Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de Cayetano Córdova Iturburu

Cayetano Policinio Córdova Iturburu (16 de febrero de 1902, Buenos Aires, Argentina- 25 de abril de 1977, Buenos Aires) Periodista y poeta, fue uno de los decanos de la crítica de arte de Argentina. Fue nombrado miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes.1​ Sus amigos y colegas lo apodaron «Policho».

Paso como una sombra

Cuando partió yo abrí los ojos.

Fue necesario que partiera para saberlo todo…

Sólo dos veces la besó en la frente.
Sin saberlo le di mi despedida.
Sólo dos veces la besé en la frente;
¡pero ya estaba fría o casi fría!

Nunca hablamos de nada.
Hay amor que se nutre de silencio,
como hay flores que se abren en sudarios
sobre agua muerta, entre basaltos negros.
Hay amores que son cual despedidas
entrecortadas de presentimientos,
en que todo se calla como si uno
horror tuviera de tentar al cielo.

Hablábamos,
y de pronto entre nosotros
se interponía el silencio.

Reíamos a veces.
Reíamos con infantil cascabeleo;
pero en verdad, lo único importante
era estar en silencio;
un silencio viviente que latía,
opaco y sordo,
como un oculto corazón enfermo.
Pasó como una sombra luminosa.
Yo no advertí que iba mirando lejos…

Hablamos solamente de las cosas
inefables que se hablan en silencio
y la besé dos veces en la frente,
arrodillado de respeto.

Suelo pensar que no existió y fue sólo
el fantasma de un sueño…

Nunca hablamos de nada.

Sin saberlo
siempre estuvimos juntos
y Ella se fue primero.

Sólo cuando partió yo abrí los ojos.
Fue necesario que partiera
para saberlo todo…

Final

Mi libro es una sombra de lo que yo he soñado.
Persiguiendo fantasmas se desgarró mi empeño.
Lector: no pude dar más de lo que te he dado;
el Arte es una amarga resignación del sueño.

Norah Lange

Ocres y lilas velan el agua de la tarde.
Norah Lange: en tu nombre se mecen las campanas.
Rampa la noche sobre el crepúsculo que arde
y la Vida y la Muerte van como dos hermanas.

Sonambulismo trágico y dulce de ojos de ángel
y de dos trenzas de ébano sobre una vaga túnica…
Norah Lange: tu nombre pasa como un arcángel
y acongoja el paisaje de una tristeza única.

Berenice, Ligeia… Sombras de terciopelo…
Medianoche de espectros en soledad sin Dios.
Norah Lange: tu nombre resuena en mi desvelo
y hay algo más terrible que la Muerte en mi voz.

Versos del futuro improbable

Iluminando estampas me pasaré la vida.
Te narraré los cuentos que asombran en la cuna
y hará santas las horas de cada anochecida
interpretando el múltiple paisaje de la luna.

En el balcón, de codos, miraremos callados
cómo la noche enciende luces en las ventanas
cuando la tarde cierra sus párpados cansados
mecida en un reposo conventual de campanas.

Por la senda de Otoño que ausenta tus pupilas
emprenderemos juntos inolvidables viajes
al país de las tardes y las noches tranquilas.
Tu amor es un perfume que revela paisajes.

Paisaje futurista de cubos y letreros,
la fiebre de la frágil ciudad de cartón-piedra
asumirá a tu lado la paz de los senderos
y de las abadías que envejece la hiedra.

Sentirás el silencio de mi amor que te loa
en su lengua profunda y bajo el cielo utópico
la vida será lenta como un viaje en canoa
entre el silencio de árboles de una noche del trópico.

Recogeré las risas con que la vida pueblas
y esconderé las horas que quisiste dejarme
para que fuerte me halles el Viernes de Tinieblas
en que cierres los ojos para no perdonarme.

Elogio de la Parroquia de San José de Flores

Flores es una calle llena de árboles
con olor a jardín recién regado,
una niña que espera en una puerta,
unos chicos que juegan y a lo lejos un piano.

En el cielo de Flores hay un montón de estrellas
que el Centro no conoce.
Otras constelaciones y una luna más nueva
tiene el cielo de Flores.
Es cielo de los tiempos melancólicos
del organito de Evaristo Carriego.
Sin exasperaciones luminosas, es limpio
y amplio, sin violencias de rascacielos.
Cielo para familia acomodada,
para tertulias en el patio,
para castos paseos,
desciende hasta la calle y como un humo
descansa en los jardines delanteros.

Vámonos por sus calles. Las conozco.
Se me dieron andando, compañero.
Tienen un alma dúctil de niña casadera.
Son complacientes con los mozos serios.
Cantan por la mañana, trabajando,
y acurrucan ternuras, de tarde, sobre un pecho.

Junto a la verja de una casa quinta
nos detendrá un piano romántico
a la hora profunda en que la noche
se abandona en los brazos de los últimos tangos.

Flores es tan romántico
que las nubes rojizas que desde el Centro vienen
al llegar a su cielo,
para ponerse a tono, palidecen.