Poetas

Poesía de Chile

Poemas de Pedro Prado

Pedro Prado (Santiago, 8 de octubre de 1886 – Viña del Mar, 31 de enero de 1952) fue un escritor, pintor y arquitecto chileno, ganador del Premio Nacional de Literatura en 1949.

LA AMISTAD ES AMOR

La amistad es amor en serenos estados;
los amigos se hablan, cuando están más callados.
Si el silencio interrumpo, el amigo responde
mi propio pensamiento, que también él esconde.

Si él comienza, prosigo el curso de su idea;
ninguno de nosotros la formula ni crea.
Sentimos que hay algo superior que nos guía,
y logra la unidad de nuestra compañía.

Y nos vemos llevados a pesar con hondura,
y a lograr certidumbre de la vida insegura;
y sabemos que encima de nuestras apariencias,
se adivina un saber, más allá de las ciencias.

Y de eso yo busco tener a mi lado
al amigo que entiende cuando digo callado.

La Rosa Desvelada

Si tu supieras lo que buscas tanto,
si no ignorases lo que tanto anhelo,
ni tu tendrias desespero y llanto,
ni yo dudaria del azul del cielo.

Los dos sentimos que nos cubre un velo,
pero ahora ese desvelo yo levanto;
y ambos sabemos que termina en duelo,
entre un misterio prodigioso y santo.

Algo agoniza, y al morir transido,
surge de la visible sepultura
la rosa del amor que, hacia el olvido,

en el eterno olvido siempre dura;
mas allá del amor hemos vivido,
allí donde el amor se transfigura.

LA MUERTE Y LA ROSA

La muerte es para el hombre tan oscura;
La muerte es a la rosa tan sencilla;
Aprendió de la estrella que más brilla
La estrella muerta da la luz más pura.

Ya no hay en ella materia dura;
En mar inexistente y sin orilla,
Sin casco, sin velamen y sin quilla,
Sólo viaje inmortal su barco augura.

Aquel que en la belleza se incendiara,
Bien puede sonreir ante la muerte;
La estrella extinta de brillar no para.

La rosa en otra estrella se convierte;
Y dice a todos con su ciencia rara:
Lo más bello y fugaz es lo más fuerte!

Presentimiento

Todo en mi vida es un presentimiento.
Soy como hoja medio desprendida
que ya la agita, sin llegar el viento;
una hoja temblorosa y conmovida.

Amo, sin verla, clara imagen pura;
y mis ansias, mi angustia y mi tristeza,
sólo esculpen y buscan en la dura
realidad de la vida a la belleza.

Yo sabré quién espera y quién llama,
animando el misterio y escondida,
cuando esta fiebre que a mi ser inflama,
ciña, por fin, la forma apetecida.

De amor humano hacia el amor divino,
voy labrando, sin tregua, mi camino.

LA ROSA DE LA AUSENCIA

Tú fuiste la belleza revelada
Mujer apenas que te vi imprecisa;
Que turbación dejóme tu sonrisa,
Rosa de eternidad no deshojada.

Sin tierra y agua y aire, entre la nada
Tu grande y pura ausencia simboliza
Que al sueño mejor lo fecundiza
Mujer que huye, para ser la amada.

El alma sin los ojos reconoce
El beso de la sombra de tu aliento;
Ahora que no estás, te pienso, y eres!

Mas supremo que el mío no hay goce:
Ser besado en el propio pensamiento
Por la única entre todas las mujeres.

AMOR Y JUVENTUD

Amor y juventud ambos se han ido,
Y a todo a despedirse se apresura,
De tanto sol que ardiera, aun perdura
La blanca luna como sol de olvido.

Inútil queja por lo ya perdido;
Silencio de la humana desventura
Al contemplar la inmensa noche oscura,
Apagando a la vida y su sentido.

Todo pasó, más ¿qué es lo que ha pasado?
Ardió nuestra existencia tan a prisa,
Que ha dejado ceniza de ceniza,

Polvo hecho de polvo y dispersado.
Yo todo mi vivir es tan oscuro;
Ni aun de haber vivido estoy seguro.

FLOR SIN AROMA

Flor sin aroma, canto sin sentido,
Giro sin rumbo de una inútil danza
Sonriente el rostro, el corazón dormido,
Surgiendo como oscura remembranza.

Hacia mi vera repentina avanza,
Fantasma de mi ensueño aparecido,
Otro amor, otra gloria, otra esperanza,
Otra mujer camino del olvido.

Bella, sí; bella, bella… y sin belleza;
Dulce sí; dulce, dulce… y sin dulzura;
Un amor que termina cuando empieza,

Un dolor que a alejarse se apresura;
Su pena no nos llega a la tristeza,
Su goce ni se exalta, ni perdura

MI VERSO

Si todo pasa, y en el supremo canto
Al amor más profundo, no lo evoca;
Si el arte es pobre, y si la gloria es poca,
Y oculto vive en la sonrisa el llanto;

Déjame en la soledad de mi quebranto.
Mi beso muerto en la sonriente boca,
En belleza florezca, oh! Alma loca,
Que bien sonríe el que sufriera tanto.

Sírvame el verso sólo como escudo,
Y el disfraz de su extraña arquitectura,
Mejor que en la sonrisa florecido,

Lo diga todo, mientras quedo mudo;
Y oculte en su belleza mi amargura;
Dejándome presente y escondido

SI SUPIERAS SEÑOR

Si supieras señor, lo que deseo,
Tendría claridad en lo que busco;
No sé mi desear, y así me ofusco;
Me engaño deseando cuanto veo.

Otorgadme, señor, lo que preveo;
Ansío sin saber, yo así deduzco,
Pues no son mis anhelos lo que luzco;
Verdadero querer yo nunca empleo.

Estoy en mis afanes tan ajeno,
Que si ellos ya se cumplen, nada alcanzo;
Más busco proseguir, menos avanzo;
Siempre de mis deseos sigo lleno.

Yo vislumbro, Señor, que en mi deseo
A Ti te busco en todo cuanto veo!

TAN ENTREGADO ESTUVE YO

Tan entregado estuve yo a la muerte,
Tanto me despidiera de este mundo,
Que ya, sano otra vez, hoy me confundo
Al no saber gozar mi antigua suerte.

Me veo entre los hombres solo y fuerte,
Más sabio en el amor y más profundo
En el pensar; pero ¡ay!, a un moribundo,
Si regresa, no habrá quien le despierte.

Yo soy como un viajero defraudado,
Contemplando su barco que se aleja:
Todo él es un clamor y está callado.
Cuando mudo regreso, paso a paso,
Al recordar mi barco, aquel ocaso
Para siempre en mis ojos se refleje.

TUVE EL ANSIA DE TI

Tuve el ansia de ti, quemante y pura,
Ese beso imposible de besar,
Un estorbo del cuerpo en la ternura,
Una alegría de querer llorar.

Veía tu misterio y tu dulzura,
Tu alma misma quería yo alcanzar
No la carne que es fuente de amargura:
Sólo tragedia pude al fin lograr!

En esta soledad iluminada,
Tras la batalla que ahora ves perdida,
En la derrota misma fue alcanzada

La máxima victoria apetecida:
Que hoy por el dolor, cuando yo escribo,
Paso a tu alma y por él en ella vivo.