Poetas

Poesía de Perú

Poemas de Fanny Jem Wong

La poesía es un espejo que refleja la diversidad del alma humana, y en el vasto panorama literario, Fanny Jem Wong se destaca como una voz singular. Nacida el 29 de julio de 1964 en Lima, Perú, Fanny Jem Wong, conocida también como Fanny Wong Miñán, ha forjado una reputación impresionante como poeta y psicóloga tusán. Sin embargo, es principalmente reconocida por su profunda conexión con el haiku, un género poético que abraza con maestría.

La obra de Fanny Jem Wong ha encontrado su hogar en diversas revistas literarias de renombre, como Sur a Sur en España, Usul – Raíces de la Asociación Salvadoreña Palestina, Estación Com-Partida, Palabra en Libertad, Bambú y Pliego peruano de Haiku. Su contribución al mundo de las letras se manifiesta en una habilidad innata para destilar emociones y paisajes en breves versos, donde el haiku es su lienzo de elección.

En 2011, un poema titulado «El llanto del payaso» que brotó de la pluma de Fanny Jem Wong inspiró la obra teatral «Delirando», presentada por la compañía ATO Teatro en el XXXIV Festival de Teatro de El Ejido, España, un logro que subraya la influencia de su poesía en otros medios artísticos.

Los poemarios «El péndulo amarillo» (2019) y «La médula nocturna» (2021) son testimonios de su virtuosismo poético y han sido reconocidos en los recuentos anuales de la revista Caretas, gracias al crítico literario peruano Ricardo González Vigil. Su contribución literaria fue distinguida por la Cámara Internacional de Escritores y Artistas (CIESART) en Barcelona, España, en 2011. La Asociación de Escritores y Artistas del Orbe (AEADO) la ha honrado como Embajadora Universal de la Cultura y la Paz, así como miembro honoraria en 2019.

Fanny Jem Wong no solo es una poeta excepcional sino también una figura apreciada en la celebración del patrimonio peruano. En 2021, el Congreso de la República del Perú la reconoció como «Ciudadana Honorable» en homenaje al bicentenario de la independencia del país y en conmemoración de los 486 años de fundación de Lima, su ciudad natal. Además, su nombre ha quedado grabado en la Enciclopedia General del Callao, una distinción otorgada por el Gobierno Regional del Callao.

Como poeta tusán, Fanny Jem Wong ha dejado su huella en el evento «Pioneros de la Poesía Tusán: Pedro Zulen y Kuan Veng», organizado por la Biblioteca Nacional del Perú y la asociación cultural Tusanaje-秘从中来. Su lectura del poema «El olmo incierto de la nevada» del filósofo y poeta Pedro Zulen refleja su compromiso con preservar y enriquecer la rica herencia cultural de Perú.

Fanny Jem Wong es, sin lugar a dudas, una figura literaria de renombre que no solo celebra la poesía sino también su arraigo en la rica tapestry de la cultura peruana. Su obra trasciende fronteras y emociones, invitando a los lectores a adentrarse en el mágico mundo de los haikus y descubrir la profunda resonancia de su poesía.

Vientos de otoño

Cuando los vientos otoñales
soplen sobre los sueños
y las ideas vibren
en los planos más profundos,
más allá de lo vivido,
en la simplicidad de la muerte,
podré rehacer los cielos rotos
y las hojas amarillas.

Cuando mi alma flote,
más allá de mis huesos,
y mis muertes den origen
a nuevos nacimientos,
más allá de donde se inicia
la sinfonía de las esferas,
desnudaré todos mis rostros,
y finalmente seré libre…

Cuando los rojos soles
se oculten por siempre
y avancen todos los muros
sobre las noches que se hunden,
más allá de mis lechos de jade,
del musgo que vistió mis espejos,
lograré aceptar la fortuna
de haber sido la Hija del Fuego.

Cuando mi cuerpo
se consuma entre llamas
y de mis letras solo queden
lúgubres cenizas,
más allá de mis casas en ruinas,
del murmullo de las aguas,
renaceré salvaje
de entre mis flores mustias.

Árbol sagrado

A mi padre

Cobija amor bajo el influjo de la magia de tu reino
purpúreas penas y amargas soledades.
Abraza entre tus raíces mi mundo de cristales rojos
y bajo tu copa celestial, cúbreme de las tempestades.
Dale a este corazón los símbolos de tu fortaleza y de tu aliento.

Que tu tronco sea el eterno vínculo entre nuestras almas
Viste, con tus himnos sagrados de primavera, el campo santo
Cubre de oro y de sangre los cabellos de tu triste princesa
Borda de prisa el edredón de flores que le dé abrigo
Aleja los peligros y la funesta oscuridad que amenaza.

Acaricia, entre melancólicos susurros, el entendimiento
Y sea tu veneno y fuego procesión de espanta sombras
En cada piedra ordena, sea grabada una hoja con nuestros nombres
¡Guerrero! Levanta la espada en honor a la justicia
¡Protégeme!

Oculta las frambuesas que me alimentan con tus hojas amarillas
Y, bajo tu copa mullida, dame tranquilidad entre tus ramas
No pierdas jamás el grueso abrigo en invierno,
No dejes que me vean, cúbreme de encajes verdes
Sean tus tiernos brotes inspiración sabia de estas manos

Aleja, con tu aroma, a los demonios, serpientes y vacíos
Limpia, con la sabiduría de tus cantos, los estanques de fango
Neutraliza el olor de azufre que enferma el alma y la mente
Sé fuente eterna, sabio protector y espejo de mis letras
Mística plegaria, oración divina, cazador de demonios

Multiplica, entre tus bosques, fuentes de aguas límpidas
Enriquece las crecientes flores de loto. ¡Multiplícalas!
Revela, en cada escritura que inspiras, todas mis estaciones
Y, cuando la comprensión se aleje,
déjame dormir para siempre a los pies de tu sombra.

Te amo, papá.

Muchos pozos oscuros encontraré en el camino,
pero a cada paso que mis pies avancen estos se secarán.
¡Así sea!

Danza del sexo

¡Despierta!
Eres vida y color, pasión avasalladora
Entre flores, conquista la senda majestuosa y los sueños
Adorna, corola y pistilo
¡Inúndame!
Despoja centímetro a centímetro la roja piel
Siente el intenso palpitar del universo
Húmeda ráfaga devora desesperados besos
Cópula festiva muerde los redondos soles rosados
Celeste expresión del cosmos
¡Saborea!
Éxtasis brotando de los valles en salvaje entrega
Tortura, fricción perpetua del deseo
Cirio encendido, recorre planicies y montes sudorosos
¡Quémame!
Cabalga voz hecha mañana
Ardiente jade observa los manantiales lujuriosos
Salvaje oleaje traga abrazos de lenguas
Tornado en llamas toca los labios de dulce menta
¡Suicídate!
Pinta totalidad del cuerpo que es quejido
Lujuriosa piel, ataca fragancia fresca, inquietos labios
Sales y miel avanzad implacables ¡No te detengas!
¡Sigue! ¡Sigue!
Retrocede antes del azote esplendoroso
¡Átame!
Eleva espuma, lujurioso azul ¡Agótame!
Enreda una y otra vez, inunda los canales
¡Demuele!
Hondas grutas de auroras
¡Rómpelos!
Socava llanto lascivo
Exaltado ¡Penetradme! Golpe tras golpe, danza del sexo.

¡Levántate Lázaro!

Tu voz ya no es ausencia,
ni tu rostro amorfo grito,
eres el eje desquiciado
de los torrentes de mi centro.

Vuelen locas las blancas aspas
apuntando hacia el cielo
y sean tus fuertes manos
las que desgarren la piel
de mis últimos trajes de niña.

Compláceme una y otra vez,
haciendo ladrar
enfebrecido al tiempo,
convirtiendo el beso esperado
en ansias y deseos líquidos.

¡Liba!… ¡Liba!… frenético la fruta
vaciándole la pulpa,
arrancándole de golpe las pieles,
atravesándome de amor
hasta que arda como ascua.

Sea tu lengua violenta espada
en pozo profundo
entre coronas y espigas
bañadas de mieles.
Conjura así los ancestrales vientos
y atado eternamente a la entraña
escucha el aullido vigoroso
de nuestros mares de recuerdos.

En prolongado vaivén
recorre enceguecido el vientre azul,
desángrate en la penumbra,
escala la hiedra silenciosa,
trágate la azulada nuez
e incrústate en la palpitante herida.

Enredado entre las ramas
de tus bosques de almendros,
sé al fin dueño y esclavo
del sendero, de la grama
y de la blanca aurora.

Deslizándote entre rasos calientes
y húmedas almohadas.
¡Levántate Lázaro!
No decaigas en la vereda.
¡Ven! Ven a mí dispuesto,
que la muerte está gritando
avergonzada de salida.

En delicioso frenesí,
mójate la cara,
lávate el cabello,
colmate la boca,
ahógate sin despegar el rostro
de la húmeda hendidura.
Y bébete…. Bébete
hasta la última gota
antes que mi resplandor se extinga.

Epitafio

Suenan tétricas las notas
de la vieja arpa
La luna muestra lo que encierra
en su lado más oscuro.
Visto de negro
y el Dios de los vientos
mece enfurecido mis cabellos.

Se escuchan «In crescendo»
desazón y penas,
notas oscuras,
sangran miserias,
cierro los dedos,
no tienen fuerzas.

Velas negras encendidas
alrededor de mi lecho,
un cirio rojo quemándome
las entrañas y los sesos.
Sensaciones funestas,
pecho abierto,
dagas de fuego
apretadas contra el alma.

Ritual necrofílico en el que invoco
destrozar carnes y huesos,
todas las estrellas de mi universo ,
maldita noche dantesca.
El corazón amordazado
grita silencioso, desangrándose
partiéndose en miles de fragmentos
acosado, sin remedio.

Muera esta noche
el absurdo símbolo del amor
Adormecida la mente
se ofusca, se estrecha.
El dolor denso avanza
hacia la conciencia,
se desbarata toda luz ,
el cuerpo se hace pesado.

No hay calidez en tus brazos,
no quieres existir.
Ni intimidad para lágrimas y sollozos,
nada se respeta,
todo es profanado ,burlado …

Mis lunas desorbitadas
saltan de sus orbitas inflamadas.
Un bello ángel cree tener las respuestas
o quizás la llave de oro que abra la jaula.
No puede ver que el colibrí
agoniza entre sus manos.

Pobre y tierno ángel
solo puede mirar al ave destrozarse
o abrir la ventana
e imaginar que la libero.
Enredada estoy,
maleza putrefacta y oscura,
ni siquiera asfixias , ni asqueas.
El antiguo concierto
sigue su ancestral partitura.
El cuerpo se va separando
en pedazos de carnes y huesos.

Concierto espeluznante,
noche de muerte sin resurrección
La preciosa copa yace colmada
de sangre coagulada,
cenizas cubriéndome
de los pies a la cabeza,
fría habitación oscura ,
vacía en actitud de olvido.

Cuerdas de tripa humana
gritan su desventura
Hermosas melodías
de marchas fúnebres
parecieran decir:
-No digas amor más nada
Todo debe acabar de prisa
no es tiempo de trinos.
¡Duerme, duerme que ya nada existe!

Me tienes muerta atada a un tiempo
que dejo de ser mío.
Hoy solo sé que a pesar
de mil grilletes
me alejaré hacia la cortinas de flores
que a lo lejos llaman.
La caja negra retumba,
escucho y veo gentes
Rostros que ni conozco , dicen:
-Ven de prisa
-No escuches más conciertos de mentiras.

El pánico pugna por brotar
en grandes borbotones
Estoy vacía de tanto haberte amado
príncipe oscuro.
Ni siquiera tu rostro
he visto en mis sueños,
Ni tu voz me es familiar
cuando el sol se apaga.
Solo imágenes amorfas
dicen que fuiste mi amor.

Tú, sueño oscuro
me empujas hacia precipicios.
Tú, me abandonas
en medio de la oscuridad
sin comprender nada,
como si fuese yo un feto.

No pretendo ser tu dueña,
tampoco tu esclava
Sueños de amaneceres,
inquietantes imágenes
recree en tu mente
hasta incendiar tus cimientes,
hasta reventarte de placeres descontrolados
en donde las prácticas sexuales
resultaban consuelos.

Días de risas y otros de angustias desmedidas,
de esperas inútiles
en donde se marchitaban
las yemas de los dedos
mientras mi alma se escogía.
La maleza ensucia de mentiras lo que oculta
y me hunde cual pantano
en fango ponzoñoso.

Mi alma canta moribunda
sin que me crean
Hoy es noche de concierto
– Vida mía, no luzco de gala
Ni los rizos que tanto amaste
están dorados,
se vuelven blancos
y mi piel morada, muy morada.

Me ahogo en mis penas,
desolado veneno amargo
que crece y me mata de a pocos.
El concierto de lamentos
rompe los cristales,
mis azules pensamientos
golpean tu puerta
y las ventanas se empañan
sudando sangre negra.

Tengo amores por miles,
caricias todas
pero nada me alcanza ,
solo tu amor nefasto,
odiosa fealdad que me hace
prisionera de mis verdades.

La sangre fluye rabiosa
sobre la estola de las ausencias
Llevo los zapatos gastados
por las rocas del viejo camino.
Ni siquiera tengo el consuelo
de mis antiguos laberintos,
una fuerte roca partió hace mucho
todos mis espejos,
solo una manta repleta
de azules penas cubren del frío.

¡Oh, malditos dioses duermen sobre sus glorias!
Mis huesos crispan,
se destrozan hasta el mismo tuétano
Malditos dioses que retozan
sobre sus nubes y no miran.
¡Mírenme beber mi propia sangre!
y morderme las entrañas….
Rían jubilosos ante mi degradación,
miren mis ojos perdidos
miren mi fealdad, tembloroso mi pecho,
muerte tangible acercándose al cuerpo.

No necesito la protección
de quienes nunca me amaron.
Ni proyectar mi rabia contra nadie,
que no sea yo misma.
Hasta que pueda descansar
sobre la tierra húmeda.

Hoy solo quiero dejar de ser cobarde
y partir amor
porque solo se muere una vez
y no será contigo…no será contigo…