Poetas

Poesía de Chile

Poemas de Mercedes Marín del Solar

Mercedes Marín del Solar (1804-1866) fue una educadora y poetisa chilena, considerada como una de las precursoras de la literatura hispanoamericana.

Hija de Gaspar Marín, integrante de la Primera Junta Nacional de Gobierno de Chile, recibió una educación privilegiada en su época, aprendiendo francés, italiano, música y poesía. A los catorce años escribió su primer poema, inspirado en los sucesos de la Independencia de Chile.

En 1830 se casó con José María del Solar y transformó su hogar en un centro intelectual donde ofrecía tertulias literarias y artísticas. Su obra más conocida es el “Canto fúnebre a la memoria de don Diego Portales”, una elegía al ministro asesinado en 1837 que la consagró en las letras chilenas. También escribió otras poesías y ensayos sobre educación, arte y política.

Fue una mujer adelantada a su tiempo, que defendió el derecho a la educación y a la expresión de las mujeres.

EN UN ÁLBUM

Flores secas del alma
Son los recuerdos,
Que guardan el aroma
De los afectos;
Y es la memoria
De las pasadas dichas
Urna preciosa.
Por eso en este libro
Dejarte quiero
De cariño acendrado
Un pensamiento.
Tú,
dulce amiga,
Dame solo una lágrima,
O una sonrisa.

La existencia de Dios

«El Universo es Dios» dice el impío
que otro tiempo dijera: «Dios no existe.»
¡de humana corrupción gemido triste!
¡de la frágil razón hondo extravío!

La luz, la tierra, el sol, el monte, el río,
el prado que de flores se reviste,
el aire, el ancho mar, tú los hiciste,
¡Oh, Señor, con tu inmenso poderío!

Pero, toda esta gran naturaleza
a sí misma se ignora, y al potente
autor de sus arcanos y belleza.

Sólo al hombre, ser libre, inteligente,
Dios reveló su nombre y su grandeza,
¡y el necio huye de Dios ciego y demente!

A LA HERMOSURA

¿Qué eres, dulce hermosura, ante los ojos
del mortal que seduces con tu encanto?
Objeto destinado a verter llanto,
juguete de sus pérfidos antojos.

Raro será el que rinda por despojos
a la pura beldad un amor santo;
el hombre engaña, ríe, y entre tanto
siembra bajo su planta mis abrojos.

Tal es tu vida. La mujer hermosa
cual delicada flor, busqué abrigo
de la excelsa virtud, y cautelosa

el prudente temor lleve consigo
y guarde el amor la pura rosa
al esposo feliz, al digno amigo.

SONETO

Y perdiste ¡ay dolor! aquella hermosa,
Que tu delicia i tu ventura hacia!
Y son despojos de la huesa fria
Los bellos ojos i la faz de rosa

Como la oscura nube fragorosa
El rayo abrasador a1 suelo envia,
Así el Eterno en malhadado dia
Tu pecho hirió con mano rigorosa.

El astro de tu dicha se ha eclipsado
Y el porvenir risueño en un instante
En yermo de dolor se ha trasformado,

Viendo en tal desventura, el pecho amante
Que para alivio de tan triste estado,
El humano consuelo no es bastante…

Poema

Dulce es morir, cuando en la edad primera
con la aureola feliz de la inocencia,
parece del Señor en la presencia
el alma juvenil,
como cándida flor de la pradera,
que, para ornar al templo soberano,
separó diestra, cuidadosa mano
de su tallo gentil…
Dulce es morir, cuando una fe sublime
al hombre le revela su destino,
y de flores y palmas el camino
le siembra de la cruz;
y al débil ser que en este mundo gime
agobiado de penas y dolores,
transforma de la muerte los horrores,
en apacible luz…
Dulce es morir, cuando en la edad temprana,
el alma, como cándida paloma,
vuela desde los montes de la aroma,
en pos del serafín;
diáfana exhalación, que en la mañana,
matizada con tinte de oro y rosa,
se disuelve brillante y pudorosa,
del cielo en el confín…