Poetas

Poesía de México

Poemas de Sergio Mondragón

Sergio Mondragón (Cuernavaca, Morelos, México, 14 de agosto de 1935) es un poeta, ensayista, académico, periodista y promotor cultural mexicano ganador del Premio Xavier Villaurrutia de 2010 por su poemario Hojarasca.​ Fue cofundador, coeditor y colaborador de la revista literaria bilingüe El Corno Emplumado y es considerado el representante más notable del movimiento beat en México.

Cambio de siglo

Los artistas se echaron a dormir
devastados y exhaustos
por tanto ruido y decepción
razón por la cual se declararon en huelga
de opiniones y asistencia a los cocteles.
Habían ganado premios
y cantado en todas direcciones
llenando la segunda mitad del siglo XX
con sus pinturas y sus escritos
de magnífica factura
con páginas y lecciones derivadas
de otros tiempos; que al público mucho le gustaron
y que dan a puertas que se abren indistintamente
hacia adentro y hacia afuera
hacia el temible campo abierto del desconocido
material del arte que está por descubrirse.

Insomnio

la hora negra abre la boca
el tic tac de la carne crepita en la almohada

rostros desfilan monocordes y lentos
recuerdos humedecidos por los años
fermentados por las lluvias de innumerables veranos
voces vencidas por la memoria
ciudades aeropuertos despedidas
anclados en la niebla

la caravana

avanza contra la tormenta
búhos en sus nichos de roca
niegan lentamente con la cabeza balanceando
sus largas cabelleras
cuerpos canciones cementerios
arrastrados por el viento

el musgo del deseo el rumor de la rata
crujen en la sombra
el peso de la noche rompe la rama
el reloj cae sin fin

estiro la mano palpo la cama enorme
estoy con los ojos inmensamente abiertos
relumbrando en la noche

Copista

Del abrojo que alegre el viento arrastra
surge un fuego
que respeta mis manos añosas de pirú;

del destello fugaz en los campos del sol;
de la luna de labios resecos que besa
mi boca terrena…

de semejantes construcciones
brota el lenguaje que me inspira
con sílabas ligeras, con visiones frescas:

todo lo cual es una cálida promesa,
la señal de que el Verbo retoña en mis comarcas
y madura huertas y cantos en mis manos de copista:

el copista:
ese ser que aprende a escribir y a mirar con paciencia
en la naturaleza de las cosas.

El aprendiz de brujo

en realidad, señoras y señores, yo no soy otra cosa que un aprendiz de brujo.
tengo las escobas, quiero que barran y limpien mi casa
las ollas relucientes
todo como llevado de la mano de Brahms.
sé tumbarme entre la hierba, dormirme entre las flores
despertar y gritar ¡viva la libertad!
y recuerdo que la bruja Raquel me dijo un día:
libertad libertad girasol girasol
mientras me clavaba las uñas en la espalda
echados ambos en las risas de los soleados aguardientes
de Colombia
de sus cartas.
el aprendiz de brujo está bajo los árboles
hay mucha luz, es mediodía y la hora zumba canciones
exiliadas
el calor refresca la curvada espalda del Escriba
aprendiz de brujo.
¿pero dónde está la llave, aprendiz de brujo?
¿en una carta? ¿en un lance de judo?
¿en el aljibe sobre el que estás sentado?
¿y si ella no viene el miércoles, y si tu clase de yoga no empieza mañana?
¿y si no recibes el mensaje de Jan Arb?
ese pájaro en la rama está llamándote
aprendiz de brujo: toc toc toc.
Maestro, ten misericordia de los aprendices de brujo
que abren sus redomas.
ten misericordia del aprendiz de brujo
que escribe este poema.

Magia de las manos

Suelto las manos sobre la víspera de un poema.
Esfuerzo del pensamiento en su gimnasio:
pectorales de hojas, un aroma de jardines,
asamblea de follajes
trascendentes.

En medio de la arboleda
y sin moverse, el poema observa el trazo
de aves que se persiguen
y que se dicen cosas
al pasar
sobre las ramas.
El poema medita soñando unos versos libres
que cobran vida,
que luego corren
por la creación entera.

Resplandece.
Reverdecen las espaldas de paisajes asombrosos
en unas páginas yertas:
aparecen
tiestos frescos en las hojas azotadas
con los látigos del habla:
textos que muestran el rostro por la magia de las manos