Poetas

Poesía de Francia

Poemas de Catherine Pozzi

Catherine Pozzi fue una poeta, narradora y diarista francesa que vivió entre 1882 y 1934. Su vida estuvo marcada por su pertenencia a la alta burguesía parisina, su educación esmerada, su amistad con grandes figuras de la cultura, su enfermedad de tuberculosis y su tormentosa relación amorosa con el poeta Paul Valéry.

Hija de un famoso médico que pudo inspirar a Marcel Proust, Catherine Pozzi recibió una formación intelectual y artística que la llevó a interesarse por la filosofía, la literatura, la música y las lenguas clásicas. Fue amiga de Colette, de Anna de Noailles, de Rainer Maria Rilke y de otros escritores y artistas de su época.

En 1910 contrajo matrimonio con el historiador Jacques Boulenger, pero pronto se separó de él al conocer a Paul Valéry, con quien inició una apasionada y conflictiva relación que duraría ocho años. Valéry fue el gran amor de su vida, pero también su gran sufrimiento, pues él nunca quiso dejar a su esposa ni comprometerse con ella.

Catherine Pozzi expresó sus sentimientos hacia Valéry en sus cartas, en su diario y en sus poemas. Su obra poética se compone de solo seis poemas publicados en vida: Ave, Vale, Scopolamine, Nova, Maya y Nyx. Son poemas breves pero intensos, que reflejan su dolor, su esperanza, su fe y su búsqueda de lo absoluto.

Además de sus poemas, Catherine Pozzi escribió un relato autobiográfico titulado Agnès, donde narra su infancia y juventud, su amistad con Audrey Deacon, una joven americana que murió prematuramente, y sus primeros encuentros con Valéry. Agnès es una obra delicada y emotiva, que fue elogiada por Jean Paulhan.

Catherine Pozzi también dejó inacabado un ensayo filosófico llamado Peau d’âme (Piel de alma), donde expone sus ideas sobre el conocimiento, el ser y el destino. Se trata de un texto complejo y profundo, que muestra su erudición y su originalidad.

Catherine Pozzi murió en 1934 a causa de la tuberculosis que padecía desde hacía años. Su obra fue rescatada del olvido por Lawrence Joseph, quien editó sus poemas completos y su correspondencia con Valéry y con Rilke. Hoy en día se reconoce su valor como una de las voces más singulares de la poesía francesa del siglo XX.

Ave

Muy alto amor, si acaso yo muriese
Sin saber nunca dónde te encontré,
En qué planeta estaba tu morada
Tu tiempo en qué pasado, en qué hora
Te amaba yo,

Muy alto amor que escapas al recuerdo,
Fuego sin foco que fue todo mi sol,
En qué sino trazabas mi existencia,
En qué sueño tu gloria se veía,
Oh mi aposento

Cuando para mí misma esté perdida
Y dividida en abismo infinito,
Cuando rota ya esté infinitamente,
Cuando sea traidor este presente
Que me reviste,

Quebrada por el mundo en mil fragmentos,
De mil instantes aún no reunidos,
De ceniza cernida hasta la nada,
Para un extraño tiempo harás de nuevo
Sólo un tesoro

De nuevo harás mi imagen y mi nombre
Con mil cuerpos robados por el día,
Viva unidad sin nombre y sin figura,
Centro del alma, raíz del espejismo
Muy alto amor.

Vale

Del gran amor que tú me habías dado
El viento de los días los rayos destrozó —
Donde estuvo la llama, donde estuvo el destino
Donde estuvimos, donde, las manos enlazadas,
Juntos estábamos

Sol que fue nuestro, de ardiente pensamiento
Para nosotros orbe del ser sin semejante
Segundo cielo de un alma dividida
Exilio doble donde el doble se funde

Ceniza y miedo para ti representa
Su lugar, tus ojos no lo han reconocido
Astro encantado que con él se llevaba
De nuestro solo abrazo el alto instante
Hacia lo ignoto.

Pero el futuro del que vivir esperas
Menos presente está que el bien ausente
Toda vendimia que él al final te entregue
La beberás mientras te embriaga el
Vino perdido..

Volví a encontrar lo celeste y salvaje
El paraíso en que angustia es deseo
Alto pasado que con el tiempo crece
Es hoy mi cuerpo, mi posesión será
Tras el morir.

Cuando en un cuerpo mi delicia olvidada
En que estuvo tu nombre se vuelva corazón
Reviviré los días que fueron nuestro día
Y aquel amor que yo te había dado
Para el dolor.

Escopolamina

El vino que por mis venas fluye
Ahogó mi corazón y se lo lleva
Y por el cielo yo navegaré
En un corazón sin capitán
Donde el olvido es blanda miel.

Mi corazón es astro aparecido,
Que nada en el divino sinigual.
¡Deriva, extraño acontecido!
Oh viaje, largo viaje hacia la luz—
Sonido nuevo y nunca interrumpido
Es la tejida trama de tu sueño.

Mi corazón abandonó mi historia
Adiós Forma ya no siento más
Estoy a salvo al fin estoy perdido
Me voy buscando en lo desconocido
Un nombre libre de la memoria.

Nova

En un mundo futuro en que tengo la vida
Que no llegó a formarse en el cielo de hoy,
En el flamante espacio adonde va el querer
En el virgen momento del astro que rehuyo
Vivirás, mi esplendor, mi salvación, mi pena
Mi extremo corazón con mi sangre formado,
Mi mirada, mi aliento, mi tacto, mi deseo,
Mi más terrestre bien para el azul perdido.

¡Elude el porvenir, Imagen perseguida!
De vosotros he muerto, oh mis actos queridos
Deshácete disípate no aceptes ser desata
Denuncia ese deseo que yo nunca elegí.

No completes mi día, alma de mi locura,—
Abandona el destino que no llegué a cumplir.

Maya

Desciendo los peldaños de siglos y de arena
Que el instante angustiado conducen hacia ti
Tierra de templos de oro, en tu fábula entro
Atlántico adorado.

De un cuerpo ya no mío que la llama rehuye
Caro nombre es el Alma, que detesta el destino —
Que se detenga el tiempo, que se hunda la trama,
Sobre mis pasos vuelvo al abismo infantil.

En el viento los pájaros hacia el marino oeste
Vuelan, hay que volar, dicha, al verano antiguo
Sumido en sueño allí donde cesa la orilla
Rocas, el canto, el rey, árbol que el viento mece,
Astros de antiguo unidos a mi rostro primero,

Extraordinario sol de calma coronado.

NYX

A Louise también de Lyón y de Italia

Oh noches mías, oh sombras esperadas
Oh tierra altiva, oh secretos tenaces
Oh lentos ojos, oh nubes fulminantes
Oh vuelo libre más allá de los cielos.

Oh gran afán, oh expandida sorpresa
Oh bella marcha del alma embelesada
Oh mal supremo, oh gracia descendida
Oh puerta abierta por la que nadie entró

No sé por qué me muero yo y me ahogo
Antes de entrar en la eterna morada.
Cómo saber de quién yo soy la presa.
Cómo saber de quién soy el amor.

Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán