Poetas

Poesía de Estados Unidos

Poemas de Jim Carroll

Jim Carroll (Nueva York, 1 de agosto de 1949 – 11 de septiembre de 2009), fue un escritor, poeta y músico estadounidense, conocido sobre todo por su obra autobiográfica Diario de un rebelde de 1978, que años más tarde sería llevada a la gran pantalla en 1995 con Leonardo DiCaprio como protagonista.

SIN TÍTULO

Somos una parte importante del aburrimiento
de principios de primavera planificando las compras
de montar por la Quinta Avenida en un autobús aterrado por Pascua.

pero aquí estamos de todos modos, sobreviviendo como una calle húmeda en Agosto
y vigilando a los otros mientras lo «hacemos», así
tú haces el Oeste por la Calle 8 y compras algo místico que ponerte
y yo simplemente meto las manos en mis bolsillos de pana
y silbo hasta Carter’s a por el cartel que me prometió.

Me gusta la idea de dejarte por un rato
sabiendo que voy a verte de nuevo mientras los libros aburridos
W. H. Auden, y los horarios de las películas sostienen mi aislamiento
y al mismo tiempo mi mente se sustenta en la tuya así como a mi cuerpo
le gustaría apoyarse en tí en alguna estatua del Central Park
en la jaula del león en el Zoo del Bronx en una cama en Forest Hills en un
autobús.

Llego a la Tercera Avenida, su tráfico azul, ya sabía que más tarde
o temprano y ahí estás tú en el viento de la Plaza Astor leyendo
un libro y respirando en el aire cada pocos segundos
eres tan
consistente.

¿no es este día así como de confeti? trozos de carne cálida cosquilleando
mi cara en Saint Mark’s Place y mi corazón latía como un negro
joven
mientras que la profundidad se aproxima por todas partes en el cielo y en tu
tacto.

SIN ALAS

vida salvaje extinta entubada
arde al contacto

alas quejumbrosas deslizándose por las ventanas
como lágrimas de metacrilato… mire aquí:

arañas serpenteando en el techo del ático
como pelos púbicos

genitales de roedores chirrían en el cielo catedralicio

la pura lógica del motor de las masacres
el corazón corporativo

sangre de escualos irrumpiendo en la marea
en destellos como ofrenda de flores en manos púberes

dunas de pasto colgando de los ventiladores subterráneos

sangre refrigerada brotando como rosarios de
conductos frente al ojo cosmopolita

estampida de bisontes en trineos a motor

abortos de terneros carne fetal
en parrillas suburbiales

el hombre pinta cielos pantanosos de plomo,
sin alas… la cabeza entre las piernas

caniches acicalados soñando en el desván
anfiteatros en los abrigos de piel curtida de la madre

LOS ANARQUISTAS

Han venido para adorar el dictado,
llegando espontáneamente en parejas
sobre vagones rojos y negros, un sol inclinado hacia Francia,
la radio… un buitre ha escalado el lago.
la pendiente vigente hacia una mina de azufre…
acontecimientos separados, pero ya recurrentes.
fue una chica…
concebida para instigar la conquista. los animales
reptando para lamer sus dedos de porcelana
ella dudaba en acantilados de coníferas gruesas… su vanidad
ondeando como las banderas azuladas de los Estadios…
las gaviotas… café… ella decidió días antes
engatusar a los bronceados rostros proletarios
una vez hubieran perfeccionado el manifiesto, completarían
el plan de ataque añadiendo piernas… aunque breves
y con deformaciones evidentes en los tobillos
los árboles derribados sobre la torpeza muda
de la noche… apertura tropical de estrellas…
el tucán… desayuno. ella ha dado a luz un niño
anoche sobre los escalones del umbral. él escapó
sometido a la tensión de la predicción.
la gente se alarmó. sin maná,
observaron un carnaval de destellos sobre las colinas
una energía… pero nutriente escaso…
la gitana… ese era su esquema aparente
para eliminar los factores benevolentes,
estimular sin auxilio, mientras tanto
acumulando brazos para la flota… inocencia.
ella finalmente habló.
el día era obviamente un adelanto de la semana.
viento amarronado… pergamino arrojado al paisaje
alabando las quejas del dictado. la sintonía
allanaba el camino. banderas cayeron de las verdes aguas infectadas
sobre el cielo. esas cosas le fueron confiadas.
ella no tenía control sobre aquel papel, había
incontables sustancias, como insectos…
objetos sin el obsequio del desenlace.
millones de burbujas emergiendo del instrumento
musical. sólo la gitana lo vislumbraba.
lo superficial se convirtió en una mentira… ella se transformó en
una realidad… su hijo permaneció
inconsolablemente despierto… días
días…
días…