Poetas

Poesía de Francia

Poemas de Jean Cayrol

Jean Cayrol (6 de junio de 1911 – 10 de febrero de 2005) fue un poeta francés, editor y miembro de la Academia Goncourt. Probablemente se le conozca más por escribir la narración en el documental de 1955 de Alain Resnais: Noche y Niebla. Fue el mayor y más subversivo y filosófico participante del Tel Quel, una publicación francesa.

En 1941, durante la ocupación nazi de Francia, Caryol se unió a la Resistencia francesa, pero fue posteriormente traicionado, arrestado y enviado al Gusen en 1943. Fue uno de los presos más jóvenes del campo de concentración y, consecuentemente, le mandaban los trabajos más duros, junto con la construcción de carreteras y ferrocarriles. Cuando Cayrol quiso morir rechazando cualquier tipo de comida, el doctor Johann Gruber, conocido como el «Santo de Gusen» lo salvó. Gruber le dio un poco de «sopa Gruber» en los servicios del barracón número 20, e intervino para que le asignaran a Cayrol un trabajo más llevadero, que le permitía escribir durante los descansos.

Entre febrero de 1944 y abril de 1945, Cayrol creó un gran volumen de poesía en Gusen. Uno de los poemas de esta época es el titulado «Chant d’Espoir», al que le puso música Remy Gillis, compañero del Gusen I, en 1944. Alerte aux ombres 1944-1945′, una colección de los poemas de Cayrol en Gusen fue publicada en 1997.

La figura de Lázaro aparece varias veces en el trabajo de Cayrol. Habiendo escapado él mismo de la muerte, a Cayrol le fascinaba e inspiraba la historia de Lázaro, que volvió de la muerte.

Cayrol se retiró a Burdeos, donde murió a la edad de 93 años.

Dulce asombro de estar tan cerca de nosotros
La vieja luna felina sobre su rostro alterado
Fiel a la cita las mejillas en fuego
Con la esperanza de ser reconocida por las hierbas y por los locos
En un país impaciente levantando la tierra ya azul
Una carta todavía en la mano
«a quién dársela, dios mío, a quién dársela».
Apenas liberada de nuestro amor, a penas esclarecida por la sangre
Pidiendo su camino en lágrimas los ojos debilitados
Toda sorpresa por el silencio que regresa sobre su frente.
Un niño está de pie, que la saluda.
Está ahí y no se marcha.

Traducción de Francisco Conde Soto

«Douce étonée d’ête si près de nous
le vieille lune féline sur son visage altéré
fidèle au rendez-vous les joues en feu
dans l’espoir d’être reconnue par les herbes etpar les fous
d’un pas impatient soulevant le terre déjà bleue
ne lettere encore à la main
“à qui la donner Mon Dieu à qui la donner”.
A peine délivrée de notre amour à peine éclairée par le sang
demandant son chemin en larmes les yeux baissés
toute surprise par le silence qui revient sur son front
un enfant est là debout qui la salue c’est la guerre qui se’n va»

Noche y niebla (fragmento)

«Todas las puertas. Los deportados miran sin comprender. ¿Serán liberados? ¿La vida cotidiana los aceptará? ‘Yo no soy responsable’, dice el subalterno. ‘Yo no soy responsable’, dice el oficial. ‘Yo no soy responsable’. ¿Entonces quién es responsable? «Mientras les hablo el agua fría de las mareas cubre las ruinas, así como un agua fría y opaca lo hace con nuestra mala memoria. La guerra es un suspiro, un ojo siempre abierto. El pasto, siempre fiel, ha regresado sobre los patios de armas, alrededor de los galpones. Un poblado abandonado pero aún lleno de amenazas. Los crematorios están fuera de uso, los trucos nazis son ya anticuados. Fueron nueve millones de muertos los que quedaron en estas tierras. ¿Quién, de entre nosotros, va a avisarnos desde este extraño observatorio la llegada de las nuevas instituciones? ¿Realmente difieren de nosotros? En alguna parte, entre nosotros, quedan aún sargentos, jefes recuperados, soplones, delatores anónimos, y también aquellos que no creían en esto, o sólo de vez en cuando. Y los vencedores que, sinceramente, miran como si el viejo monstruo de la concentración hubiera muerto bajo los escombros. Y que al ver como se alejan estas imágenes recuperan la esperanza, como si fueran convalecientes de esta peste de concentración. Al contemplar estas ruinas, nosotros creemos sinceramente que en ellas yace enterrada para siempre la locura racial, nosotros que vemos desvanecerse esta imagen y hacemos como si alentáramos nuevas esperanzas, como si de verdad creyéramos que todo esto perteneciese sólo a una época y a un país, nosotros que pasamos por alto las cosas que nos rodean y que no oímos el grito que no calla.»

Coquelicot…

Coquelicot essoufflé
dans les mains tu crains
la chaleur des plaies.

Coquelicot toujours refusé,
toujours battu.
Ô qu’as-tu fait
du blé tout nu
du grain mangé,

ne rougis pas.

Coquelicot, je ne t’ai plus
quand brûle l’hiver
sur mes pas
coquelicot tout cru.

Fleur, mon écho,
vite, un verre de vin ;
finis les bécots,
sont froides mes mains.

Écrit sur le mur

J’appartiens au silence
à l’ombre de ma voix
aux murs nus de la Foi
au pain dur de la France.

J’appartiens au retour
à la porte fermée
Qui frappe dans la cour
qui fredonne la paix ?

L’aube nourrit la terre
à la source du feu
J’appartiens au ciel bleu
qui souffre sur la pierre.

Paroles en l’air

Je ne me souviens plus
si nous sommes vivants

Je ne me souviens plus
si le vent va durer

Je ne sais plus très bien où
j’ai mis ma mémoire

Je ne sais plus très bien
si je fuis
où je fuis

L’arbre se meurt
avec les oiseaux de l’oubli

Le soleil mord sa poussière
et c’est la nuit

Je détourne de mon chemin
qui me parle du temps

Le silence appelle mes frères d’autrefois
et la soie du ciel bleu
craque entre mes doigts pâlis

J’avais l’histoire à raconter, vivant,
Raconte-moi, veux-tu, si je suis ton histoire
Allumez-vous douces lueurs de l’avenir.