Poetas

Poesía de Perú

Poemas de Valeria Román Marroquín

Valeria Román Marroquín, nacida en Arequipa, Perú, en 1999, es una destacada poeta y filósofa. Actualmente, cursa sus estudios en Filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Además, forma parte del Comité Editorial de laperiódica.pe, demostrando su compromiso con el mundo literario.

Su talento poético ha florecido a lo largo de su carrera, plasmado en varios poemarios notables. Entre ellos se encuentran «feelback» (Poesía Sub25, 2016), «Matrioska» (APJ, 2018), «Triza la luz» (Meier-Ramírez, 2020) y «ana c. buena» (La Balanza, 2021). Estos trabajos evidencian su capacidad para explorar diversas temáticas con una voz única y evocadora.

Valeria Román ha sido merecedora de reconocimientos significativos en el mundo literario. Ganó el prestigioso Premio Nacional de Poesía José Watanabe Varas en 2017, resaltando su destreza creativa. Asimismo, su dedicación a la poesía fue nuevamente celebrada al recibir el Premio Luces en 2018, con la mención de Mejor Libro de Poesía.

Con una impresionante habilidad para tejer palabras y emociones, Valeria Román Marroquín se destaca como una figura relevante en la poesía peruana contemporánea, dejando una marca indeleble en el panorama literario con su visión única y su creatividad inspiradora.

put me in a movie

puedes preguntar qué es lo que más me calienta y te llevaré en un mágico viaje
por tres poemas
uno
en la noche
dos
en el espejo

pregúntame sobre mi actriz porno favorita y te mostraré
el vídeo
de mi primera comunión
el vídeo
de todos mis cumpleaños

voy a masturbarme porque no quiero sentir mi tristeza
voy a masturbarme porque tengo mucho miedo,
pero
quédate
esto es justo como en las películas

cuando se acaban los veintisiete minutos y dieciséis segundos
las lolitas
con el culo partido
ya no existen,
yo sí

estoy de pie
todas las cámaras apuntan a mi corazón
mientras carga otro vídeo,
y en mis ojos hay un océano que arde
y en mis ojos todo está tan claro
y en sus ojos ya no me veo

esto es justo como en las películas

pregúntame cuánto tiempo duro frente a mi teclado y te morderé los huesos:
hoy quiero contarte todas mis fantasías sexuales
hoy quiero que vean mi sexo como una constelación
a la orilla de esta tristeza
que seca mi espalda
quiero ser la observada y no el observador
la polla sin rostro
la ventana en incógnito

quiero borrar el historial y ser dios
porque si me peguntas,
lo que más me pone
lo que más me calienta
es esta culpa
inservible
tonta
que se arrastra
entre
mis
piernas

pequeña reunión de promesas que todavía no están en vídeo

“En la catequesis
me decían
no jures jamás
niña idiota.”

Berta García Faet

no es ninguna novedad que mis palabras
valgan lo mismo que cinco céntimos
para los niños pobres en las latas del supermercado

llegué muy ebria a casa, y estabas tan molesta conmigo
que decías cosas como:
“cuando eras mucho más pequeña prometiste que no ibas a tomar de grande
porque el alcohol
es malo
es horrible,
debí grabarte,
ahora mírate
no tienes vergüenza”
qué peligroso es prometer
y qué triste es no tener cámaras como testigo

te digo la verdad:
me hubiera gustado mucho que me grabaran

apagaría la televisión, te prometo que sí,
pondría los videos
con todas las cosas que nunca pude cumplir
y mis nietos pensarán
-esa historia ya me la sé, vieja loca
al final todos mueren-

voy a ser la mala de la película
y no me arrepiento:
le dije a mi madre
que nunca
en toda mi vida
prendería un cigarro

dije que esperaría al correcto
dije que sería
como en las telenovelas mexicanas
dije que el hombre existe más allá
de la televisión
cuando comenzaron a brotarme las tetas dije
que solo
el amor podría verlas
cuando aprendí a mentir me olvidé de llorar

dije
muchas cosas que ahora están ahogándose en el lado vacío de mi cama
y todavía quisiera creer en ellas
pero
se siente tan bien
torcer el cuello de una paloma
se siente tan bien
pisotear una flor

digo muchas cosas porque necesito hablar conmigo,
tengo que decírtelas
porque hay demasiado miedo
acumulándose
en estas manos
o es que a veces
me da vergüenza el frío
me da susto besar al fantasma con el que duermo,
pero siento que estás aquí para matarme

será tu palabra contra la mía: no tenemos pruebas en vídeo
para ir al tribunal
todos los acusados ya se fueron de la sala:
soy la chica mala de la película,
será mi palabra contra la cámara de vídeo

hemos perdido, mamá
ya van cinco minutos con siete segundos
he cerrado la puerta con llave
he dejado de contar los días
y los nombres
y las caras
en especial, pierdo mucho tiempo tratando de mirarte a los ojos

y sí,
no tomo
no fumo
no aplasto hormigas en la pared,
yo no soy así

soy peor

(dos)

son importantes las puertas de emergencia
en un incendio
en un cuarto
en este pequeño sistema solar

no sé en qué momento mi corazón dejó de sonar como uno,
desde hace mucho tiempo solo escucho una puerta cerrándose

mi corazón quiere encerrarlos:
todavía no termina la función
y golpeamos como caballos en una de
esas tocadas
donde lo más oscurito de la ciudad
se besa y vomita
donde todos están tan aburridos
y se juega a la ruleta rusa
con cinco balas en el tambor

mi corazón todavía late, sobre todas las cosas

(cinco)

paso el tiempo jugando con el control remoto de la tv
para detenerme siempre en el canal donde pasan soft-core por las madrugadas
y he tratado de retorceme un poco
para sentirme más que muerta o menos sola,
pero es inútil:
incluso si en este poema estuviesen presentes cada una de las personas que no duermen
los viernes para sentarse al menos
diez minutos en el sofá de padre y ver porno blandito de bajo presupuesto en cinemax
para darle un poco de amor a la entrepierna,
nadie levantaría su mano para decirle a la clase cuándo se le fue la inocencia realmente
¿verdad?
porque el inferno no es una metáfora
el infierno no es esta vida que arde bajo nuestros calzones
y probablemente toda la teórica
que reunimos en nuestros vientres nunca será exacta
el infierno es un estudio de las costumbres
y los tiempos
y el porno

es así como nunca podremos saber más de él:
gritamos su nombre en nuestros sueños
y el silencio no es una opción

pasan los días y todas las películas van siendo lo mismo,
hay cosas que caerán irremediablemente sobre mí
cuando esté vencida
cuando deje de ser jovencita
y se me resequen los ojos
y me aleje
de los hombres interesantísimos tocando guitarra que
hablan efusivamente de Lou Reed o Ezra Pound
como si fueran las últimas cucarachas modernas en calle capón

cuando se acaben
las drogas que tanto me gusta esconder
en el cajón donde van las medias
las drogas que están en mi mochila,
y tú pensando
que son libros de historia
libros de biología
lapiceros de tinta altamente tóxica color neón

todo lo aprendí al pie de la letra:
el día de hoy no existe el silencio

hay puertas de emergencia que no se abrirán de nuevo
cuando me aleje
de todas las drogas que buscamos en la carne ampollada de nuestras uñas

necesito hacer una antología mundial con las navajas que cortan
esta lengua tan sucia

regina a dieta

(después de angélica freitas)

i.

escúchame, bárbara, todo este tiempo
me sentí tan mal: cierto es eso que dicen
célebremente los transeúntes ¿sabes?
ciento setenta y seis es una pésima cifra
en libras para justificar las dimensiones
que se ocupan a existir: se ceden asientos
en los espacios públicos y para eso ya no
se encuentra presupuesto municipal, no
encuentras nada en las arcas del distrito
más que sonrisas piadosas y una gran
grandísima vergüenza. otra forma de decir
«mira, estás gordísima, enorme, regina,
tendrías que hacer algo al respecto»; así,
bárbara, comprendes que las proporciones
en ningún caso son cosa menor. acosada
por la policía de las escalas, grasa y várices
atraviesan el retail de las tallas extra. así,
bárbara, me encontré incómoda y desagradable
en un vestido que en lo absoluto holgaba mi defecto.
«estás gordísima, regina», me dijo mi madre, y con ella
mis progenitoras en coro me dijeron «estás gordísima,
te ves terrible, las texturas no te sientan bien», y con ellas
me dije «estás gordísima, te ves terrible, las texturas no
te sientan nada bien, regina, basta de carbohidratos».
así, llega la sugerencia de tomar el espacio: —mi espacio—
una talla mayor. este retail en silencio, y yo, bárbara,
me sentía mal, muy pero muy mal. además, muy pero
muy moderna: sospecho que es trágico en un sentido
contemporáneo que la tela deje de ceder, ¿conclusiones?
«regina, habría que hacer algo al respecto». eso me dije.

gordísima, por supuesto, pero jamás cobarde,
hice algo al respecto —¡no más carbohidratos!—,
y ese mismo día, bárbara,
me puse a dieta.

ii.

formarse en el expertise de las ensaladas de col,
las deficiencias calóricas y los desbalances proteicos,
bárbara, es el primer paso cuando se hace algo al respecto.
tiempo atrás me dijeron, y esto es importante, «ocúpate
de tu cuerpo mientras puedas, regina». entonces me
deshice de los excesos y me dije, orgullosa, «habría
que sancochar los vegetales». «habría que abandonar
el confort de los azúcares refinados». ayunar así,
poseer control: no hay mayor satisfacción, bárbara.
intercambié entonces galletas por esta insípida
costumbre contable: rollos, lomos, lonjas, pescuezos,
kilos, metros, centímetros, pulgadas. proporciones, bárbara.
me ocupé de recortar la pulpa del pan. traté de olvidar el arroz.
todo esto es una lista de cosas convenientes, pero olvidarse
del arroz es inhumano: piensas en los arrozales silvestres
—luego en los campos de espárragos, en el cultivo de arándanos
en el ganado para hamburguesas; todo esto se consume, todo
esto es apetito de destrucción—, piensas en la economía
de los países asiáticos menores y las naciones estimuladas
por la deuda, aunque sus campos no te alimenten en lo absoluto;
piensas en los niveles de desnutrición mundial y tanta gente
que no puede comer habiendo muchísima comida, poblaciones
enteras, y tú que tienes tanta hambre —pero mira todo lo que has
tragado en todo este tiempo, enorme tiempo—. te sientes tan mal
porque la culpa es cosa complicada de digerir. porque,
en otras palabras, eres exceso, ocupas demasiado.
me entiendes, ahora quisiera encogerme a la vista
del espacio público y los retails extra extra extra. no más
comentarios sobre el asunto. ahora quisiera roer una galleta
yo sola, quisiera un kleenex, bárbara, un pañuelo ahora.
y es que no es posible olvidar el arroz el pan así nomás
—no tienes idea de lo que es eso— no se puede, no haces
otra cosa que sentirte tan mal, muy pero muy mal.

iii.

el yogurt griego, divino. versátil y ultrabiótico. lo utilizas
en aderezos junto a los granos y los vegetales y las carnes
magras y los frutos de bajo contenido calórico: alto contenido
de fibras y proteínas, aproximadamente dieciséis % de su
composición. esto lo leí en un artículo de la edición junio-agosto
2019 de la revista Cosmopolitan, ¿Por qué incluir yogurt griego
en tu dieta? +3 recetas, sección «salud», pero también sección
«belleza», y por qué no sección «amor y sexo», sección
«actualidad», sección «política internacional», sección «hogar»,
sección «astrología». habría que contar con perspectiva para
dar cuenta que las secciones son idénticas, en el fondo todas
dicen lo mismo: «olvídate de la celulitis». los artículos en la revista
Cosmopolitan te dicen «olvídate de las estrías», y el olvido
puede entenderse bien como conciliación con la existencia
física de arrugas y estrías, o bien como su supresión material.
lo primero es un cliché, lo otro es el corazón de la revista
Cosmopolitan —cosa práctica, sensible—: deshaceros de lo incómodo.
deshaceros de los cuerpos: preservemos la figura. en la página
siguiente encuentras siete recetas distintas y mediterráneas
de batidos détox. entonces la respuesta se hace evidente,
bárbara. al menos, tres de estos jugos son verdes, y la mayoría
lleva al menos 100 g de yogurt griego —alto contenido proteico
en una porción, milagro de los intercambios turcos—. espinacas
diminutivas y betarragas trozadas contra las cuchillas del licuador:
el sabor en el momento suele ser terrible. las promesas de los batidos
détox también suelen ser terribles. ingesta con disgusto, mi apetito
se clausura: a tajos mi espacio se reduce, y esto, me dicen,
es deseable. milagros de los productos descremados e historias
de éxito: en portada bajó 21 kilos y su vida dio una vuelta de 360°
con este sencillo truco no pain all gain. yo bajé 21 kilos,
yo tuve voluntad de ser estricta y deseable. yo preparé
el zumo mágico, yo reemplacé las harinas, yo suprimí
los lípidos, yo corrí 5 km y nadé sin saber nadar en la piscina
municipal día tras día. yo temblé ante la idea del alimento
post-atardecer. yo hice del dolor accesorio de temporada
y crema reductora, 2 en 1. yo hice algo al respecto y en los
corredores todavía me ceden el asiento —sonrisas piadosas
en el aire— y en el retail todavía me dicen «señora, tal vez
quisiera probar una talla mayor», y mis progenitoras todavía
me dicen «regina, es que eres una chica grande». y me sentí
tan mal, terrible, pero lo distinto en la ocasión es que no hice nada
al respecto. y esto en la revista Cosmopolitan no te lo cuentan.
ahí, bárbara, tienes la respuesta. es evidente. más claro, imposible.

i.

DESPUÉS DE LAS BOMBAS VINIERON LOS SANMARQUINOS
corriendo bajo cuesta
hacia /la incertidumbre/
un laberinto de piedras y humo

tres juraron entre lágrimas no retroceder
ante una totalidad articulada/compleja/contradictoria y sus instituciones
y sin embargo enterrados sus rostros sus costillas
el olor a batalla les quemaba las narices
un rumor de derrota se sobreponía / después de las bombas
despejaron el terreno
pesando sus pasos
y golpe tras golpe
y grito tras grito hacia el desconcierto

un laberinto de piedras y panfletos donde anduvimos perdidos
bajo la mirada de trescientos uniformados
dos tanquetas
complacientes
y tres perros del lugar

inevitablemente
/quedaba esperar/

a lo lejos el sol quema sin haber salido

ii.

DESPUÉS DE LAS BALAS VINIERON LOS CAÍDOS
y avanzaron
como única verdad legítima justa y grande entre cuantas ha conocido la historia
bajo la mirada de tres perros del lugar
trescientos perros del estado

cien estudiantes (y un poco menos, se especulaba) formados
algunos con palos otros con miedo
desnudos los ojos abiertas las voces
a defender una
única hipótesis posible todopoderosa porque es cierta
ESTAMOS CONVENCIDOS LA LUCHA ES EL CAMINO
hasta quedar exhaustos

pero indivisibles

después de las bombas
la ansiedad de la lógica en sus cabezas y en sus bocas
un vacío como la noche negra
en sus estómagos / un laberinto de piedras y pan duro para la noche
acaso
una formación social concreta con una historia específica se ha levantado
acaso
un hito un proceso revolucionario –de entre los varios procesos en la historia–
siquiera prerevolucionario
acaso
una oportunidad para la articulación
de nuestro glorioso movimiento una oportunidad
para recuperar por fin recuperar el cogobierno recuperar los espacios de la reforma
por fin
denunciar mil veces denunciar grupos autoritarios
sectores corruptos sectores reaccionarios
los mismos miserables sirviendo a un aparato abiertamente privatizador
mercantilista sirviendo
acaso no el estado acaso en su cima los andes sostengan el deber democrático
de brindar a
todos los malditos amurallados un libro un mísero libro hasta el punto de
no dejarnos morir
acaso
un laberinto
una vanguardia en nuestros estómagos acaso lenin nos veía acercarnos cien años atrás
acaso
estamos sangrando
acaso los nombres las consignas los héroes las batallas el dolor se quedan
en el silencio
de la madrugada
plena hora en que atacaron miserables
la negra noche /como un hoyo/

iii.

DESPUÉS DE LAS BALAS VINO EL FISCAL
defensoría
la prensa
un par de curiosos un congresista

después de las bombas mirarnos las caras

y pensar
que todo está hecho

a lo lejos la victoria quema
un rumor de retorno permanece bajo la sombra

nudo de inquietudes: nadie baja la cabeza