Poetas

Poesía de España

Poemas de Julie Sopetrán

Julie Sopetrán (1943). Poeta española. Nace en Mohernando, provincia de Guadalajara, España el 16 de Junio de 1943. Julie Sopetrán es el seudónimo de Julita González Barba, Julie por Estados Unidos, donde ha vivido más de doce años, concretamente en California y Sopetrán, por el Monasterio de Sopetrán que compró su padre y es donde fue a vivir a la edad de 12 años y, es allí, entre las ruinas del viejo cenobio, donde ella empezó a escribir sus primeros versos.

Ruinas

La escarcha de la noche ha estilizado el tiempo
Y las ruinas acallan los cantos gregorianos
Sin palomas, sin grajos, en silencioso rito
mi corazón imprime latidos en la piedra!
El rubor de la historia mistifica los gestos
No existe fortaleza que recobre la intriga
de aquellos monjes buenos, o los otros inquietos
inquisidores de almas entre muros toscanos!
Belleza del refugio, salvaguardas salvajes
de trisagios, de glorias, de reprimidos sueños
que dejaron el arte desnudo en su flaqueza!
Exequias de un pasado tenebroso y devoto
Que calcifíca sombras y esclarece misterios
La escarcha de la noche con sus manos heladas
congela entre las piedras… intuídos secretos!

Niebla

El aire de la huída sacudía las ramas
Chocaba con la lluvia, con los árboles secos
Las hadas empañaban el cristal de mis ojos
La desnudez del llanto desvestía el silencio
Y en marea de grises cual ritual iniciático
Empañado de sueños, a ritmo vacilante
Mi corazón perplejo latía su flaqueza
Lumbre de sensaciones, dorondon de la tarde
Evolutiva nube deshaciéndome el caos
O ese vapor de ausencias rezumándome el rostro
Alivio de la bruma y tu imagen tan cerca…
¡Ya presiento mis labios por la humedad pintados!

Castillo

Un castillo de sueños ¿Quién lo diría entonces
cuando al muro del alba le crecía lo ingrato?
Un castillo de luchas para la oscura infancia,
Los juegos de la guerra, las torres de la sangre,
Baluarte en la sombra que nos dejó perdidos.
He subido la cuesta de olivos centenarios
He pisado la historia: la que yo nunca quise
Y han subido conmigo los recuerdos contados
Mis padres, mis abuelos, las edades, los libros
El tiempo que se adhiere como si fuera el musgo
de las ruinas perdidas, en los vientres heridos…
Y he subido contigo porque le falta al muro
¡Ese Amor de la tarde que nunca fue vencido!

Amanecer

Hay un árbol que canta y un corazón que llora
El rocío en el alma la nieve en la cordura
La savia entre los dedos el temblor en los tallos
Son las caricias dulces de un amor prohibido
Es invierno hace frío y sangra la belleza
El brasero apagado las emociones rotas
Es un canto de siglos: el compás de la calma
O un engendro del alba donde juegan los pájaros
Quiero nacer de nuevo en un mundo intuído
Donde las ramas secas ardan luces heridas
Y emanen otras nubes con diferente lluvia
Quiero sentir la estrella en presunción de tacto
Llorar fuego en el aire cuando mires al cielo
Y templar el suspiro que nieva en tu tristeza.

Detrás de la mirada

¿De quién es la mirada?
aunque yo no la veo
son ojos escondidos
que a la vez son espejos.

Se me pierde el camino
se bifurca el enredo,
el nudo es espejismo
que diseña desiertos.

Siento tus ojos-noche
rodeándome el cuerpo,
cual viento que se lleva
mi corazón muy lejos…

Si es de Dios la mirada
que me deja perdida.
¿Por qué no sabe el alma
si es con tus ojos-noche
con los que Dios me mira?

Vino

Es un brindis de invierno hecho de soledades
Pequeñas dimensiones de procesos vividos:
Cristales de la nada vilanos que se rompen
O el corazón volando por todos los toneles
Dejo que pase el tiempo perdida en tu mirada
Los vidrios de la tarde se han llenado de lunas
Y este sabor a mosto me reposa lo interno
Y me analiza estancias donde crece lo amargo
Acidez y dulzura, vendimia y sedimento
Fermentación que aroma los orujos pisados
La cuba de mis sueños huele a llanto en el aire
Es como un sabor tártaro paladar de silencios
Y es que el dolor no es agua es un proceso largo
De haber llorado mucho dentro de tu pellejo.