Poetas

Poesía de Colombia

Poemas de Raúl Gómez Jattin

Raúl Gómez Jattin fue un poeta colombiano nacido en Cartagena el 27 de mayo de 1945 y fallecido en la misma ciudad el 21 de junio de 1997. Su obra se caracteriza por su lenguaje coloquial, su temática autobiográfica y su tono confesional.

Hijo de padre libanés y madre colombiana, Gómez Jattin estudió derecho en la Universidad de Cartagena, pero abandonó la carrera para dedicarse a la literatura. Publicó sus primeros poemas en revistas y periódicos locales, y luego obtuvo una beca del Instituto Colombiano de Cultura para viajar a España, donde conoció a poetas como Rafael Alberti y Leopoldo María Panero.

Su primer libro, Poemas, apareció en 1975, seguido por Los poemas de la ofensa (1980), El esplendor de la mariposa (1983), Amanecer en el Valle del Sinú (1985), Del amor (1986), Tríptico Cereté (1987) y Poesía 1975-1990 (1991). Su obra refleja su experiencia personal, marcada por el amor, el erotismo, la locura, el consumo de drogas y el internamiento en hospitales psiquiátricos.

Gómez Jattin fue un poeta marginal que vivió al margen de las instituciones literarias y de la sociedad. Su estilo se aleja de las normas académicas y se acerca al habla popular, con un tono directo, irónico y provocador. Sus poemas son testimonios de su vida, de sus pasiones, de sus angustias y de sus sueños.

Su obra ha sido reconocida como una de las más originales e importantes de la poesía colombiana contemporánea. Ha sido traducida al inglés, al francés, al italiano y al portugués. Entre los premios que recibió se destacan el Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus (1986) y el Premio Nacional de Poesía Colcultura (1990).

Erótico imaginario

Está quieto el jardín soportando la tarde
de un marzo que se anunciara ventoso

Tan fugaz que parece un enero

Penetrado de noche en limoneros y acacias
Opalino a lo lejos en la frente del cielo
El jardín se estremece por dentro

Entre ramas secas y hojas podridas
dormitan escarabajos Libélulas Lagartos
Un gato de ocio y maldad acecha una mariposa

De repente una casi invisible neblina desciende
y posa su penumbra en la fronda
acariciando el nudo de nuestros cuerpos
con la misma dulzura lentísima
con que yo mitad fuerza mitad miedo
beso tu cuello y tu barba de negro cristal
Está el jardín oloroso a sudor masculino
a saliva de besos profundos que anhelan
desatar el torrente del deseo en su cima
y que fluyan las savias y descansen los cuerpos

Cambio de identidad

Dama del alba
Con tu niñez de golondrina haciendo el verano
inauguraste en mí el sendero del corazón
Espeso amor

Como la embriaguez del Stropharia
Reminiscente Moral Con ventana al futuro
Como la lenta tarde de sequía
que es para mí la tarde de la vida
Como el río de barro de mi valle
que en invierno arrastraba animales muertos
Como la dicha pérfida de mi abuela
que se regocijaba en ser un monstruo
Furor de los años en tropel
Pasos de la muerte
Ella camina indemne
Solitaria en mi camino
Carne que te reemplazas

Casi obsceno

Si quisieras oír lo que me digo en la almohada
el rubor de tu rostro sería la recompensa
Son palabras tan íntimas como mi propia carne
que padece el dolor de tu implacable recuerdo

Te cuento ¿Sí? ¿No te vengarás un día? Me digo:
Besaría esa boca lentamente hasta volverla roja
Y en tu sexo el milagro de una mano que baja
en el momento más inesperado y como por azar
lo toca con ese fervor que inspira lo sagrado

No soy malvado Trato de enamorarte
Intento ser sincero con lo enfermo que estoy
y entrar en el maleficio de tu cuerpo
como un río que teme al mar pero siempre muere en él

Deslumbramiento por el deseo

Instantáneo relámpago
tu aparición
Te asomas súbitamente
en un vértigo de fuego y música
por donde desapareces

Deslumbras mis ojos
y quedas en el aire

El agresor oculto

Me envenenó la vida
Me sustrajo de mi movimiento natural
y me entregó a las sombras
de los amores no correspondidos
Me trastocó los sueños
metiéndose como un conspirador entre sus grietas
Desempolvó recuerdos
que hablaban de partidas y de adioses
Mientras tanto mi alma
acostumbrada a la desgracia
lo veía hacer
como un condenado que presencia
el levantamiento del patíbulo

El amor brujo

He robado parte de tu cuerpo y de tu alma
Le he tendido una celada a los recuerdos
que aquí te recuerdo
¿Recuerdas amor?

El cielo de la noche casi azul se asoma
entre tus pestañas Noche vibrátil

Una vez me fui hasta tu región de monte
enfermo de hongos y tristezas muy tristes
Y aluciné con tu imagen alta y flexible
galopando un caballo de nube
Luego venías por la tarde desde el Retiro de los Indios
en tu carruaje blanco y yo iba a pie
por la carretera
Como un sonámbulo

Sonríes desde lejos como si masticaras
mi corazón entre tus colmillos

Mis palabras le quitan a tu vida muerte
Vives en este libro aunque te tengo miedo
Aunque apenas si hemos hablado
Pero te amo
tanto como siempre
Tanto como puedas imaginar

Y estamos lejos
Como el sol del mar.

El mes adolescente

Llegó Abril
con sus aguas escasas
colocando diamantes en cada hoja
El mes de los árboles aún sedientos
El mes de la enredadera que trepa el muro

Joven Abril como una adolescente casi virgen
te deseé en las tardes de verano
y ahora llegas primoroso
a encantarme con el batir de tu llovizna

Amado Abril beso tu piel de esmeralda
me entristezco bajo tus cielos grisáceos
Con las voces de tus pájaros
me hago un nido del tamaño de mi deseo

En ti estremecido de ternura
derramo la leche agria del amor que ha esperado

En las lágrimas tuyas está todo el terror

Como en un cuadro de De Chirico El Tiempo
se queda detenido entre los objetos y
los hombres sueñan la eternidad
Las chimeneas son falos humeantes
que penetran el cielo de Lo Absoluto

Como en un color de Borges El Tiempo se
queda entre las palabras del Ciego
Los hombres han conocido a través de
lo insólito la eternidad El sexo
de Borges es infinito y estoico

En las lágrimas tuyas está todo
el terror a la noche de la soledad
y la muerte En tus palabras está
contenido el Más Allá del Amor y su sueño

Equilibrio

A vuestras espaldas Vino fuerte
Amores desdichados de mi vida Los más
Me construí poderoso y soñador
y ustedes se quedaron
con las hilachas inasibles de mi poesía
Seres queridos
De cuerpos intocados
De pieles adoradas
Seres que me preservaron del destierro de la carne
al ejercitar en mí la sexualidad enamorada
Seres inhospitalarios Así me gustaban
Ellos me enseñaron que cuando se aman así
se pierde
y que cuanto se pierde en el amar
se gana en alma

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Caigo de mí
hacia mí
¿Dolor? no
¿Angustia? no
¿Qué pues?
Vacío que me espera
Anuncios de la muerte