Poetas

Poesía de España

Poemas de David Leo García

David Leo García, poeta, filólogo y figura televisiva española, nacido el 31 de agosto de 1988 en Málaga, es una luminaria multifacética en el panorama literario y mediático de España. Reconocido por su talento poético desde una temprana edad, García se alzó con el Premio Hiperión en 2006 por su obra «Urbi et orbi«, convirtiéndose en el ganador más joven en la historia del prestigioso certamen. Su incursión en la televisión lo llevó a la fama nacional, destacando por su participación en programas como «Saber y ganar» y su memorable paso por «Pasapalabra«.

La trayectoria literaria de David Leo García está marcada por una brillantez innegable y una continua evolución estilística. Graduado en Filología Hispánica, García ha explorado diversas vertientes poéticas, desde la clásica formalidad hasta la experimentación lingüística más vanguardista. Su primer libro, «Urbi et orbi«, revela influencias que van desde César Vallejo hasta Walt Whitman, estableciendo un sólido inicio en su carrera literaria.

A lo largo de los años, García ha demostrado una capacidad única para reinventarse y desafiar las convenciones poéticas establecidas. Con obras como «Dime qué» y «Nueve meses sin lenguaje«, el poeta malagueño ha explorado la deconstrucción del discurso poético convencional, combinando el lenguaje lírico con el hiperrealismo conversacional en una búsqueda constante de nuevas formas de expresión.

Además de su prolífica producción poética, García ha dejado su huella en numerosas antologías y publicaciones colectivas, contribuyendo al enriquecimiento del panorama literario español contemporáneo. Su participación en concursos televisivos, culminando con su extraordinaria victoria en «Pasapalabra» en 2016, ha consolidado su posición como una figura destacada en la cultura popular española.

Aunque su carrera televisiva ha estado marcada por altibajos y controversias, la obra literaria de David Leo García sigue brillando con fuerza, recordándonos su indiscutible talento y su contribución al rico tejido de la poesía española moderna. Con una voz poética única y una visión innovadora, García continúa cautivando a lectores y espectadores por igual, dejando una marca indeleble en el panorama cultural de España y más allá.

Parque Público

Paso
ágil,
frágil,
raso,

muertos
quioscos,
hoscos
puertos.

Tiro
votos
rotos.
Miro

caras
raras.

TRAGAPERRAS

Caminas hacia ella y desentierras

con la bolsa, la vida. A su vacío
corazón te insinúas, a su trío
improbable de números te aferras.
Forzado a disponer de tu albedrío,
tragas tu perra vida en tragaperras;
más guerras no conoces que las guerras
a puño abierto en pie contra el hastío.
Aquí urdirán mañana alguna juerga
cuando ya te hayas ido y ya se haya
cursado tu deber de haber perdido.
Charlarán los mortales en su jerga
mientras un hombre vuelve mientras calla
con la forja vacía hacia el olvido.

Lunes nocturno

Sosteniendo las bolsas de basura
como la piel de tóxicos delfines.
Seleccionando de entre la basura
que son los meses, de entre la basura
que son los planes, toda la basura
más digna de acabar en la basura.
Así van los vecinos de mi calle,
todos saliendo al toque de corneta
entre aires y pijamas de galaxias.

Y llegará el camión. Todo el estrépito
pasará como amnesia por la calle,
exterminante ángel de uniforme.
Quedo lívido yo. Se me ha olvidado
con estiércol ungir mi puerta rígida.
En nuestra casa
falta la sombra de su primogénito
sentada en el sofá, nuestro deleite,
nuestro arcángel de mondas de naranja.

Revisión

Aunque el dolor existe más allá del diagnóstico
y vivimos también sobre la música
recién cortada, voy a especialistas.
Quiero saber qué es esto que del pecho
se extiende hasta el costado, que incluso en ocasiones
me paraliza el brazo izquierdo.

El médico investiga mi dolencia,
le robo el aire a su consulta, ausculta
mi corazón, aspiro, espiro, quiero
decir que pare. Seguirán
presentándose estos síntomas
cuando yo sea tierra.

Dice incluso
que es muy común
este dolor del hombro
que da hasta las rodillas, que los hombres
que lo tuvieron fueron muchos. No
cabrían
en el hogar
que habito a todas horas.

Satisfecho el doctor en su escritorio
dará en caligrafías inclinadas
su resultado de la revisión
y escribirá su nombre.
Hay otra firma
para la causa de alargar mi vida.
Que llamen al siguiente. Enfermo a casa
me vuelvo, esclarecido. El duplicado
se quedó allí, el recibo de mi fiebre,
lo que han sacado en claro de lo oscuro
de mis entrañas largas. Y allí queda:
un folio al que hacen hueco otros papeles,
día de hoy con la insania de otros días,
dolor arrinconado entre otros tantos.

Corazón de ninguno

Desiertos en parcelas, acotados,
nos tienen en reserva. Cada jueves,
con la sangre dormida en un oficio,

se quebrará tu lápiz en la página
y añadirá más grava a la llanura
formada por las tizas, los cosméticos
que perdiste soplándolos,
la astilla lastimándote un tobillo
y las piedras lanzadas a balcones
de piedra, de ninguno, trituradas.

Y, ya que lo preguntas, te diré
que en la raíz de tu desierto
tienes el primer vaso y el siguiente

y todos los que al suelo, cuando niña,
arrojaste admirada de que todos
cayeran como tienen que caer

hasta mostrar sus interiores secos,
su fe caliente en el cristal molido.

Calor y frío

Creo que nos contiene el golpe corto
de la puerta que cierras para evitar el frío.

Pide más frío el pomo de metal.

Y sin embargo arde
la dispersión de los añicos
cuando un vaso se rompe.

Caliente la violencia, vivir sin un análisis
de la temperatura del abrazo
o el gesto que dirigen los quietos ingredientes
mezclados en su justa proporción.

Y frías las hormigas,
las sueltas limaduras de la noche
que buscan un azúcar
también vuelto migajas.

Interiorizo ese trayecto seco
para buscarte, yo
que sólo te conozco por tu aroma.

Al fin estoy contigo. Y es caliente
discutir o la radio de noticias
sin orden, olas de información
clausurando tu casa.

El frío, que comienza en cualquier parte,
acaba en ti. Yo traigo el frío
cuando escribo la historia que nos une.

Y el calor que inauguras
termina en aire. Tiene la habitación el soplo húmedo
de una herida debajo de la ropa.

Nos rendiremos con las sienes juntas.
No puedo conocerte, pero intuyo
que el hogar es el aire
discreto que se mueve
cuando cierras los párpados.

Con lentitud de hoguera vas durmiéndote.
Un golpe en tu conciencia puede quemar la casa.