Poetas

Poesía de España

Poemas de Max Aub

Max Aub Mohrenwitz (París, 2 de junio de 1903 – Ciudad de México, 22 de julio de 1972) fue un polifacético escritor español de ascendencia francesa y alemana cuya vida y obra encarnan un testimonio vívido de la agitación política y cultural del siglo XX. Su destreza literaria, combinada con su compromiso político y su capacidad para atravesar distintos géneros, lo consolidan como una figura singular en la narrativa contemporánea.

Nacido en el seno de una familia cosmopolita, Aub fue testigo de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, que obligó a su familia a trasladarse a España. Este cambio marcó el inicio de una travesía que lo llevaría desde Valencia, donde aprendió rápidamente el castellano, hasta convertirse en un referente de la literatura española en México, país que acogió su exilio tras la Guerra Civil Española.

La primera etapa de Aub en España revela su inclinación artística desde temprana edad. Su participación en el teatro vanguardista y su ingreso al Partido Socialista Obrero Español anticiparon su posterior papel como intelectual comprometido. Durante la Guerra Civil, desempeñó roles significativos, desde dirigir el grupo teatral universitario El Búho hasta gestionar la compra del Guernica de Picasso para la Exposición Internacional de París.

El camino del exilio, marcado por internamientos en campos de concentración y su deportación a Argelia, se convirtió en la base de su obra «Diario de Djelfa» (1945), un testimonio estremecedor de sus experiencias. El exilio lo llevó finalmente a México, donde adoptó la nacionalidad y se dedicó a una prolífica carrera literaria.

En México, Aub se inmersió en la riqueza cultural del país, explorando incluso la pintura bajo el heterónimo ficticio Jusep Torres Campalans. Su obra cumbre, «El laberinto mágico«, un ciclo de seis novelas sobre la Guerra Civil Española, destaca por su complejidad narrativa y su profundidad temática. Otras obras significativas, como «Las buenas intenciones» (1954) y «La calle de Valverde» (1961), evidencian su versatilidad y habilidad para explorar la condición humana.

El retorno a España en 1956 y su visita en 1969, plasmadas en el conmovedor diario «La Gallina Ciega» (1971), marcaron su reencuentro con una tierra marcada por la nostalgia y la pérdida.

Max Aub, a lo largo de su vida, logró conjugar su pasión por las letras con su compromiso social, dejando un legado literario que trasciende fronteras y que sigue siendo objeto de estudio y admiración en el ámbito de la literatura española contemporánea.

Verano

Igual que en amor,
lo que dieras, doy.

Después de haber dado
por nubes su nieve,
campo, espejo fiel,
por azul da verde.

Igual que en amor
lo que dieras, doy.

Julio dará su mies
al sol que más caliente,
voluptuosa miel
que al viento ondula y cede.

Cuestión bizantina

La playa ¿es orilla
de la mar o de la tierra?
Conseja bizantina.
La orilla del bosque
¿es su límite o del llano borde?
¿Qué frontera separa
lo tuyo de lo mío?
¿Quién acota la vida?
¿Vives hoy o mañana?
Raíz, tallo, flor y fruto
¿dónde empiezan y acaban?
El mantillo
¿es orillo
del ramaje muerto,
del renuevo
o del retorcido
helecho nuevo?
Cuestión bizantina.
Importa la orilla,
dormir limpio en ella.
(No somos tú y yo,
sino el hilo impalpable
que va de tu presencia
a la mía.)
Límites y fronteras
se agostarán un día.
Sin orillo ni orilla
¿qué más da de quién sean
los cachones, la arena?
La playa es orilla
de la mar y de la tierra,
nunca frontera:
Nada separa,
Nada se para.
Palabra.

De «Poemas cotidianos» 1925

Absorbió
la llama
la estancia y mi yo.

Almendros en flor.
cielo azul.
¡Qué lindo traje mi amor!

Linda sonata.
Rubio fruto.
La brisa en tu pelo se amansa.

Por qué gustaré
tanto mirarte
¿dime mujer?
Por qué gustaré
tanto mimarte
¿dime mujer?
Por qué gustaré
tanto besarte
¿dime mujer?

Y preocupado por tantos porqués
He resuelto que lo mejor es:
mirarte,
mimarte,
besarte,
sin pensar porqué.

Se contonea y danza
en el lomo de mi libro
la llama.

Tu seno,
-guindas, rosas y armiño-
en mi mano pleno,
«eso no, eso no»
me miraste.

Tu cabeza en mi hombro,
¿has dormido?
¿has fingido?

Odio y amor

Uno es el odio y el amor
-Juan, Pedro, la tierra, el sol-
que lo otro, lo mío, es un pozo
mudo, ciego, manco, sordo,
a lo topo,

con su música interior
que ve sin ser visto,
habla sin ser oído,
anda sin ser sentido
y para quien todo es amor.

Simún

Viento loco, tierra seca,
boca sedienta, sediento.
Mundo ciego, arena en el cielo.
Polvo, tormenta, tormento.

Vuela y entierra y aúlla
la arena de duna en duna.
Tierra que aterra y entierra
en cielo vuelto y revuelto.

Miedo

Todo está llano
oscuro solitario
solo ¿dónde está el viento?
Allí. ¿Qué ruido…? Ninguno
y de pronto agudo
fino, fino, silbo un tiro
el viento murió de miedo.
Nadie.
¿Quién va? ¿Quién viene? ¿Quién sale?
¡Madre! ¡Llévame!
¡Nunca te conocí!
Por eso estoy aquí.
¡Madre oscura, noche clara
llévame a Tel-Aviv!
¿Qué vine a hacer aquí?

Me pesa como plomo
lo que perdí.
¡Qué leve el odio!
No sirve, quiero algo más profundo,
atroz, desconocido, machacándolo todo
en ti y reducirte a lodo.
¡Estoy perdido!
(en todos los sentidos).