Poetas

Poesía de España

Poemas de Fernán González de Eslava

Fernán González de Eslava (n. Toledo? 1534- 1601) es un poeta y autor dramático. ​Nació en España pero su vida transcurrió en México.

En 1575 la Inquisición le inició un proceso en América por el contenido de algunas coplas. Fue ordenado sacerdote en 1579.

Escribió dieciséis coloquios, nueve loas y cuatro entremeses.

Tras su muerte, en 1610 fueron publicados en México por Fray Fernando Vello de Bustamante, un conjunto de Coloquios espirituales y canciones divinas obra de Fernán, bajo el título de Coloquios espirituales y sacramentales y poesías sagradas.

CANCION A SAN HIERÓNIMO

Entre cavernosas peñas
De una montaña ascondida,
Hierónimo con sus obras
Al cielo labra subida.
¡Ay dulce vida!
Esmalta el suelo y las flores
La sangre por él vertida.
Perfiles de rosicler
Les da y color más subida.
¡Ay dulce vida!
Lágrimas de dia y noche
Son su pan y su bebida,
La pobreza en soledad
Es su amada y su querida.
¡Ay dulce vida!
Mira la carne de Cristo
En la Cruz tan extendida;
Diciéndole está regalos
Su alma en Dios encendida.
¡Ay dulce vida!
¡Oh prenda de amor divino
Por mis pecados vendida!
Medida en ese madero
Siendo vos Dios sin medida.
¡Ay dulce vida!
Vos solo sois buen Pastor
Y yo la oveja perdida:
Anímame vuestra muerte
Para que la vida os pida.
¡Ay dulce vida!
Esa llaga del costado
Es un rio de avenida
De gracias para ir á vos.
Senda por la fe sabida.
¡Ay dulce vida!
Oh Jesus! bendita flor,
Flor de Jessé producida,
Fruto del vientre sagrado
De la Vírgen y parida.
¡Ay dulce vida!
Dadme, Redentor, la mano
Porque culpa no me impida
Para que goce de vos
En esa gloria cumplida.
¡Ay dulce vida!

CANCION DIVINA

¿Por qué, mi Dios, me soltais,
Y soltando me prendeis?
Porque suelto no perdais
Lo que preso ganaréis.
¿Cómo siendo por quien vivo
Yendo en vos me quedo acá?
Libre quedais de captivo
Y atado en mi yugo allá.
¿Pues por qué así me apremiais.
Si premiarme pretendeis?
Porque suelto no perdais
Lo que preso ganaréis.
¿Vuestra Sangre estais vertiendo
No siendo á ley sometido?
Viértola porque pretendo
Dejarte con ella ungido.
Pues en rey me trasformais,
¿Por qué á ley me someteis?
Porque suelto no perdais
Lo que preso ganaréis.
¡Oh mi Dios! ¿qué os ha movido
A nuestra carne tomar?
El quererte libertar
Y tener comigo unido.
¿Y por eso me apremiais
Con ñudos de amor que haceis?
Porque suelto no perdais
Lo que preso ganaréis.

ENSALADA DE LAS ADIVINANZAS

Generosa compañía,
Al qué es, qué es y qué es jugemos,
Porque todos nos holguemos
Pues es noche de alegría.
Comenzá,
Si quisierdes preguntá,
Que todos estos señores,
Monacillos y cantores
Cada cual responderá.
¿Qué es cosa y cosa,
Entra en el mar y no se moja?
Ese es el sol, pienso yo.
Es la Vírgen celestial
Que en el mar del mundo entró,
Y culpa no la mojó
De pecado original.
¡Oh Regina!
Que la persona divina
Esta noche nació della;
El Sol nació de la Estrella
Viéndola ser la más digna.
Menina, dá mantellina
Como sois tan bonetina.
Otra cuestión se os propone,
Responded á mi demanda:
¿Qué es aquel que anda y anda
Y jamas nunca traspone?
Es el molino.
No es sino el Verbo Divino
Que vino andar en el suelo,
Y sin trasponer del cielo
Allá queda y acá vino.
Pues tiene de andar contino
De nuestra banda,
Anda, niño, anda,
Que Dios te lo manda
Y la Virgen María,
Que andes aina.
Vuestro seso mucho abarca.
Responda, pues tanto sabe;
¿Qué es lo que en el puño cabe
Y nunca cabe en el arca?
Es la lanza.
Es Dios que con su pujanza
En cielo y mar no cabia,
Y cupo dentro en María
Por darme eterna holganza.
Pues la Virgen tanto alcanza,
Digámosle los del suelo:
Grande sois. Reina del Gielo,
Pues que siendo mayor Dios
Pudo bien caber en vos.
No acertareis en un mes
Lo que quiero preguntaros:
No presumais de alabaros,
Que yo os diré, aqueste es.
¿Qué es, qué es y qué es
Que te da y tú no lo ves?
Es el viento.
Es Dios en el Sacramento
Que tu vista no lo ve,
Y veráslo con la fe
Y con sano entendimiento.
La razon dice sin tiento
En misterio tan subtil:
Alúmbrame ese candil,
Que no veo nada;
Que ni sé si es alguacil.
Si cabo de escuadra.
Preguntar quiero otra cosa,
Para ver si la sabeis;
Sea, ya que pregunteis
Cosa subtil y graciosa:
¿Qué es cosa y cosa,
Tres piés y una corona?
Tené atención,
Esas las trébedes son.
No puede acertar ninguno.
Es nuestro Dios Trino y Uno,
Tres personas y un Dios son.
Digamos una cancion
A la santa Trinidad:
¡Oh gran Potestad!
¡Oh supremo amor!
Tres en Trinidad
Ser solo un Señor.
Él lo aclaró fácilmente.
¿Quién torna agora argüir?
Diga, pues ha de decir
Cada uno lo que siente.
¿Una vieja con un diente
Y llama á toda la gente?
La campana.
Es nuestra Natura humana
Que en verse con Dios unida,
Dice al mundo en voz subida:
Ya subo á ser soberana.
¡Qué compuesta está y galana!
Cantando con Dios retoza:
Que de vieja me torno moza;
Ande la loza.
Desposado
Está nuestro Dios sagrado
Con nuestra naturaleza;
Veola en tan gran alteza
Que tiene á Dios abrazado:
¿Quién os puso en tanto estado
La de lo verdugado?
Púsome el Verbo eternal
Tomando carne mortal,
Y con mi tosco sayal
Cubrió su fino brocado,
La de lo verdugado.
Quia Verbum caro factum est
Et habitavit in nobis.

OCTAVAS Á SAN HIERÓNIMO

Pelícano Hierónimo está hecho,
Abriendo sus entrañas piedra dura:
Arroyos sanguinosos vierte el pecho,
Hinchiendo á su deseo de hartura:
Abraza el Crucifijo tan estrecho
Que muestran ser los dos una figura:
Con el dolor en Cristo transformado
Está, no estando en cruz, crucificado.
Juzgaran estar muerto por muy cierto,
Y el santo vivas lágrimas derrama;
Pensando su leon que estaba muerto,
Con grande sentimiento escarba y brama:
Hierónimo está solo en el desierto
Y es Cristo la compaña que él más ama,
Mirándole los piés, manos, costado,
Está, no estando en cruz, crucificado.

AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Misterios soberanos Cristo ha hecho,
Abriendo sus entrañas de dulzura,
Arroyos de su gracia vierte el pecho
Hinchendo el cielo y tierra de hartura:
Encierra el mar inmenso en un estrecho,
Dió espíritu de vida á la figura,
Y el inefable bien y quien lo ha dado
Está, con ser sin suma, aquí sumado.
De todo nuestro mal remedio cierto,
Consuelo del que lágrimas derrama,
Leon que sobre el hijo que está muerto
Por darle eterna vida siempre brama:
Perfecta guía y luz deste desierto,
Amor que del principio al fin nos ama:
Aquel poder que todo lo ha criado
Está, con ser sin suma, aquí sumado.

OTRO

¡Oh qué buen labrador, bueno!
¡Qué buen labrador!

¡Ah! labrador excelente.
Decláranos sabiamente.
Tu labor y tu simiente
¿Qué significa, Señor?
¡Qué buen labrador!
Todos los hombres nacidos
Aperciban los sentidos,
Oiga quien tuviere oidos.
Oirá divino primor.
¡Qué buen labrador!
Salí con mi ser divino
Del Padre do estoy contino,
Y al mundo, manso y benigno
Vine á hacer mi labor.
¡Qué buen labrador!
Vine á quitar la neguilla
Y á dar divina semilla,
Y en la Virgen sin mancilla
La sembró divino amor.
¡Qué buen labrador!
Sembré en el Ángel primero,
Y esta cayó en el sendero
Porque dijo: por mi quiero
Igualarme al Criador.
¡Qué buen labrador!
Y en Adán la sembré yo,
Y esta entre espinas cayó,
Cuando del mando excedió
De su Dios y su Criador.
¡Qué buen labrador!
En los de ley de Escriptura
Sembré el grano de la altura,
Y cayó en la piedra dura.
Porque le faltó el humor.
¡Qué buen labrador!
Viendo cuán mal acudia
Esta labor que hacia,
Acordé por mejor via
De sembrar la ley de amor.
¡Qué buen labrador!
Tomé la Cruz por arado
Do mi cuerpo fué clavado,
Y allí fué el perdón sembrado
Del que á Dios fuese ofensor.
¡Qué buen labrador!
Los bueyes fueron, cristiano,
El ser divino y humano,
Que con amor soberano
Uncí con la Cruz tu amor.
¡Qué buen labrador!
Los clavos que me enclavaron
Son coyundas que me ataron,
Con las cuales te sacaron
De la cárcel del dolor.
¡Qué buen labrador!
La lanza fué el aguijada
Que en mi cuerpo atravesada
Abrió la puerta cerrada
De la gloria al pecador.
¡Qué buen labrador!
El yugo suave y leve
Que al que hace lo que debe
Yo le ayudo á que lo lleve
Y soy premio á su sudor.
¡Qué buen labrador!
De piés y manos atado
Me tienes hombre culpado;
No temas, que ya he trocado
En clemencia mi rigor.
¡Qué buen labrador!
Mi propia vida sembré
Cuando en el sepulcro entré,
Y de allí resucité
En mi virtud y vigor.
¡Qué buen labrador!
Y en aqueste Sacramento
Sembré divino sustento,
Para dar por uno ciento
Al contrito pecador.
¡Qué buen labrador!
Mira, hombre, si te quiero.
Pues mi Cuerpo verdadero
Queda en divino granero
Porque te hartes mejor.
¡Qué buen labrador!
Comigo mismo te heredo,
Y al Padre voy, y aquí quedo:
Pues yo hago lo que puedo.
Haz tú algo por mi amor.
¡Qué buen labrador!
Sembrarás por tu consuelo
Buenas obras en el suelo,
Y cogerás en el cielo
Fruto de sumo dulzor.
¡Qué buen labrador!