Poetas

Poesía de Argentina

Poemas de Reynaldo Uribe

Reynaldo Vasco Uribe (Pergamino, 27 de mayo de 1951 – Rosario, 12 de enero de 2014) fue un poeta y gestor cultural argentino. Se recibió de bachiller nacional en el Colegio Nacional Almirante Brown, de Pergamino (provincia de Buenos Aires). En 1970 se mudó a la ciudad de Rosario, donde estudió arquitectura en la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño (de la Universidad Nacional de Rosario). Egresó como arquitecto en 1976. Falleció el 12 de enero de 2014. Fue enterrado en el cementerio La Piedad (de Rosario).

RETRATO DE MUJER

Los nombres de mujer
no se escriben con tinta
ni llanto sangre o aerosol
sobre las piedras los nombres
de mujer no se graban en la corteza
de los árboles no sirven
para encabezar poemas. Los nombres
de mujer no quedan bordados
en las sábanas no quedan
en las cartas no caen
sobre los manteles no se ocultan
en la luz en las tinieblas en la sombra
de los objetos no caminan
sobre la huella de nuestros pasos.
Los nombres de mujer no se pierden
ni quedan confinados a un conjunto
de letras sin sentido. Los nombres
de mujer no se escriben no se recuerdan
ni se olvidan
no son
sino esa imagen de nuestro
propio rostro en el espejo
que nos mira en silencio
que nos mira fijo nos pregunta
qué hicimos para merecer
su nombre.

CASA MATERNA

Los objetos
instalan personas en los cuartos
para asegurar su inmortalidad.

Absolutamente cortinas

a Pink Floyd

Cuando la soledad
es como caer por el brocal de un pozo
húmedo, oscuro, sin orillas ni contornos,
sin puntos de referencia desde donde pueda
tomarse conciencia de la existencia de uno mismo,
porque uno mismo
no es más que un vértigo de situaciones límites
que eliminan todo viso de realidad,
todo parámetro de locura
o cualquier intento elucubrado de suicidio.

Cuando la realidad
toca el filo de la poesía
en su transgresión de tiempos y de espacios,
en su desesperanzada migración a los pantanos
que no son ni más ni menos que los que se pisan
de este lado del espejo.

Cuando las pausas,
los silencios,
son campanas sordas
que tañen en la profundidad de mares oscuros,
espesos y aceitosos,
apestosos de peces ciegos que gritan
sin emitir sonido alguno pero
con la boca abierta como queriendo abarcarlo todo,
todo lo que existe en las profundidades
de las que ningún humano conoce la clave
para destrabar sus cerrojos,
aunque mantenga la ilusión de furtivo
visitante oculto de lo no visto.

Cuando se habla de esperanza a manos llenas
y se riegan los campos con alquitrán,
se inyectan con hormonas los maniquíes,
se plastifican los gestos, las acciones,
se previene cada paso no dado aún
tirando la dentellada sobre el bocado
ni siquiera pensado todavía.

Cuando todo está destruido
y no quedan en pie raíces ni cimientos,
pero hay monstruos que se relamen
porque han sobrado unos despojos,
las últimas gotas para el vampiro.

Cuando el apocalipsis ha obtenido su clímax
siempre
siempre hay un espejo que se empaña
siempre hay un vidrio que se cubre de vapores
y deja nuestro rostro solo
abandonado
incapaz de mirarse a sí mismo
incapaz de reconocerse en los rostros cotidianos.

NO SÉ…

no sé
si prostitución
es abrir las piernas
o cerrar los ojos

En mi andar de soñador comprendí mi mal de vida

Andar
con la memoria a cuestas
refugiarme
sólo
en la estación que vendrá,
esa
que ya no recibe
ni despide trenes.

Buscar el amor
que siempre
parece cerca,
esconderme de la muerte
agazapada en mi sombra,
querer asir la vida
que inevitablemente
está en la línea de horizonte.

Habitar casas
como hoteles,
oler flores
del mantel y las cortinas

ver de las valijas

[como del vaso de vino]

la mitad llena
o la mitad vacía.

DESEOS DE MAÑANA

Una baba verde
crece
por las paredes viejas.

Tal vez un sueño
de futuro
o muertos
que resisten
el olvido.

INSOMNIO

Los fantasmas de la noche
escalan el silencio
como gatos
y se acercan a mi cuarto
como un absurdo canto de borrachos.

Después
como si fueran de la casa
se instalan
en la mitad vacía de mi cama
leen libros olvidados en el suelo
o escriben poemas que te nombran.

Búsqueda

Busca, hijo, busca,
como alguna vez lo hicieran los antiguos.
Busca en tu niñez o la saga de tus sueños
entre las ruinas de la ciudad fantasma
en el aliento de desiertos y torrentes
o en el eco de tus pasos. Busca
en laberintos o en sagrarios
en la pátina de los escudos
en aquellas profecías en la música de los pastores
en los cráneos de los traidores lastimando
la luz con su reflejo. Busca
en olvidadas catacumbas en el rastro
de los cuervos cuando vuelan
en las sagradas escrituras en el sendero
del sol sobre el mar en el ocaso.
Busca
en las palabras que quedaron adheridas
al silencio o en aquéllas fecundadas
por aves y peces y abejas destiladas por fin
en el desvelo. Busca hijo
entre las piedras en la huella del viento
en la sombra que alguien olvida cuando pasa
en los caminos sin origen ni destino.

Busca, hijo,
busca.

LOS TESTIGOS

El futuro esquiva mi mirada.
Entre sus ojos y los míos hay un espacio hueco
que desarticula todos los límites posibles.

No puedo condenarlo.
Yo no desciendo de los dioses
ni tengo la inmortalidad de la piedra:
apenas
soy capaz de vagar entre permanencias de otros
y mi memoria sirve
todavía
para reconstruir las ventanas
que me llevan de un mundo a otro
y regresar.

El futuro
tiene miedo a los testigos.