Poetas

Poesía de Colombia

Poemas de Juan Manuel García Tejada

Juan Manuel García Tejada (1774-1869) emerge como una figura destacada en el panorama literario colombiano del siglo XIX. Este erudito multifacético no solo ostentó el título de sacerdote y político, sino que también se distinguió como un poeta de singular maestría. Nacido en Santafé, su legado literario se entreteje con los acontecimientos políticos y sociales que marcaron la historia de Colombia en su época.

García Tejada destaca por su profunda erudición, que se manifiesta en su capacidad para tejer la historia de la revolución colombiana en cantos heroicos. Desafortunadamente, esta magistral obra manuscrita se perdió en el devenir del tiempo, dejando tras de sí un eco de lo que pudo haber sido una pieza literaria monumental.

Su nombramiento como Obispo de Pasto en 1866 evidencia su influencia no solo en el ámbito literario, sino también en el religioso y político. Esta designación no hace más que subrayar la relevancia de García Tejada en la sociedad de su tiempo, donde sus dotes intelectuales y su compromiso con la nación colombiana resonaron profundamente.

La biografía de Juan Manuel García Tejada es un testimonio de la riqueza y complejidad de la cultura colombiana del siglo XIX. Su capacidad para trascender las fronteras de la literatura y abrazar esferas tan diversas como la política y la religión deja un legado perdurable que continúa inspirando a generaciones de pensadores y escritores en Colombia y más allá.

A Jesús crucificado

A vos corriendo voy, brazos sagrados
en la Cruz sacrosanta descubiertos,
que para recibirme estáis abiertos
y para no castigarme estáis clavados:

A vos, ojos divinos, eclipsados,
de tanta sangre y lágrimas cubiertos,
que para perdonarme estáis despiertos
y por no confundirme estáis cerrados.

A vos, clavados los pies, para no huirme,
a vos, cabeza baja por llamarme;
a vos, sangre vertida para ungirme:

A vos, costado abierto, quiero unirme,
a vos, clavos preciosos, quiero atarme
con ligadura dulce, estable y firme.

Escucha Dios

Escucha Dios en su encumbrado cielo
de humildes golondrinas el gemido
cuando, lejanas del paternal nido,
vagan desamparadas por el suelo.

Yo, gimiendo en amargo y triste duelo,
familia, bienes y el hogar perdido,
de su beneficencia he recibido
socorro en mi orfandad y desconsuelo.

Guárdete el mismo Dios tres veces santo,
y a tu familia y grey, ¡oh pastor bueno!
bajo la sombra de su augusto manto.

Como de gratitud le pido lleno,
pues tan grata acogida mi quebranto
halló en tu dulce y compasivo seno.