Poetas

Poesía de México

Poemas de Alicia Delaval

Alicia Delaval (María del Pilar del Espíritu Santo Torruco, Villahermosa, Tabasco, 5 de septiembre de 1923 – 11 de junio de 2012) fue una poetisa tabasqueña, realizó sus primeros estudios en Villahermosa, y en la capital del país, ingresó al Colegio Williams. Desde 1948 ejerció la docencia, primero como catedrática de educación musical y economía doméstica en el Instituto Juárez de la ciudad de Villahermosa, donde ocupó también cargos como Directora de la Biblioteca José Martí (1954-1958); Directora de Difusión Cultural (1959-1961); Directora de la Escuela de Oficios (1961-1963) y Coordinadora de ediciones del Gobierno del Estado. Hacia fines de los años 60 se trasladó a la ciudad de México donde impartió la materia de Lengua y Literatura Españolas en diversas escuelas secundarias y luego en la Escuela secundaria número 13, “Enrique C. Olivares” en el Distrito Federal hasta su jubilación en 1968.

Su verdadero nombre es María del Pilar del Espíritu Santo Torruco, aunque al inicio como seudónimo de su obra literaria usó: Armando Delaval que luego cambió por Alicia, quizá como reflejo de ocultar su condición de mujer en terrenos que no eran bien vistos para ellas en esa época.

Carlos Pellicer la definió como «la mejor poeta nacida en tierras tabasqueñas» y es que su calidad literaria del verso y el soneto es inigualable.

Sea soneto, romance o poemas breves, Alicia Delaval sigue siendo una joya conservada en el tiempo. En sus versos recientes se confiesa “desinspiradora” pero al escribirlos brinda una muestra de su sensibilidad y manejo del idioma.

Fallece en la ciudad de México el 11 de junio de 2012 después de pasar 12 años aquejada de varios males. Nunca contrajo nupcias ni tuvo hijos, dedicándose a lo que más amaba: escribir.

Yo no sabia que amor iba a dolerme
como me esta doliendo;
que el sueño se pagaba
con moneda de miedo y de ignominia,
y puse en la caricia todo lo que amaba:
el mar, la rosa, el cielo, el verso, la alborada..
Yo no pensé que amor tenia puñales
para abrirnos la carne, la mente, el pensamiento,
y dejarnos desnudos aguardando el castigo
con las manos vacías y el corazón ajeno.
Creía que amor era una rosa sin espinas,
una estrella cercana para adornar el sueño,
un girasol siguiendo la redondez del astro,
una palabra mágica deletreada en los labios;
ánfora donde la vida había exprimido
sus espumosas mieles, sus intimas sustancias,
y no un licor oscuro que seduce la sangre
y la pierde en su cauce

Pensé que amor era el milagro
en donde la existencia tenia que realizarse,
sin círculos de hierro ni coronas de angustia
ciñéndonos las sienes
con el dolor entero que no puede borrarse.
Yo no sabía que amor iba a dolerme
como me esta doliendo…

Hablemos de amor

Ven,
mientras otros hablan de guerra,
tu y yo
hablemos de amor
No le tengamos miedo a las palabras
sexo, atracción, deseo,
a ese abismo que atrae hacia su sima
ebria de perdido litorales;
a esa cumbre
donde el hombre se hace dios

Mientras los demás hablan de guerra,
tu y yo
-como la primer pareja-
Hagamos el amor
Cantemos las mujeres un himno al amor y a la vida
con todo el egoísmo de madres, esposas, hermanas;
de novias, amantes o amigas;
luchemos
porque en la redoma del amor
los hombres olviden sus rencores,
por esa carne de cañón que ignora
porque el cielo se les cegó de pronto
si todavía era primavera.