Poetas

Poesía de Panamá

Poemas de Darío Herrera

Darío del Carmen Herrera, luminaria del modernismo literario, dejó una huella indeleble en la poesía panameña. Nacido el 18 de julio de 1870 en Panamá, este escritor, diplomático y periodista trascendió fronteras a lo largo de su vida.

Como diplomático, desplegó su talento en países como Ecuador, Perú, Chile y Argentina. Su amistad con destacados poetas modernistas como Rubén Darío, Leopoldo Lugones y otros, forjó su legado literario. Herrera, prolífico periodista, contribuyó a diarios y revistas en Hispanoamérica, enriqueciendo la esfera literaria.

Su poesía, marcada por la melancolía y la influencia de poetas como Leconte de Lisle y Stéphane Mallarmé, se distingue por su estética parnasiana y la meticulosidad de su lenguaje. Su obra «Horas lejanas» (1903) y la colección póstuma de poemas «Lejanías» (1971) revelan su inquietud por el amor, la mitología grecolatina y la muerte.

Darío Herrera, a través de sus versos evocadores y su devoción al pasado y el esplendor europeo, perdura como un referente en la rica tradición literaria de Panamá y más allá.

Campestre

La tarde se adormece en la llanura.
Incierto el panorama se destaca
bajo la luz anémica, ya opaca
en cada agrupación de la verdura.

La vespertina claridad perdura,
fingiendo una labor de fina laca
en el espacio cóncavo, que es placa
donde pintan las formas su hermosura.

La noche se condensa en el contorno
del silencioso campo. De retorno
hacia la casa va con lento paso

el labrador y sus rendidos bueyes.
Y son yuntas y el hombre únicos reyes
de aquellas soledades del ocaso.

Canción de otoño

Los sollozos, largos lentos,
de los vientos
en las tardes otoñales,
van resonando en mi alma
con la monótona calma
de los toques funerales.

Todo lívido y convulso,
obedeciendo al impulso
del quebranto,
de mis antiguas historias
siento llegar las memorias
humedecidas de llanto.

Y a un viento malo, sin rumbo,
voy marchando tumbo a tumbo
por mi existencia desierta,
como al hálito glacial
de la ráfaga otoñal
la hoja muerta.

Lied

No sé por qué presiento que las tranquilas
sonrisas de tus labios son dolorosas;
que hay duelos ocultos en las radiosas
noches estelares de tus pupilas.

Que los dulces escorzos de tu estatuaria
tan sólo exteriorizan gestos escénicos;
y a través de sus ritmos, que son helénicos,
hay la actitud contrita de la plegaria.

Y pues son tus sonrisas tan dolorosas,
¿Por qué muestras en ellas dichas tranquilas?
¿E ignoras que esos duelos, en tus pupilas,
las harían más nobles por más radiosas?

¿Qué en vez de esos escorzos que son escénicos
y simulan los gestos de la estatuaria,
las actitudes tristes de la plegaria
serán triunfos más bellos, que los helénicos?

La verdad es sagrada, y el mundo finge;
la verdad, por divina, por buena, enorme,
con sus luces de soles hace ya informe
de los mitos la inerte, mentida esfinge…

Diana

Yo no la admiro así, con su altanero
gesto de virgen al amor esquiva;
cuando sobre la caza fugitiva
arroja el dardo rápido y certero.

Ni tampoco en su símbolo guerrero,
la Hécate implacable y vengativa,
que da a los brazos cólera agresiva
y pone el exterminio en el acero.

Pero la adoro cuando en alta noche
cruza, rigiendo su argentino coche,
bajo el azul, de estrellas florecido;

y llegando a la gruta misteriosa,
como la casta, enamorada esposa,
besa en los labios a Endimión dormido.

El pino y la palma

En el frío Norte y en desnuda cumbre
dormitando se halla pino solitario;
la nieve y el hielo le dan su vislumbre,
le exornan y envuelven en blanco sudario.

Y ante el cielo negro y en su cumbre helada,
tiritando piensa que en lejano Oriente
una palma sufre, silenciosa, aislada,
en ribera abrupta, bajo el sol ardiente.

Le Billet Doux

Quedó la “niña” del billete
en dulce ensueño sumergida
¡Cuántas delicias le promete
aquella carta tan leída!

En lo suntuoso del salón,
en vis-á-vis o en canapé,
ya están los dos… (En su ilusión
con él se mira en el parquet.)

Es un amor muy elegante
aquel noviazgo preambular:
De frac o smoking el amante;
ella en vestido “directoire”.

Allá en el “hall” hay un sonoro,
cáustico, fino parloteo:
“Mamá” y visitas forman coro
en el mundano discreteo.

Acá los novios … ¿Cuál su tema?
Los “Grandes Premios” ú otro sport
así el coloquio es fiel emblema
del modernismo del amor.

Después, la boda; el dulce viaje,
y de París les “nouveautés”…
“Smart”, muy “fine” es el miraje;
que la caricia es un ultraje
para el “Institut de Beauté”.

Marina

Tarde. En la arena con sordos rumores
tienden las olas sus crenchas de espuma;
húmeda brisa el ambiente perfuma
con salitrosos, sutiles olores.

Lento el ocaso sus ígneos colores
en una diáfana sombra defuma,
y sobre el agua, entre velos de bruma,
Héspero vierte sus blancos fulgores.

Crece la sombra. Su toque sonoro
dan las campanas al aire durmiente
brotan los astros cual lises de oro;

Y al extinguirse la luz vespertina,
entre las rojas pinturas de Oriente
muestra la luna su faz opalina.

Leda

…Y de Leda
nació Helena, funesta para
Troya…

D.H.

Divino es el cisne; la virgen es Leda.
El bosque simula paisaje de Edén.
La brisa los himnos de nupcias remeda;
es oro volátil el pelo en la sien.

El busto en las alas abiertas se enreda.
La hermosa palpita, y el cisne también.
Calor de caricias… El plumón de seda
a muslos y flancos les presta sostén.

Ya el cisne divino sus alas retira:
Efímera es siempre la dicha de amor.
Ella deslumbrada con asombro mira.

El cuerpo del ave tornarse fulgor;
Y Leda comprende, de orgullo suspira,
que Júpiter mismo fue su seductor!…