Poetas

Poesía de España

Poemas de Nuria Parés

Nuria Balcells de los Reyes, conocida literariamente como Nuria Parés, dejó una huella indeleble en la poesía y el exilio literario. Nacida en Barcelona en 1925, su vida y obra son testimonios vibrantes de los tiempos tumultuosos que atravesó. Su odisea la llevó desde España, en medio de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, hasta México, donde floreció como poeta, ensayista y traductora.

Nuria Parés encontró en México un hogar y una comunidad literaria, entablando amistad con luminarias como León Felipe, Juan Rejano y Luis Cernuda. Su poesía, influenciada por la Generación del 27 y el exilio, se caracteriza por la exploración de la nostalgia y el deseo de regreso a una patria perdida. Sus primeros poemas aparecieron en revistas literarias mexicanas, y en 1951 publicó «Romances de la voz sola», con un prólogo de León Felipe. A este le siguió «Canto llano» en 1959, un momento de reconocimiento y éxito literario.

Sin embargo, a pesar del reconocimiento inicial, la obra poética de Nuria Parés sufrió un declive en popularidad debido al cambio en los gustos estéticos. Se adentró en el mundo de la traducción, contribuyendo a la difusión de la poesía persa, Rilke y Villon en español. Su legado literario culmina con «Colofón de luz» en 1987, una recopilación de su obra anterior y nuevos poemas que reflejan su travesía emocional y creativa.

Nuria Balcells de los Reyes, con su poesía y contribución a la traducción, permanece como un eslabón vital en la cadena literaria que une España y México a través del exilio y la pasión por las palabras.

Romances de la voz sola

Que quede grabado en mí,
que todo el momento exacto
con su plenitud perfecta
quede en mi interior vibrando…
Que nada se pierda de él,
que no tenga que encontrarlo,
pobre limosna, en el sueño,
con su perfil deformado.
Que todo el ser, blanda cera,
guarde su latido exacto,
pájaro vivo en la malla
de la voluntad apresado,
que toda el alma esté alerta
y mi cuerpo esté afilando
sus mil memorias pequeñas
dispuestas a recordarlo.

Esta voz, que no es mi voz,
con la que hablo y me río,
que habrá de seguir en mí
y habrá de acabar conmigo,
esta voz, que no es mi voz,
que está robándole el sitio
a esa voz que yo me sé
cantando sonidos vivos…
Esta voz, que no es mi voz,
¿habrá de acabar conmigo
sin que la otra voz, mi voz,
pueda surgir de su olvido?

Pero mi voz está lejos
y no siente lo que digo.
Faltas de luz mis palabras
van anegándose en ritmo
con un jadear penoso
que sabe de su vacío
y el momento está esperando
no sé que matices tibios
que hagan ahondar mi palabra
por senderos de infinito…
Pero mi voz está lejos
y no siente lo que digo.

Entrega

Apartaos de mí, que me he arrancado
esa mitad de sombra a manos llenas
para arrojarla al sol con la alegría
con que se iza al viento una bandera.

Apartaos de mí, porque he lanzado
los caballos del sueño a la carrera
y un galopar de potros se desboca
como un golpe de sangre por mis venas.

Apartaos de mí, que estoy ardiendo
con la llama agitada de una tea.
Todos mis dioses se han venido abajo:
Sólo el momento y yo como una ofrenda.

La poda

España que alborea
con un hacha en la mano vengadora…

Antonio Machado

¡Qué fe retoñaría si nosotros
pudiéramos ponernos una fecha
como una flor de luz entre los labios!
¡Marcarnos en el tiempo con la fuerza
con que el ritmo del hombre se recorta
sobre las estaciones de la tierra!…
Porque hay un ritmo viejo para todo,
un tiempo señalado en la faena:
el tiempo de sembrar o cosechar
y el hombre de la siembra o la cosecha.
Y hay también otro ritmo,
otra tarea necesaria y vieja:
el tiempo de segar o de podar
y el hombre de la poda o de la siega.
Hoy sé que si nosotros
pudiéramos ponernos una fecha
como una flor de luz entre los labios
en los días de fiesta,
yo os guardaría el tiempo de la poda:
el que presiente el retoñar y espera.
Yo os guardaría el hombre de la poda:
¡el que sabe del hacha y no se arredra!