldía y la profundidad, le aseguran un lugar destacado en el panorama literario contemporáneo.

K

Erase un buitre que me picoteaba
Los pies -Franz. Jus, cúbreme: haz
De mi sangre una flor, un geranio atado
A mi saco sucio, sé mi luz. El jaibit
Mi corteza. Palabra cayendo: y la ciudad
Se movía en mareas y remolinos, mientras
Del asfalto brotaban apio y aceite. No soy
Pirámide -en desierto o meseta, el viento
No se apiadará de mí: caparazón, insecto
Gigante, «Gregorio, Gregorio ¿qué pasa?»
Sólo rueda el mundo, un escarabajo detrás:
Nada acontece -todo en orden; arden mis
Pies. En un lago las ranas cantaban y
Jugaban -Juan Ruiz, pescozudo y velludo
Trae un fusil, suéltalo, Yo me voy hasta
El despeñadero: se desmorona la montaña;
Corpses are set to banquet. El cielo en
Esta parte del universo es de hojalata;
Espejo turbio: Sayum. ¡Cro, cro! y el agua
Se entrevera en las totoras. J’écoute les
Appels d’un monde qui se noie, ¿quién se
Atreve a amar la carroña que nos envuelve?
¡Franz, Franz, no hace falta: el buitre
Se ha suicidado en mi garganta!

De negra invención

Día brumoso e indeciso martes
Miércoles sábado qué sé yo/
Luz indefinida que hiede
A pesar del sol y la luna
Sol de soledad
Luna de agua
Y desorden vehicular
Flor que envejece desmayada
Víctima de la caridad y las miradas autistas
Cebiche y chanfainita
Invaden la panza de la urbe
El gobernante no asume su extravío
Debajo del solemne excremento
De las palomas y la filantropía
Un niño come pan con pescado
Y aún no comprendo
Por qué y para qué escribo
Por quién y para quién borroneo
Cuervos y tornasoles guturales
Partos incestuosos bla bla bla sin gemido
Ni truenos de moldes
Tal vez para que mi cadáver
No hieda: asno que escupe desde el capullo
De un geranio la saliva
Es mi resurrección e indulgencia
La palabra y sus vergüenzas expuestas
Al sol de la noche

Horacio

Mira la mar, Horacio,
Mírala: elevadas cumbres,
Laderas escarpadas, abigarradas junglas,
Desiertos infinitos.
Mírala.
Allí estoy yo despedazado,
En gotas de azogue comprimido
Esperando el Juicio Final:
Si no me equivoco estoy sonriente:
Brillan mis dientes como el oro,
Aunque desorbitados mis ojos
No se desprenden del objeto que ven:
Un jabalí tornasolado persiguiendo
A una flor.
Mira la mar, Horacio,
Ha de abrasarte si te acercas
Pero es tan difícil:
La baba ha formado un pantano
Alrededor del cual nuestros sueños
Y lamentos son vilmente reciclados
Y en la copa de un almendro
Descansa la estructura ósea de un Delfín
Muerto de hambre por no someterse a la ley.
Mira la mar, Horacio,
Mírala: es un verbo rugoso e inerte
Apisonado entre corchetes,
Gobernantes
Y poetas.

Bajo el puente

Lo obvio
-Ciego que palpando no escucha el aroma de la acidez-
No se condice con la ansiedad
Del diazepán y la valeriana
Tiende a frustrar eso que llamamos esperanza
Esperanza esperanza
Esperanza esa rama débil en el acantilado
Que soporta el peso de los pecados
Como una prohibición grotesca del suicidio y la perversión
Es un sueño de santos
Lúcida es la ceguera y vidente
La soledad un tropiezo prolongado
Sombrío y torpe a veces
Y yo te espero debajo del puente
Como desperdicio engendrado por un vómito místico
El río de escoria fluye múltiple brillante y desquiciado:
Pájaros trozados zapatos impares
Evacuaciones hospitalarias
Flujos menstruales fetos
Marías que se van sin un cristo en las manos
Un libro inoportuno de Proust un extravío
¿La danza de la vida? Ah caracho
Nunca un desliz fatuo de metáforas: Fluye fluye fluye
El paisaje sublime convulsiona oh fiebre de perros
¿Por qué ponerles trabas y traiciones
A nuestros rápidos y meandros?
Esto es solo un vals olvidado compañera mía pse
La vida que rechaza las tranqueras/ Nada más nada más uff

Arliasar

Con pudor y cinismo
una sábana blanca esconde
los labios,
la hendidura inexpugnable
de la profundidad feraz de tu pubis
y el monte salvaje que, enhiesto y acobardado,
parece vigilado por tu clítoris: guardabosques celoso
del paraíso.

Y tus senos, ¿dónde están tus senos
y el capullo que corona sus alturas
de albor galáctico?

Yo, loco escrutador de las sombras,
busco la luz que navega en tus fluidos
pero solo puedo ver la huella radiante de tus pasos detenidos
en las rodillas que como montañas
emergen de entre las olas de un mar encrespado
que es tu cama.

Y tus ojos, ¿dónde están tus ojos?
Miran sin ver
mi asombro,
y de un rayo, amanecer que explosiona,
brota la ceguera
como signo de interrogación.

Tendida como un valle
pero ondulante como olas de mar en madrugada
yaces como una duda
y un llamado
a la paz y la guerra.

Una luz envuelve tu mirada.
Esa luz golpea la mirada mía
como una prohibición.

(¿Entraré en el fuego de tu infierno,
como pecado
y condena
y, desgarrado y desgaritado,
llegará mi corazón a palpitar al compás de tus gemidos
mientras la noche envolviendo nuestros cuerpos
llore y sude a mares,
mujer santificada,
diosa de mis pesadillas
y mi sed?)

Quise ser dueño del horizonte

Y alzarme sobre mi sombra
Como una montaña
Yo venía siempre de muy lejos
Vengo siempre de muy lejos
Nada hay más distante que nuestro propio cielo
Y el vaho que lo escuda
Y mirar la cara oculta
De la sonrisa de todos
Crash plaf puaf un sueño de cantuta cae
Desde mis párpados:
La piedra del camino/
Sobre el mar navegan las alucinaciones
Solo logré mantener
El dominio ni siquiera absoluto
De mi silencio
Y no llego y siempre me espero siempre
Mi mayor virtud es tener todos los defectos
De un cristiano impuro
Metáfora construida con hojalata
Un moscardón sobrevuela
En mi vacío Solo produzco hedores
Riqueza
De tontos
Y una flor en mi canto
Canto canto canto
Que me lancen a los cerdos
Como un pétalo de cardo
Prueba de amor más allá del sol
Casi nada
Desde muy lejos

Me Importan

Qué me importan los demás, dije

Y hubo sonrisas medio borrosas
insolentes
como garabatos en pizarra de escuelita abandonada
Palabras ahogadas
olas que se desleían suicidas y desgaritadas en una roca musgosa como grosería desconsiderada
Eructos fofos
desganados
Inurbanos
sin razón ni hedor

Vacío
Brillo de moneda ruin

Hubo hambre
Hubo cadenas y rejas y alambrada de púas y condena
Espejismos y ronquidos que cuarteaban el encanto de los sueños

Hubo indignación como catarsis y ablución desvergonzada
placer orgásmico
onanismo exultante
Rock and roll sin carne ni acústica

Y hubo
siempre
un día siguiente colgado como almanaque o periódico mendaz
en el quiosco de la esquina
Y un volver a comenzar desguarnecido

Qué me importan, dije

Pero los demás nunca dejaron de ser mi mismo desierto y desconcierto
mi misma soledad y compañía
mi misma asfixia
mis mismas ganas de morir como una cucaracha
mi misma resurrección a la hora de la oración y el desayuno de milagros
La misma sinfonía de estiércol y pétalos de girasol
Mi silencio y el rumor de no estar solo

Porque me importan todos a pesar de ellos mismos
porque los demás soy yo
y yo me importo como me importa un espejo y su mirada sin fondo ni pesadillas
(El espejo que retobado e impenitente repite
la letanía de la esperanza y su bendita imprudencia a la manera de un verso leproso
que escarba en la basura
en busca de pan
y luz)

Que me entiendan

Pse!
Yo no quiero que me entiendan
Que me lean pasado mañana
No me importa que me lean las
Palmas de mis manos
La niebla de mis ojos/
Ve ciego lo que puedas ver
Dice mi hijo Igor/
Anclar en tu corazón
O en tu hipocondrio
El laberinto de mis sueños
El estiércol cubre la ciudad
Bucólica de palabras
Palabras
Palabras
¿Qué es el entendimiento?
Sigue tu ruta decreta
Eres dueño de tu escritura
Mientras escribes /
Las bestias el pasto
El papel de agua
Mi piel de ostra se la traguen los gusanos
Sus raíces
En las horas del sánset y su melancolía
Me tiendo como el mar y miento
Es una cosa de vísceras el poema
Las escamas palabra del cielo
Las desinencias y su soledad
Etcétera