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Poesía de Chile

Poemas de Matías Rafide

Matías Rafide fue un destacado poeta, catedrático, ensayista y crítico literario chileno, nacido en Curepto el 5 de noviembre de 1926 y fallecido en Santiago el 30 de marzo de 2020. Su obra poética se caracteriza por una profunda sensibilidad y una rica simbología oriental, fruto de sus raíces árabes y sus viajes por el mundo. Su labor académica y cultural abarcó diversos campos del saber, desde la literatura hispanoamericana hasta la estética y la filosofía.

Rafide estudió Pedagogía en Castellano en la Universidad Católica de Chile y se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid. Fue profesor de diversas universidades de Chile, Bolivia y Egipto, donde también se desempeñó como agregado cultural de la embajada chilena. Fue miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española y de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Recibió numerosos premios y distinciones por su trayectoria literaria y docente.

Entre sus obras se destacan Poetas españoles contemporáneos (1962), La novela hispanoamericana actual (1971), Escritores chilenos de origen árabe (1989), Presagios: poemas bilingües (1994) y Nueva Antología poética del Maule (1984), entre otras. Su poesía ha sido incluida en diversas antologías nacionales e internacionales. Rafide fue un defensor de la cultura regional del Maule y de la cultura árabe chilena y latinoamericana, a las que dedicó varios estudios y homenajes.

Matías Rafide fue un poeta del Maule y un ciudadano del mundo, que dejó una huella imborrable en las letras chilenas.

Navidad en Belén

A medianoche
furiosa lluvia oscurece
el valle, las colinas.
Un niño sin baúles
ni abalorios en cuna
de palmas y martirios.
Afuera la soledad, el viento…
los pastores custodian las estrellas.
Amor al desamor
como la espuma o la sombra
de un sonrisa puerto.
Dios con nosotros.
¡Qué difícil desarraigar
nostalgias en tiempos de
olivos y cipreses

Curepto

Navego una isla
anclada en breve territorio
Calles que naufragan
en un mar de silencio.
Aún es posible escuchar
rumores de la infancia. Cimbreantes
penumbras y quimeras.
Los día desvanecen
rostros de la lluvia. Una mirada
En sombras estremece las aguas
del río tañedor de historias
subterráneas.
¿ A dónde huyeron celestes
aerolitos? ¿Volantines perdidos
en lomas de la niebla?
La plaza es una estampa
de un antiguo paraíso.
Sueños de ayer que aún
revoletean en el aire.
Campanario que atrapas
el cielo con tus fugaces
ángeles.
La ciudad de somnolientos
transeúntes nos aguardan con
sus muertos en paz.
Mientras soñamos el último
poema sonriéndole a un azar
indescifrable.

El cansancio

De una lejana isla abandonada
los buitres han llegado
para morder los gajos de mi cuerpo
ya muerto de cansancio.

Mis huesos han sentido
como espinas el viento de la noche
y veo vacilar la escalinata
de los tronos caídos de aquel bosque.

Es la carcoma que taladra el tiempo.
Solo queda una música tan triste
como hoja perdida en el otoño.
Mi corazón inquieto, triste niño
se columpia en los árboles sin rostro”

No logro ver el mar

Oh, Dios, a veces refunfuño
sin recato. Brillan mis ojos
cielos apocalípticos, ángeles
sin dueño.

Ancianos pusilánimes
alargan el otoño de los parques.

Huyo de noche sin estrellas.
Me asustan hasta el delirio
las ratas vespertinas,
los graznidos anónimos.

Oh, Dios, imposible tu ausencia
en este viaje sin bosques ni
praderas