Poetas

Poesía de Chile

Poemas de Soledad Fariña

Soledad Fariña (Antofagasta, 20 de diciembre de 1943) es una poeta, escritora y profesora chilena. Estudió Ciencias Políticas y Administrativas en la Universidad de Chile, Filosofía y Humanidades en la de Estocolmo; y Ciencias de la Religión y Cultura Árabe en su alma máter, por la que es magíster en Literatura.

Ha sido parcialmente traducida al inglés, francés, italiano y catalán. Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías y ha participado en numerosos encuentros de poesía tanto en Chile como en otros países. Paralelamente, ha dirigido talleres de literatura en The Grange School y en las universidades Diego Portales, Mayor y Finis Terrae. Asimismo, fue profesora de Literatura en la Escuela de Educación Parvularia y Básica Inicial en la Universidad de Chile.

TODO TRANQUILO, INMOVIL

Había que pintar el primer libro pero cuál pintar
cuál primer tomar todos los ocres también
el amarillo oscuro de la tierra
capas unas sobre otras: arcilla terracota ocre
arañar un poco lamer los dedos para formar
esa pasta ligosa
untar los dedos los brazos ya estás abierto
páginas blancas abiertas no hay recorrido previo
tratar de hendir los dedos

Por qué tan tristes por qué así estos colores,
dicen, preguntan los choroyes de alas verdes
que pasan en bandadas

Por qué esa oscuridad, gritan

Hay un negro que sombrea que nos cubre
Se alejan pero no alcanzan a ver el rojo que descubro
debajo de mi axila

No hay claridad, no hay claridad, graznan

Ha caído la nube gris sobre mi vuelo: eran granizos
era hielo el que quebró mis alas

Y ahí en las alambradas, suspendido su vuelo
se dan a murmurar

todo tranquilo inmóvil apacible

Cual pintar cual primer

Zumban las alas negras
atento el oído atisba el aleteo
grieta profunda atraviesa las capas arcillosas
cruza rayo negro las capas amarillas
las fulmina
transgrede la suavidad dorada del polvillo
atisba el oído atento el aleteo negro
de alas negras
que sostienen el aire que lo aguantan
todo tranquilo inmóvil apacible

DONDE EL AMARILLO

Esparcir la mirada
dónde el amarillo dónde
presagio oscuro las comisuras negras
rígidas postergan aclaran amainan
el temporal amaina amaina la mañana
el verde amaina
arrastran saco nocturno las comisuras
y el amarillo dónde
escarban las manos curvas
atolondradas aventan las necias circulares
(las mejillas) en radiante espiral
recorre emplasto negro las miradas hundidas
en la frente, ataduras profundas

Cinco son, cinco, apuntan los choroyes
Cinco los surcos hondos taladrados

(observa el ojo inquieto, silenciosa la mueca
observa)

Aun no es tiempo

Muge la tierra el ocre el terracota el gris el negro
abrir la axila, hay una herida inmensa volcán
reteniendo sus aullidos:
acallarlo

– Aún no, aún no es el tiempo de la poda de las
guías rastreras,
mascullan los choroyes,
– Aún no es el tiempo de la poda de las guías
Rastreras

Mirar el hueco entonces –pobres humores grises
Y taimados-, detener el impulso volcarse al agujero:

Hay un rojo que brama por estallar
– Aún no es tiempo, aún no es tiempo

FUE EL FRÍO FUE EL GRANIZO

Espera la mueca el turno del deslice
líquida escurre por el cuello
atenta al gorgoreo de las venas azules

No escuchar No escuchar ese torrente
murmuran los choroyes

Sigue la mueca su derrame oscuro
desborda la hendidura del pecho y
quién fue
quién succionó quién las cuarteó
a esas dos -pregunta

Fue el frío fue el granizo tupido
el que quebró las alas

Se lamentan picotean sus pechos emplumados
y la arcillosa insiste quién fue
quién succionó
quién las cuarteó a esas dos
se avergüenzan picotean sus pechos emplumados

HAY UNA SUAVIDAD EN ESE MONTE EN ESA CURVATURA

Diluida cae deviene la arcillosa
las yemas esparcen la tintura acuosa por esa
superficie curva

Hay una suavidad en ese monte en esa
curvatura, susurran los choroyes,
hay una tibieza incitadora, hay unos
misterios insondables en esa curvatura

Acaricia la tinta, bajan las yemas acariciando
con ademanes suaves, pero hay un musgo adherido
hay una maraña tupida que estorba detiene
el deslizar
Separan los machetes afilados la maraña
tupida

DESHIERBAR LA HONDONADA, BUSCAR EL ESCONDRIJO

Avanza ciega la bandada afilando sus picos
deshierbar la hondonada buscar el escondrijo
Avanza ciega la bandada afilando sus picos

¿Por qué esa oscuridad?
abierto el ojo abierto en esa oscuridad

Tierra a la tierra vuelta, desciende el guiño
azul a la mueca cuarteada mi acuosa mi arcillosa
punza suelta desgarra

rojo a la llama blanca, mugidos subterráneos
en esa oscuridad: tomar el gran pincel
afilar el cuchillo perder la empuñadura
hendir abrir hasta perder
no hay recorrido previo
había que pintar el primer libro
pero cuál pintar cuál primer

ESCURRE ENTRE LOS DEDOS

un cardumen minúsculo

Por las fosas penetran aletillas
nerviosas Una corriente
tibia arrastra mi Ojo fijando
la pupila