Poetas

Poesía de Francia

Poemas de Loránd Gáspár

Loránd Gáspár (Târgu Mureș, este de Transilvania, 28 de febrero de 1925-París, 9 de octubre de 2019), fue un poeta, médico, investigador historiador, fotógrafo y traductor nacionalizado francés de origen húngaro.

I – LA MAISON PRÈS DE LA MER

8.

el silencio de los muros el pudor de la palabra rosa
murmullos de olor al fondo de los años
y la mar desnuda en las habitaciones desiertas —
mis ojos quedaron de nuevo atrapados en la noche
pero ahora escucho el día que modela
el petirrojo en su garganta —

II – LA MAISON PRÈS DE LA MER

2

los guijarros tiemblan
los guijarros ríen
se acercan con la resaca
entrechocan y se vuelven a acercar
tintinean en mi bolsillo
hacen comprender a mis dedos
la idea de que puedo
escuchar y tocar —

de pie
frente a la mar
los ojos cerrados
se diría que desde siempre
como si esperase
que como la savia
la luz ascendiera
de no se sabe qué profundidades —
como si hubiese comprendido
que ni las palabras
ni las luces
bastaran
para ver realmente —

Noches

acojo la noche
sin importar si la grandeza
de su techado hoy
me esconde el centelleo
de una profundidad sin fondo —
en las noches de insomnio
escucho puros los propósitos de la mar
y la quemadura del batir
de alas descosidas del corazón
— silbido extraño
del mochuelo —

Mar rojo

Luz enérgica, corrosivo amor,
desnudez a la que la llama no se compara
palpitaciones inmóviles en la piedra —
dureza del fondo bajo el agua traslúcida
encantamiento de colores y formas
destello de escamas y de cuerpos
en la mecánica de los dientes voraces.
Descalzos ensangrentados caminamos hacia Jardin

Poder ver y a veces ser ciegos
aceptar un movimiento tan simple del cuerpo
llevar en lo más claro del pensamiento ciertos días
una costra pesada de noche en el corazón
(como se vacía un pozo con la sed del desierto —)

Ser cuerpos opacos, pero penetrables
como los huecos de los macizos calcáreos
en los que por la noche fermenta la claridad —
sucede entonces que ,cercados de tinieblas,
volvemos el rostro hacia la nada —

Y todo esto que nada desde hace tiempo
en la tierna hinchazón matinal
vista en el agua que rompe en el abismo
que ocupa toda la superficie abrazada —

El jardín de piedras

Vivimos en la frescura de ir
portadores de imágenes al jardín de piedras
el vasto imperio expandido, airado.
Lo que permanece a lo largo de los años,
suspiros azulados, violencias calcáreas
enorme región de vidas enmudecidas
crujidos verdes en los dedos de tiza
poco a poco aprendimos a escuchar
en algún lado la caída del jazmín –

*

todas esas noches en las piedras
duermes los ojos los pulmones empapados
de ruidos de un viento inagotable.
La crudeza límpida de una fuga de los cuerpos
adosada a las horas que atormentan la cama
del campamento agitado por la luz –

callar los nombres con suficiente gozo
para que las líneas de fuerza
se muestren en los blancos.
Ve si puedes sentir la arteria
de tanto peso –

*

Hubo noches de acero frágil
Engarzados de gestos inclinados sobre el fuego
el peso de la arena y las penas olvidadas.
Tragaluz paciente en la espesura de la sombra
cada alba en el granito del corazón
tú vuelves a aprender a agitar la luz –

*

Ese ruido de palabras
que viniste a secar
sobre esas pistas donde el viento
se prepara con los cuidados la minucia
de un entomólogo inclinado sobre los coleópteros –

lo que yo amaba por encima de todo
claridad de hierbas de frágil felicidad
era en suma la invención del tallo
brotado temerario, vulnerable
ocupado solamente en crecer.

*

Que en una tersa sílaba yo pueda
diluir toda violencia y todo oro
ese puro trigo de mí mismo enmudecido.
El desmoronamiento está en mis dedos –

*

Te siento como una flexión en mi voz
donde los polvos de la tarde vienen a asentarse.
La travesía será larga decía el ángel
en la espesura de la piedra

*

que no quede más que el ojo indiviso de nuestra carga.
Volvemos siempre más pesados a la tierra
agujereados de espacio clavados de luz
las manos apacibles en el descenso –

*

tus brazos caen
en bajo bosque violáceo
tus ojos caen
y las escamas de la voz
y yo me escucho mil siglos más lejos
recompuesto sonido por sonido.

*

Sostengo mi vida
una migaja de pan
muy fuerte los cien gramos
del prisionero de guerra
y a menudo tengo tanta hambre
que apenas quedan
y las cosas se colorean
de temores maravillosos –

*

Noche todavía.
Ráfaga de ventana en los cuerpos
abruptos y callados.
La llama pintada del día voluble
sus maquillajes encima del ícono de carne
y cada grado de la noche para comprender
la memoria obsoleta, ¿hasta dónde nos dilataremos?

Esta plenitud casi y el desgarre de los faros
las aguas de dentro sacuden las ventanas
inmóvil yo escucho escucharme en algún lado
un hambre desbordante de nacer –