Poetas

Poesía de Chile

Poemas de Quiteria Varas Marín

Quiteria Varas Marín fue una destacada poeta, ensayista, socialité y filántropa chilena del siglo XIX. Nació en Valparaíso en 1838 y murió en Santiago en 1886. Fue sobrina y discípula de la también poeta Mercedes Marín del Solar, una de las primeras escritoras chilenas. Junto a otras autoras como Delfina María Hidalgo o Amelia Solar de Claro, Quiteria Varas Marín contribuyó a la formación de la lírica femenina chilena, un movimiento que buscaba expresar la sensibilidad y el pensamiento de las mujeres en una época dominada por los hombres.

Su obra poética abarcó tanto la elegía como el elogio a los próceres de la independencia y la república. Algunos de sus poemas se publicaron en diarios y revistas de la época, como El Mercurio, El Ferrocarril o La Revista del Pacífico. También fue incluida en antologías como Flores Chilenas (1862) y América Poética: poesías selectas americanas (1875), ambas compiladas por José Domingo Cortés. Su estilo se caracterizó por el uso de un lenguaje culto, refinado y armonioso, así como por el empleo de recursos retóricos como la metáfora, la personificación y el hipérbaton.

Además de su labor literaria, Quiteria Varas Marín se destacó por su participación en los salones culturales y las sociedades de beneficencia de su tiempo. Fue una mujer culta, elegante y generosa, que apoyó diversas causas sociales y humanitarias. Entre sus amigos se contaban personalidades como Andrés Bello, Domingo Faustino Sarmiento, José Victorino Lastarria y Vicente Pérez Rosales. Su seudónimo literario era Violete, un nombre que reflejaba su delicadeza y su amor por las flores.

¿Por qué a la frente joven…

¿Por qué a la frente joven y lozana
surcan las sombras do aterrante duelo
y lágrimas de acerbo desconsuelo
alumbra un sol de espléndida mañana?

La flor que en la pradera se alza ufana
mustia se inclina y dolorida al suelo,
y hasta de la avecilla es triste el vuelo
porque siente el plañir de una campana.

Es que se llora al sabio generoso,
filantrópico y noble en su carrera,
de mente altiva y corazón virtuoso.

Exenta su alma de ambición rastrera,
al pobre siempre socorrió afectuoso,
honro a la ciencia a la virtud austera.

Ea Alicanto

¿Por qué de oscura morada
te vistió, flor, la natura
al nacer?
De un corazón angustiado
es imagen la hermosura
sin querer.

Quien a tu planta es llevado
no encuentra perfume alguno
que aspirar.
¿Dime, flor, lo has regalado,
o tú no tienes ninguno
que exhalar?

Ni imaginarlo es posible,
no ocultas ningún veneno
en tu existencia,
eres una flor sensible,
al que le guarda en su seno
das la esencia.

Mas esa joven hermosa
que en el seno te ha escondido
nunca olvida
esa esencia deliciosa
que emplema de amor ha sido,
flor querida.

A la muerte de don Lorenzo Sazie

¿Por qué a la frente joven y lozana
surcan las sombras do aterrante duelo
y lágrimas de acerbo desconsuelo
alumbra un sol de espléndida mañana?

La flor que en la pradera se alza ufana
mustia se inclina y dolorida al suelo,
y hasta de la avecilla es triste el vuelo
porque siente el plañir de una campana.

Es que se llora al sabio generoso,
filantrópico y noble en su carrera,
de mente altiva y corazón virtuoso.

Exenta su alma de ambición rastrera,
al pobre siempre socorrió afectuoso,
honro a la ciencia a la virtud austera.

A mi abuelo, don Gaspar Marín

De opresión en el caos lastimero,
la libertad soñabas inspirado,
y a la patria serviste denodado,
con alma grande y corazón sincero.

Sin ceñirte la espada del guerrero
nobles triunfos también has alcanzado,
ya del pueblo tribuno firme, osado,
ya recto juez, valiente caballero.

Infatigable fuiste en tu carrera,
y a la patria le es grata la memoria
del hijo que ilustró su edad primera.

Virtuoso Marín, tu pura gloria
exenta de odio y ambición rastrera,
clara y sin mancha brillará en la historia.