Poetas

Poesía de México

Poemas de Pita Amor

Pita Amor fue una poeta mexicana que nació en 1918 y murió en 2000. Su nombre completo era Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein y era la menor de siete hermanos de una familia acomodada que perdió su fortuna con la Revolución Mexicana. Desde joven se interesó por el arte y la literatura, y fue modelo de pintores famosos como Diego Rivera y Juan Soriano. También fue amiga de personalidades como Frida Kahlo, María Félix, Gabriela Mistral y Pablo Picasso.

Su poesía se caracteriza por su tono confesional, metafísico y rebelde, con influencias de Sor Juana Inés de la Cruz, Francisco de Quevedo y Luis de Góngora. Escribió sobre temas como Dios, la soledad, el amor, la muerte y el erotismo, siempre desde una perspectiva personal y audaz. Algunos de sus libros más conocidos son Letanía de mis defectos, Soy dueña del universo y Puerta obstinada.

Pita Amor fue una mujer que rompió los moldes de su época y que vivió intensamente su libertad, su pasión y su locura. Tuvo varios amores, entre ellos un rico ganadero que le doblaba la edad, y un hijo que murió ahogado a los pocos meses de nacer. Fue llamada «la undécima musa» por Alfonso Reyes, quien la apoyó en su carrera literaria. Sin embargo, también fue criticada y marginada por su arrogancia, su extravagancia y su escándalo. Murió a los 81 años de neumonía, en la pobreza y el olvido.

Por qué me desprendí

¿Por qué me desprendí de la corriente
misteriosa y eterna en la que estaba
fundida, para ser siempre la esclava
de este cuerpo tenaz e independiente?

¿Por qué me convertí en un ser viviente
que soporta una sangre que es de lava
y la angustiosa oscuridad excava
sabiendo que su audacia es impotente?

¡Cuántas veces pensando en mi materia
consideréme absurda y sin sentido,
farsa de soledad y de miseria,

ridícula criatura del olvido,
máscara sin valor de inútil feria
y eco que no proviene de sonido!

Adentro de mi vaga superficie

Adentro de mi vaga superficie
se revuelve un constante movimiento;
es el polvo que todo lo renueva,
destruyendo.

Adentro de la piel que me protege
y de la carne a la que estoy nutriendo,
hay una voz interna que me nombra;
Polvo tenso.

Sé bien que no he escogido la materia
de este cuerpo tenaz, pero indefenso,
arrastro una cadena de cenizas:
polvo eterno.

Tal como yo han pasado las edades,
soportando la lucha de lo interno,
el polvo va tomando sus entrañas
de alimento…

¡Humanidad, del polvo experimento!

Viejas raíces empolvadas

Son mis viejas raíces empolvadas
la extraña clave de mi cautiverio;
atada estoy al polvo y su misterio,
llevo ajenas esencias ignoradas.

En mis poros están ya señaladas
las cicatrices de un eterno imperio;
el polvo en mí ha marcado su cauterio,
soy víctima de culpas olvidadas.

En polvorienta forma me presiento
y a las nuevas raíces sobresalto
he de legar, con mi angustioso aliento.

Mas conquistando el aire por asalto,
nada tengo que ver con lo que siento,
soy cómplice infeliz de algo más alto.

Yo soy mi propia casa

I

Casa redonda tenía
de redonda soledad:
el aire que la invadía
era redonda armonía
de irrespirable ansiedad.

Las mañanas eran noches,
las noches desvanecidas,
las penas muy bien logradas,
las dichas muy mal vividas.

Y de ese ambiente redondo,
redondo por negativo,
mi corazón salió herido
y mi conciencia turbada.
Un recuerdo mantenido:
redonda, redonda nada.

II

Escaleras sin peldaños
mis penas son para mí,
cadenas de desengaños,
tributos que al mundo dí.

Tienen diferente forma
y diferente matiz,
pero unidas por los años,
mis penas, o mis engaños,
como sucesión de daños,
son escaleras en mí.

III

De mi esférica idea de las cosas,
parten mis inquietudes y mis males,
pues geométricamente, pienso iguales
lo grande y lo pequeño, porque siendo,
son de igual importancia; que existiendo,
sus tamaños no tienen proporciones,
pues no se miden por sus dimensiones
y sólo cuentan, porque son totales,
aunque esféricamente desiguales.

IV

Me estoy volcando hacia fuera
y ahogándome estoy por dentro.
El mundo es sólo una esfera,
y es al mundo al que pidiera
totalidad, que no encuentro.

Totalidad que debiera
yo, en mí misma, realizar,
a fuerza de eliminar
tanta pasión lastimera;
de modo que se extinguiera
mi creciente vanidad
y de este modo pudiera
dar a mi alma saciedad.

V

De mi barroco cerebro,
el alma destila intacta;
en cambio mi cuerpo pacta
venganzas contra los dos.

Todo mi sér en pos
de un final que no realiza;
mas ya mi alma se desliza
y a los dos ya los libera,
presintiéndoles ribera
de total penetración

VI

Yo soy cóncava y convexa;
dos medios mundos a un tiempo:
el turbio que muestro afuera,
y el mío que llevo dentro.
Son mis dos curvas-mitades
tan auténticas en mí,
que a honduras y liviandades
toda mi esencia les dí.

Y en forma tal conviví
con negro y blanco extremosos,
que a un mismo tiempo aprendí
infierno y cielo tortuosos.

Polvo, ¡qué bien te solazas

Polvo, ¡qué bien te solazas
en tu pardusca envoltura,
mostrando expresión tan pura
que la soberbia disfrazas!
Cobardemente reemplazas
tu orgullo por humildad;
mas ocuta es tu maldad,
y eres polvo endemoniado,
pues todo lo has encauzado
a una opaca eternidad.

Te veo por los tejados

Te veo por los tejados,
por las alas de mi suerte;
en los espejos, al verte,
miro mis poros ajados,
de eterno polvo impregnados,
de antiguas muertes nutridos
al igual que mis sentidos.
Polvo que polvo vas siendo,
mi cuerpo te está sirviendo
de antena de tus latidos.