Poetas

Poesía de Colombia

Poemas de Tania Ganitsky

Tania Ganitsky es una escritora, traductora, editora, poeta y ensayista colombiana nacida en Bogotá en 1986. Su obra se caracteriza por explorar temas como el deseo, el error, la imaginación y el diálogo con otras voces literarias y filosóficas.

Ganitsky realizó estudios literarios en la Pontificia Universidad Javeriana y maestrías en Filosofía y Literatura en la Universidad de los Andes. Actualmente reside en Inglaterra, donde cursa un doctorado en Filosofía y Literatura en la Universidad de Warwick .

Su trayectoria poética se inició a los 12 años, cuando descubrió su amor por la poesía. En 2009 ganó el Concurso Nacional de Poesía de la Universidad Externado de Colombia con la selección de poemas El don del desierto . En 2012 recibió la mención de honor en el X Certamen Literario Gonzalo Rojas Pizarro de Chile . En 2014 obtuvo el Premio Nacional de Poesía Obra Inédita con su primer libro publicado: Dos cuerpos menos (2015) .

Dos cuerpos menos es una colección de poemas que Ganitsky había escrito en los últimos años. La obra está dividida en tres partes: Deseo de ser piel roja, que tiene que ver con la imaginación y con querer ser otra cosa; Por ejemplo un error, formada por poemas de amor; y Otras lecturas, un diálogo con otras voces, con el cine y con la filosofía.

En 2016 fue coautora del libro Moradas interiores. Cuatro poetas colombianas, publicado por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Ese mismo año sus poemas fueron parte del libro Transfronterizas. 38 poetas latinoamericanas, editado por el departamento de literatura de la Universidad Nacional Autónoma de México. En 2017 publicó el poemario Cráter, creado con el artista José Sarmiento.

Ganitsky también ha sido editora y ensayista, junto a otros poetas colombianos, del fanzine de poesía La Trenza, el cual reflexiona sobre las mujeres que escriben poesía en Colombia.

Tania Ganitsky es una de las voces más destacadas de la poesía colombiana contemporánea. Su obra se distingue por su originalidad, su profundidad y su sensibilidad.

PROCESIÓN FÚNEBRE DE PAUL CELAN

Lo hallaron nueve o diez días después.

Por aquí pudo haber flotado su cuerpo,
delante de la cabeza de Orfeo,
que iría recitando el kadish río abajo
con un cuórum de espíritus errantes.

Habrá imaginado que la pregunta
con que nos invitó a leer cada poema:
«¿De dónde viene y hacia dónde va?»
sería la misma que se harían
quienes lo buscaron en la incertidumbre de los días,

la que recuerda una extranjera
mientras se revuelven los dolientes
en la corriente del Sena, el 22 de junio de 2016.

***

Las velas tiemblan antes
de apagarse
como ojos antes de llorar
no hay diferencia
entre el fuego y el agua
en óvalos pequeños

LA POESÍA SEGÚN GOYA

Suplicar en la llaga —
en el punto donde el perro
se hunde en la arena.

PÁJARO DE FUEGO

Dejé entrar a un pájaro de fuego.

Apagué la luz
para vaciar el espacio
y solo verlo a él.

Voló sin quemar el silencio,
un pájaro
de llamas inofensivas.

Si el fuego no se propaga,
el agua no puede
apagarlo, dijo la bruja.

Desafiante,
me mojé las manos
y le rocié el ala que más ardía.

Ahora guardo
un pájaro herido
que no come de mi mano

en una caja de madera
que no se quema.

LIBRO

Esta piedra vibrante, extraída del caos,
guarda la pasión
de quien es infiel a lo creado.

TU BARCO

Para Andrés

Para enviarte un barco de papel
puedo dibujarlo o hacerlo en origami,
pero ninguna de estas formas haría sobrevenir

el barco más tuyo.

Llegaría solo un barco
al que te sería fácil poner un nombre,
guardar en un cajón y mostrar a tus amigos.

Para enviar el barco tuyo
lo mejor que puedo hacer es desviarlo.

Así no sabrás qué forma tiene,
si es de los que parten, de los que llegan,
si flota o está hecho solo para hundirse.

Para que siempre sea ese barco tuyo
que como tú, a ti mismo,
siempre esperas.

EL CAMINANTE

Para Erik, en El Cocuy

No sé cómo sean tus huellas
en la nieve,
pero quiero que sepas que hice cuanto pude
para que nada las borrara.

Le pedí al venado de cola blanca
que no corriera sobre ellas;
a los jaguares,
que las bordearan con sigilo.

Le supliqué a los tigrillos
jugar en otra parte
y al oso de anteojos
mirar muy bien por dónde pasa.

Los árboles y el viento
prometieron deshacer las hojas en el aire.
Aunque en el viento, lo sabes,
no confío nada.

***

Toco su espalda mientras
duerme
y yo escribo. Nunca he escrito
tocando a alguien.
Ahora soy dos cuerpos menos.

***

Los caballos no iban a vivir
tanto tiempo.
Pero encontraron ofrendas
en el sueño de los muertos.
Allí pastan, beben agua y, a veces,
se acercan a las manos
cubiertas de panela
que brotan como flores dulces
a su alrededor.
Doblan el cuello y reciben la ternura
que también debió extinguirse
hace tiempo.

APRENDIZAJE

En memoria de Lía, mi abuela

Asistimos a la cena de los viernes.
Mi mirada se aferra a los dos candelabros de plata
en el centro de la mesa
hasta que su espalda se encorva
y creo que va a besar el frutero o a recoger una ciruela
con la boca.
Oigo chispear el mechero varias veces
hasta que inicia la oración.
Aprendí del sabbat que hay diferentes lenguajes:
uno en que nos dicen en qué puesto sentarnos,
y otro que viene del fuego,
dirigido y verdadero.

Los caballos

no iban a vivir tanto tiempo.
Pero encontraron ofrendas en el sueño
de los muertos.
Allí­ pastan, beben agua y, a veces,
se acercan
a las manos cubiertas en panela
que se abren como flores dulces a su alrededor.
Doblan el cuello y reciben la ternura
que también debió extinguirse
hace tiempo.

Dicen que la última

llama
se encenderá
en el océano.

En el estómago de la ballena
que hospeda los mitos olvidados,

en su canto,
que conjura el retorno de los dioses.

Pero yo he escondido
unas cerillas
para amparar las llamas
de la tierra.

La voz es un lugar

oscuro
tomado por animales feroces
en los que ya nadie cree.
Para hablar
hay que escapar
del fuego de sus pupilas
y del filo de su hambre.
Para poder decir
miedo o mí­o
hay que imaginarlos jugando.

La noche se cerraba

en tu boca
y no habí­a manera
de liberarla.
Nunca temí­ tanto
por ti, por el silencio –
en la punta
de tu lengua se apagaba
la última estrella.

Un haiku para Denise

Ella dibuja
al hermano colibrí­:
color errante.