Poetas

Poesía de España

Poemas de Ruth Toledano

Ruth González Toledano, nacida en León en 1963, se alza como una figura multifacética en la escena literaria española. No solo es reconocida como una poeta talentosa, sino que su compromiso social y defensa de los derechos de los animales la distinguen como una voz valiente y comprometida.

Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, Toledano forma parte de la primera promoción de la Escuela de Letras de Madrid. Su pluma ha dejado huella como columnista habitual en la edición madrileña del diario El País. Sin embargo, su contribución trasciende las palabras impresas, sumergiéndose en la defensa de causas sociales que le han valido el reconocimiento como Cronista de la Villa de Madrid en 2009, convirtiéndose en la primera mujer en ostentar este título honorífico vitalicio.

El compás de su poesía resonó por primera vez en 1994 con «Paisaje al fin«, una obra que revela la profundidad de su mirada lírica. Cinco años después, en 1999, presenta «Ojos de quién«, consolidando su presencia en el panorama literario español.

Toledano no solo escribe con tinta poética, sino que también lidera desde el activismo. Como creadora y editora del blog antiespecista «El caballo de Nietzsche» en eldiario.es, aborda temas cruciales de nuestro tiempo. Su valentía quedó patente en 2014 durante una protesta en defensa de los animales, cuando resultó agredida durante los festejos del Torneo del toro de la Vega.

Su legado se amplía con la creación y promoción de «Capital Animal«, un proyecto que fusiona arte, cultura y animalismo, marcando su posición como artista comprometida con la causa. La obra de Ruth Toledano no solo se experimenta en las páginas de sus libros, sino también en la realidad que abraza con su activismo vibrante y su poesía que resuena como un eco de conciencia.

Será súbdita o reina…

Será súbdita o reina
en la región
a solas.
(Cuando parta el pirómano
hacia nuevos imperios de ceniza.)

Pero digo que hubo sitio…

Pero digo que hubo sitio
para los ojos
y para las manos.
Quiero decir que fue el lugar
del tacto
y la mirada.

Antes del incendio…

Antes del incendio
la ciudad quedó a oscuras.

Pocos vieron
prender la llama entre las manos
del incendiario.
Mas no les cupo duda a los conversadores
en las salas del vino
de la intención que ardía ya
en su tacto.

Poco antes del incendio.

Qué se hará entonces del espacio…

Qué se hará entonces del espacio
trazado en el silencio. Qué
si el estruendo final de los aviones
abre grietas en el asfalto altísimo,
qué si la hélice levanta
un caos de sal para apretar los párpados.

Que no piensen después…

Que no piensen después
los visitantes
que allí se alzaron templos, se trazaron
avenidas, se dispusieron salas
para múltiples usos sospechados:

Era un paisaje tan desnudo.