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Poesía de Chile

Poemas de María Silva Ossa

María Silva Ossa fue una escritora y poeta chilena que nació en San Fernando el 15 de agosto de 1918 y falleció en Santiago el 28 de septiembre de 2009. Su obra abarcó los géneros de la poesía y el cuento, especialmente dirigidos al público infantil.

Desde pequeña, María Silva Ossa mostró una inclinación por la literatura, influenciada por su abuelo José Santos Ossa, explorador y descubridor del salitre, y por su hermano Mario (Coré), ilustrador del semanario infantil El Peneca. Su tía Elvira Santa Cruz Ossa fue la directora de esta revista, que fue un referente para la cultura infantil chilena.

En 1941, publicó su primer libro en coautoría con su esposo, el poeta Carlos René Correa, titulado Cuento y canción. Al año siguiente, lanzó su primera obra individual, De la tierra y el aire, que fue seguida por En la posada del sueño en 1948. Paralelamente, se formó como educadora de párvulos y se integró a la Organización Internacional para el Libro Juvenil (IBBY), dedicada a la difusión y el mejoramiento de la literatura infantil y juvenil.

Su consagración como escritora infantil llegó en 1965 con El hombre cabeza de nieve, libro que recibió el Premio IBBY. Otros cuentos destacados de su autoría son Perejil Piedra, La aventura de Tres Pelos, Las calzas del brujo y Cuentos de hadas y hechiceros. Además, colaboró con la revista Mampato y dirigió el Mini-diario de La Nación.

María Silva Ossa también cultivó la poesía y formó parte del Grupo Fuego de Poesía junto a otros autores como José Miguel Vicuña, Mila Oyarzún y Chela Reyes. Algunos de sus poemarios son La ciudad y los signos, Cuatro voces y Del origen.

María Silva Ossa fue una escritora prolífica y reconocida, que dejó un legado valioso para la literatura chilena. Fue miembro de la Sociedad de Escritores de Chile, del Pen Club y recibió varios homenajes por su trayectoria. Su obra se caracteriza por un lenguaje sencillo y lírico, una imaginación creativa y una sensibilidad hacia el mundo infantil.

Canción

En la tarde de boca rosada
las rodillas del día se doblan
y reciben sus faldas de yerbas
niños albos con pies de palomas…
Los anfibios molinos destuercen
sus gargantas de alondras
y los pinos de fierro chapado
alzan largas polleras sin hojas.
Ríe el río en la tierra soñada,
los arrieros retornan al monte:
ancha sed en la estrella del pecho:
¡cien mujeres con brazos dormidos

les entregan diamantes de fuego!

Paso de muerte

Fría carreta traspasó tu puerta;
en un azul desvelo de colmena
rasgó la sombra y la dejó desierta
y desdobló los aires con su pena.

Soplaba aún la fragua de tu huerta;
maestranza sin fuego, ni azucena,
quebró su voz por no sentirla muerta
y profanó los panes de tu cena.

Por el valle y camino ya extinguido,
en un voltear eterno tu carreta
hace girar tus sienes sin latido.

Mas tú, jinete triste y sin vestido,
que mi cansado corazón aprieta,
en mi sangre sin luna llevo hundido.