Poetas

Poesía de Francia

Poemas de Victor Segalen

Victor Segalen (Brest, 14 de enero de 1878 – Huelgoat, 21 de mayo de 1919) fue un arqueólogo, etnógrafo, doctor naval, escritor y poeta francés.

Partida

Aquí, el Imperio del centro del mundo. La tierra
abierta al trabajo de los vivos. El continente
entre los Cuatro Mares. La vida encerrada,
propicia al justo, a la felicidad, al conformismo.

En donde los hombres se yerguen, se inclinan,
se saludan según su rango. En donde los hermanos
conocen sus categorías: donde todo
se ordena bajo el influjo clarificador del Cielo.

Ahí, el Occidente milagroso, cubierto
de montañas por encima de las nubes; con sus
palacios en el aire, sus templos ligeros,
sus torres que el viento pasea.

Todo es prodigio y todo inesperado: lo confuso
se agita: la Reina de deseos mudables tiene ahí
su corte. Ningún ser de razón se atreve a entrar.

Con magia, Mu-wang ha proyectado su alma hacia ese
Ahí. Hacia ahí quiere que lo lleven sus pasos.

Antes de dejar el Imperio para reunirse
con su alma, ha fijado, desde Aquí, su partida.

Elogio del jade

Si el Sabio, desdeñando el alabastro,
venera el Jade puro y untuoso, no es porque
el alabastro sea común y el Jade raro:
sepan más bien que el Jade es bueno.

Porque es suave al tacto –aunque
inflexible. Y prudente: sus venas son
finas, compactas y sólidas.

Es justo ya que tiene ángulos y
no hieren. Es tanta su urbanidad que,
colgado de la cintura, se inclina y toca tierra.

Es musical: su voz se eleva,
prolongada hasta la breve caída.
Es sincero, ya que su brillo no se vela
con sus defectos ni éstos con su brillo.

Ya que la virtud, para el Sabio, no requiere
ningún adorno, sólo el Jade puede decentemente
presentarse solo.

Elogiarlo es pues elogiar a la virtud misma.

Estela de llanto

Si eres hombre, no prosigas tu lectura:
el dolor que llevo es tan vasto y grave
que ahogaría tu corazón.

Si eres Chenn, vuélvete aún más rápido:
el horror al que me refiero te haría pesar
como mi piedra.

Si eres mujer, léeme con atrevimiento
y ríe a carcajadas: olvídate para siempre
de dejar de reír.

Pero si eres eunuco en Palacio,
enfréntame sin peligro ni rencor,
y guárdame este secreto.

Elogio y poder de la ausencia

No pretendo estar aquí, ni llegar de
improviso, ni aparecer con ropas y carne, ni
gobernar con el peso visible de mi persona.

Ni responder a la censura con mi voz; a
los rebeldes con ojo implacable; al error
de los ministros con un gesto que suspendería
sus cabezas a mis uñas.

Yo reino con el insólito poder de la ausencia.
Mis doscientos setenta palacios entramados
por galerías opacas sólo conocen
el paso de mis huellas alternas.

Hay músicas que suenan en honor de mi
sombra; unos oficiales se inclinan ante mi trono
vacío; mis mujeres aprecian más el honor de las
noches en que no me digno.

Igual a los Genios que no se pueden refutar
por invisibles –no hay arma ni veneno
que puedan llegar a dar conmigo.

Traducción de Raúl Falcó