Poetas

Poesía de Colombia

Poemas de Elcina Valencia

Elcina Valencia es una poeta, cantautora y educadora afrocolombiana, nacida en el corregimiento de Puerto Merizalde, cerca de Buenaventura, el 27 de abril de 1963. Su madre, Nicolasa Córdoba Caicedo, era una cantadora tradicional que le transmitió el amor por la música y la cultura del Pacífico colombiano. Desde niña, Elcina empezó a componer canciones que presentaba en las fiestas de su vereda y su corregimiento. A los 17 años escribió su primer poema por encargo de una profesora de secundaria.

Estudió educación básica primaria en la Normal Juan Ladrilleros de Buenaventura y se graduó como licenciada en 1989. Luego realizó varias especializaciones en planeamiento educativo, pedagogía del folclor, lúdica y recreación, entre otras, en diferentes universidades del país. También se formó en gramática musical, guitarra, periodismo cultural, diseño curricular en etnoeducación y gestión de proyectos.

Su primera obra poética, Todos somos culpables, fue publicada en 1991 con el apoyo del Museo Rayo de Roldanillo. Desde entonces ha publicado varios libros de poesía, como Rutas de autonomía y caminos de identidad (1999), Cantos para la memoria (2002) y La voz del silencio (2010). Su poesía refleja su compromiso social y cultural con la población afrocolombiana y su reivindicación de la identidad, la memoria y la resistencia.

Además de su labor literaria, Elcina Valencia se ha destacado como cantautora e intérprete de música tradicional del Pacífico. Ha grabado varios discos con su grupo musical Elcina y su Son Pacífico, como Cantos para la memoria (2002), Cantos para el alma (2006) y Cantos para la vida (2010). Ha participado en diversos festivales nacionales e internacionales y ha recibido varios reconocimientos por su aporte a la cultura afrocolombiana.

Elcina Valencia es una mujer que ha dedicado su vida a la educación, la poesía y la música, como formas de expresión y transformación social. Su obra es un testimonio de la riqueza y la diversidad cultural del Pacífico colombiano y de su lucha por el reconocimiento y la dignidad de los pueblos afrodescendientes.

¿Esta es mi tierra?

He mirado el mar de mis costas
…detenidamente y repetidas veces;
He mirado las gaviotas
Que vuelan hacia lo alto
Desafiando los espacios
Diseñando con su vuelo
Remolinos de constancia.
He visto navegar los barcos
Libremente sobre el mar
Y al pescador… amigo de las redes,
Amigo del anzuelo,
Amigo del mar y de sus secretos.

Nací y morí mil veces en estas tierras
Donde aún se ciernen las huellas
Del yugo esclavo;
Pero he vuelto a nacer,
Mas no he encontrado
El humo espeso de la esclavitud
Pero se destila la zozobra del egoísmo,
La lujuria y la codicia
De este mundo materialista
Que solo piensa en la maldad.

Entonces me pregunto:
¿Qué pasó con el mundo?
¿Qué pasó con las tierras?
¿Qué pasó con nuestros pueblos
que están perdiendo lo bueno?
Soy testigo del hombre
que escudriña el mar esperanzado;
del leñador sediento que trabaja
la montaña;
del sembrador que busca un sosiego
en el cultivo;
y del hombre aquel… aquel que se
obligó a robar por un pedazo de pan
para sus hijos.

He encontrado la miseria a cada paso;
el machismo que aventaja al mundo entero,
el libertinaje de aquella que alcanzó la liberación
y no la supo interpretar.

Escucho el llanto amargo
de aquel que llaman gamín:
el que quita de mano ajena
un reloj, una pulsera, un paquete
y lo vende… lo vende a esa sociedad
que permite la delincuencia.

He encontrado en cada esquina
la mano asesina de un hermano;
la mano fuerte del que oprime;
la boca grande del que insulta;
un pie grande que empuja desde arriba;
y el gemir de un pobre hombre,
que lucha por sobrevivir
entre la miseria y la injusticia.

He visto morir también
el fruto verde en el vientre inmaduro.

¡Oye gente de mi tierra!
¡Gente de todas las etnias!
¡Gente de todas las clases!
¡Oye jefe del hogar!:
¿No te duele que tus hijos sientan hambre
mientras tú malgastas lo que ganas
en licor, en el juego y en mujeres libertinas?

Y tú… hombre de caudales:
¿no te conmueve la miseria en que vivimos
mientras tú te ahogas en la plata
ignorando al campesino que trabaja para ti?
¿Acaso te has olvidado del que te siembra el café,
del que cosecha el arroz,
del que te cuida el ganado?

Quisiera decir tantas cosas…
…pero no quiero ver llorar al hombre
que está en el mundo sin vivir en él
y que viviendo en él… no existe.

Currulao

Son de marimba y zapateo,
quejido de ancestro,
sinfonía de manglares,
las mujeres te bailan,
los hombres te beben,
te gritan, te buscan,
la noche te conversa
con sus voces de tambores.

Será larga la noche de concierto,
estoy vestida con mi falda de boleros
para ritmiar tus notas marimberas
asonantando las palabras cununadas
en un escubilleo sin palabras
que me mueva los pies en el tablao
con magia dancística torbellinezca,
nubarronezca de giros y coqueteos,
marímbame, embriágame de música las venas
con tu tamb tamb que llegue al infinito.

Currulao, son de marimba y zapateo.

Delfín de mis días

Para encontrarte a solas,
tuve que cruzar la noche.
En profundos sueños, advertí tu sombra
y te vi distante una noche de octubre;
te busqué en el aire, en la muchedumbre;
te busqué en el mar, bajo las gaviotas;
me volví velero y navegué en tu orilla;
saltaste a mi lado huracán de seda,
delfín de mis días, cometa sin tiempo;
me hablaste al oído, vendaval de fuego;
me cubriste de olas, marejada gris;
aroma de arrullo, te encontré en la noche,
nadando en las aguas de mi mar azul.
Salta delfín en mis aguas tranquilas
y dame la clave del ritmo perfecto;
Invéntame olas
de luces coloridas,
de espumas saladas,
de largas estelas;
cúbreme de algas
en un remanso de estrellas
cuando haya encallado
en la empinada ruta
de tu océano.

Quedarme con tu azúcar

A Celia Cruz

Vivirá tu risa estruendosa en mi memoria.
El sabor de tu azúcar en mi rumba.
La guaracha sonora y el bolero
y tu voz de alondra consentida,
impregnada en los cinco continentes
y en todos los rincones de la tierra.

Vengo de todos los lugares.
Vi tu canto rondando el universo,
esparciendo las notas en el lluvia
y llenando de son los arrecifes.

Vengo del mar y encontré en las olas
el ritmo cadencioso de tu azúcar,
el melao de caña y el guarapo,
el eco del batá en los esteros,
el bembé, el omelenko, el son montuno,
la guaracha en las guitarras campesinas,
rock and roll, la guajira, el merengue
y la rumba en noches litoralinas.
Sé que estás y estarás en las llanuras,
en las aguas, en las selvas, en las pampas,
en el fuego del Sahara, en el frío de la Antártida,
en las montañas de América y en los reinos africanos.

Yemayá te llama y tú te marchas.
Te vas a cantar con los orichas,
pero quedas para siempre en mi memoria,
porque el mundo está melao de tu ¡azúcar!

Yo… Viajera

He viajado todo el tiempo:
por el mar, por los ríos,
por las nubes,
por los bosques y quebradas,
por rieles y carreteras;
he viajado también por los andenes,
entre túnicas, camisas y calzones;
he viajado entre medias y zapatos;
en corpiños, también en pantalones.
Antes de ser, viajé en el pensamiento
De un hombre y una mujer enamorados;
fui creciendo y viajé en los corazones
de aquellos jovencitos que me amaron.

He viajado ya mujer en las miradas,
en los sueños de aquel que me desea;
he viajado también en las carteras
de quien guarda mi retrato con nostalgia.

He viajado muchas veces, he viajado
hasta meterme en cuadernos y amuletos;
y seguiré viajando mientras viva
en el ritmo de un compás que nunca muera.

Entra en mi playa de nuevo

Muévete despacio
en la bahía de mi puerto,
sigue anclado en esta playa
como barca sin destino;
con mis mareas te agitas,
con mis vientos te sublevas
y esculcas en el abismo
la dulzura del océano.

Ven, sujétate a mi orilla
con la borrasca de enero
y navega sin temores
con el oleaje de fuego,
y cuando el sol se marchite
entra en mi playa de nuevo.

Pentagrama de pasión

Soy el pentagrama de tu pasión
Que me llama,
que se siente en clave de do
Arriba de sol,
soy el espacio de tu corchea
soy tu Fa,
La do mi,
Soy tu
línea,
mi
Sol
Re
Fa,
Motívame con tu batuta,
Toca en mí,
Cántame en tu clave
Soy la figura para tu nota
el compás para tu ritmo
soy tu punto en la redonda
Vuelve a mí en ritornelo
Y salpícame tu estacato
Prolóngame con tu calderón
para sonarte eternamente

Anhelo N° 2

Soy tierra baldía… enramada,
montañesca… invádeme… habítame,
vuélveme territorio,
clava en mi tierra
semillas nuevemecinas…
Tengo un nido para tu pájaro,
un lago para tu ganso,
un río para tu remo,
una llanura para tu roble,
un arroyuelo para los reptiles,
un desierto para los camellos,
un oasis para tu sed…
Peregrino sediento…
Búscame…
¡Anhelo tu llegada!

Herencia y legado de tambores

Bongó, bongó, bongó tambora
Bombo guasá tumbadora
Tu tam tam me suena a ritmo
Tu bom bom bom me enamora.

El bembé sale de tu alma
De tu risa la guaracha
Omelenko del quejido
De tus cueros la charanga.

Redoblante de ritmos de aurora
Bombo que queja en la noche
Quiero beberme tu rumba
Percutida con derroche.

Canto que heredé de mis abuelos
Canto que a tus hijos legaré.

Para mi ritmo antillano
Tambores batá me llaman
Chingui chingui de maracas
Y mi bongó me reclama.

Para mi rumba Nayera
La guitarra es la que manda
Y la timba campesina
Va encendiendo la pachanga.

Litorales colombianos
Con cununos embrujados
Entonando con marimbas
El rumor del currulao.

Tránsito y resistencia

Ellos viven transitando
de los ríos a la calles,
de los montes a los barrios,
desplazados por la guerra,
tránsitos involuntarios
donde se pierde el sentido
y se arranca el lazo vivo
de la hermandad con la tierra.
Ellos tienen la esperanza
de la mano de un hermano,
ellos tienen la esperanza
de volver y resistir,
porque no hay vida sin tierra
resisten para vivir.

Burbujas de recuerdo

Su recuerdo me circunda la existencia,
me hace burbujas en las sienes
y se expande como espumas sobre el río.
Cómo resisto este volcán de nieve
que no logro diluir y se arraiga día a día,
en un recodo de mi vida.