Poetas

Poesía de Colombia

Poemas de Robinson Quintero

Robinson Quintero Ossa, nacido en Caramanta, Colombia, en 1959, emerge como un poeta, ensayista e investigador literario de renombre en la escena colombiana. Su viaje literario lo llevó a licenciarse en Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Externado de Colombia, marcando el inicio de una travesía poética única.

Este poeta multifacético no solo se destaca por su obra poética, sino también por su labor como director de talleres de creación poética, guiando y sensibilizando a almas inquietas en la Casa de Poesía Silva, la Alcaldía de Bogotá, y el Museo de Arte Moderno de Medellín, entre otros.

Quintero, cuya pluma es el crisol de imágenes claras y pureza idiomática, coordinó la IX Escuela Internacional de Poesía en 2003, un testimonio de su compromiso con la difusión y promoción de la poesía. Además, ha dejado su huella en la labor editorial, participando en comités editoriales de revistas literarias y elaborando la selección y prólogo de la antología «Malos modales» del poeta venezolano Juan Calzadilla.

Su poesía, plasmada en obras como «De viaje«, «Hay que cantar» y «El poeta da una vuelta a su casa«, revela una tradición más silenciosa, arraigada en imágenes claras y la pureza del idioma. La crítica literaria destaca su estilo poco explosivo pero profundamente significativo, consolidándolo como un referente en la nueva camada de poetas colombianos.

En la actualidad, Robinson Quintero Ossa lidera su carpa ambulante de juegos literarios, «La máquina de cantar«, continuando su contribución al enriquecimiento del panorama literario colombiano. Su más reciente obra, «Invitados del viento. Poesía reunida«, refleja la consolidación de su legado poético, marcado por una travesía que ha dejado una impronta indeleble en la poesía colombiana y latinoamericana.

La otra Ítaca

Siempre se ha dicho:
el camino es largo
Para arribar a tal o cual Ítaca
hay obstáculos
extravíos
y pocos atajos
Se necesita de algo más que ardentía
y arrojo
Y se dice también
que al final de la ardua jornada
espera a cada uno la recompensa:
la paciencia es hermosura
después de la niebla hay sol
sacrificio añade sabiduría
Pero sé de lugares jamás encontrados
en los que el hombre ha quedado
en la intemperie
Si no es la dicha el mismo camino
si no es cada paso el puerto
no lo emprendas
No siempre se nos espera
No todos llegamos a tiempo

SÓLO UN INSTANTE

Imágenes que se desprenden
de los recuerdos
de ti en mí, sólo un instante
algo tenue
una expresión pequeña
la voz entre luces pasajeras
todo es igual, parece
quizás de un modo
menos inexacto
y el pasado queda tan cerca,
es una estación de trenes abandonada
mientras el silencio
coloca la nostalgia
en tu boca,
no habrá adiós
que te contemple mía
mucho menos ajena al mundo
y todos sus tropiezos.

El malabarista

La poesía es también la experiencia del poema
O si no observa al malabarista
Con qué habilidad mantiene
sus esferas en el aire
sin que caigan al suelo
Cómo lanzándolas a su suerte
lejos de sus manos
regresan obedientes a él
convocando el asombro

INEVITABLE

Soy de todos
cada vez que vibra
el apacible corazón del Universo.
Retorno a mis frases puntuales,
descanso mi sombra
sobre el cielo y la hierba.
Me escondo en mí,
respiro el aire fresco
que me brinda el atardecer.
Soy una imagen pasajera
en un delicado horizonte
que me aleja de una pronta muerte.

Alto ahí

El amor es un atracador
No sabes en qué momento te asalta
ni en qué lugar
ni de qué modo
ni con qué porqués
El amor es un atracador
Y sabes que no pide la bolsa
sino la vida
No se conforma
con cosas de valía
el amor
Y desconoces si lo volverás a ver
Y desconoces si te devolverá lo hurtado
Agazapado en la sombra
está el ladrón
que te asaltará la vida

INTO DEEP

A tientas avanza la muerte
por el corredor de mis palabras
con un nudo de incertidumbre
en sus manos de otoño.
No hay consuelo
ni recompensa
en las vacantes nostalgias
que confiesa la noche.
Vacilante, mi alma bebe luz
en una tarde que no está conmigo
y se cubre de una música azul.

Hombre que da una vuelta a su casa

La poesía no tiene horario

La poesía se escribe no cuando uno quiere
sino cuando ella —la poesía— quiere
dicen

Esto me digo mientras camino
y pateo una piedrita
calle abajo
una y otra vez

la misma piedrita

Dios puede ser cualquier cosa
incluso una piedra en el camino
—dicen también

Y me lo digo como quien no tiene
para decir
algo inusitado sobre una piedra
que se patea en una calle solitaria

Darle a la piedra es todo el asunto
de esta tarde
sin asunto
pues no hay qué hacer
y la poesía no tiene horario

La piedra golpea otra piedra y no canta
no llena el universo
Es nada
diría uno
en el camino que lleva a casa

SOBRE UN CIELO DORMIDO

Como las hojas secas
de un puntual otoño
te elevas en los recuerdos,
en el aire límpido
como un pájaro de luz
y luego serás la estela
de todas tus palabras
que viajan serenas
sobre un cielo dormido.

INICIACIÓN

Tomar cada palabra
como un rayo de sol
sobre la página en blanco.
Ser paciente al escribir,
dejarse germinar
y ver cómo te transformas
en la tierra
que habita tus huesos.