Poetas

Poesía de México

Poemas de Karen Villeda

Karen Villeda (Tlaxcala, México, 1985) es una escritora mexicana. Ha formado parte del Programa Internacional de Escritura de la Universidad de Iowa, en donde también fue Encargada de Difusión y Participación en 2015. Colabora habitualmente en Letras Libres y Nexos.

I. Sobre el tiempo en el que vivieron los Destino

Supimos que las pestañas de aquel niño eran hebras plomizas. Había venido al mundo siendo un viejo. También sus labios fueron anhelando un nombre que pronunciar para poder contar su historia a los que nos sentamos alrededor del fuego.
Mi querido Coyote le decía su madre Winona3.
“Un Coyote antes”
“Y un Coyote antes cargó el cuerpo del Sol”
“Lo llevó a su casa y se vistió él mismo como el Sol”

II. Sobre la Gente del Gusano y sus dominios

Mi querido Coyote le decía (una y otra vez) su madre Winona, quien usaba siempre el mismo vestido de piel de ciervo mulo. Tu padre agotó cada una de las flechas pintadas que le heredó tu abuelo por intentar cazar lo que es sagrado. Un ciervo de estos es también una mula. Es un animal dos veces animal. Dicen que tu padre no tuvo más remedio que matarlo de un cabezazo. Casi se le carnea la frente, pero tuvimos alimento durante tres días y tres noches. Mi querido Coyote, toma un manojo de arándanos. Mastícalos en silencio. Si se escucha un crujido, la Gente del Gusano vendrá por ti para llevarte a vivir entre las hojas dentadas de los mirtilos.

III. Sobre el agua4 y los derechos que reclaman los Nez Perce

Mi querido Coyote También entre los que Mi querido Coyote Bebieron de esa agua hasta achisparse Cayeron rendidos como el cielo de junio5 Es la palabra que origina todo MaravillosaEl agua El Agua que Habla a Los que Viven en El AguaEl agua es para el Maestro Especial Mi querido Coyote El agua es solamente para los naciditos Mi querido Coyote

Aquel niño taciturno era el hijo de Leotis Mackenzie7, quien tenía de mascota a un caballo enano. “Esto es un diminutivo”8, le decían. Leotis Mackenzie, quien tenía de mascota a un caballo enano y un criadero de más de noventa apalusas. Leotis Mackenzie, quien tenía de mascota a un caballo enano y lo llevaba consigo a donde fuera.

Fragmento de Dodo

Banco de Cargados Carajos, hay dieciséis islas. Pedro de Mascarenhas, primer amante de Mauricio. Una cotorra gris, segunda amante de Mauricio. Sirenios, seis espaldas. Le estamos pisando los talones a Madagascar. “Tres macizos volcánicos levantándose en la llanura.” Mi hijito amado.

A la redonda. Puños atestados de plumas pardas levantando amarras. Cinco marineros que se toman el atrevimiento de quemar al Güeldres en sus sueños. Seis camisolas y siete, siete barriles desvencijados. Un pulgar astillado. Mauricio alongado se pierde en el horizonte. Su ocre deslumbra.

Llevamos los brazos en jarras, la cubierta. Un hilillo de saliva trenzado con sangre. Seis temores henchidos de alcohol, el mascarón. La lengua tan corta de El Mongol. Su lengua renegrida que se hizo nuestra. Burbujitas. Empápanos, por favor.

Cinco marineros suspiran. El Pelirrojo, la palma de Van Warwijck. Cinco marineros que derraman una sola lágrima. Manos toscas que abrigan a cinco esqueletos. Cinco ombligos haciendo honor a una tuerca. Algas que esclavizan. El mar babea cinco sueños, hacia 1681.

Los canales en Ámsterdam son el testimonio de la rendición del Mar del Norte. El Güeldres entra sigilosamente, cae el viento. Seis dorsos cubiertos por seis, seis camisolas. Culpa que impregna. Diez tobillos caminando de puntillas, un quejido. “Ya apesta a anchoas”, dice El Almirante. El Mar del Norte llevándose nuestra gloria.

Nadie me cantará como mamá, sus tetas. Inclinando la barbilla en mi cráneo calvo. Tú, mordisqueándole el pezón —punta de estrella guía— para hacerle ver que eras dolorosísimo. Mi hijito amado. La leche derramada y cinco alientos fétidos. “Pondremos huevos, necesitamos un par de tetas.” El Mar del Norte nos babea también.

Plumas, el cráneo de mi pelona enamorada. Tres o siete o catorce plumas curvadas. Garra, uñas carbonizadas. La canción de mamá, cañas de azúcar. Fiebre de cañas de azúcar, plumas pardas. Miasma de leche, guarapo, mi hijito amado. El Almirante truena los dedos, mi pelona enamorada dando a luz un dodo albino.