Ensayo

Salvar al poeta Novás

Tu invicto ser, tu ser sacrificado
arda en lumbre más nueva cuando mire
tu espíritu a las tinieblas, destronado.

Raúl Hernández Novás

Hay ciertos actos humanos que poseen para nosotros eso que Jorge Luis Borges llamaría “encantos de lo patético”1. Son aquellos que confiesan nuestra desesperación ante la imposibilidad de fundar la claridad del mundo y someterlo bajo el rigor lógico y moral de la razón, o de poner orden en el cajón intranquilo de nuestra conciencia, saciar el deseo, acallar sus voces. La autoaniquilación de sí mismo, el suicidio, es uno de estos actos.

Si confiamos en las intuiciones de Julio Cortázar, el suicidio va acompañado siempre de una sensación de precipitación, de “saturación de realidad” 2; y sería, según reflexiona Albert Camus, el testimonio de nuestro fracaso en la tentativa de seguir otorgándole un sentido a la vida3.

Pero este comportamiento extremo —con que la voluntad de todos modos se afirma gritando “no más” al duelo perpetuo contra las asechanzas de la muerte—, en algunos seres parece ejecutarse no solo por impulso o frenética solución a la angustia. En ellos se combina, cruelmente, un aura de trágica predestinación desde el instante mismo de su concepción, o del nacimiento, con la insidiosa acumulación de sucesos y entornos adversos a lo largo de la vida; y la decisión postrera impresiona irse gestando ya, desde antes, al emerger en palabras y acciones.

“Un acto como éste se prepara en el silencio del corazón, lo mismo que una gran obra”, señala Camus en El mito de Sísifo 4, seducido por la dimensión heroica que adquiere el suicidio en estos casos donde creemos hallarnos enfrente de una expresión totalizadora de la precariedad de la condición humana.

Así fue la trayectoria de Raúl Hernández Novás, quien el 12 de junio de 1993, de un pistoletazo en la sien, enviara por mano propia a yacer bajo lápida su humanidad desgastada en la batalla de la existencia; y cuyo costado de poeta, refugio y alternativa a las agonías del hombre, había previsto años atrás su destino en estos versos: Yo pronto moriré; yo me iré pronto./Es una idea que he tenido siempre./Este junio tal vez será diciembre./Sobre la cuerda no haré más el Tonto5.

Casos como el suyo suelen ser cubiertos por nuestro afán simbolizador con las sublimes vestiduras del mártir; y los asentamos en un panteón privilegiado de la memoria dedicado a los de su estirpe, junto a los restos de otros agónicos ilustres que le precedieron. En la despedida de duelo a Novás, Roberto Fernández Retamar exclamaría: “Sólo con Casal es dable comparar al ser de excepción, tempranamente desaparecido, cuyos restos hemos inhumado esta tarde. Haber tenido el privilegio y la angustia no sólo de admirarlo y quererlo, sino de convivir con él, nos permitió conocer desde dentro cómo debió haber sido el alma atormentada, bondadosa y exquisita de Casal”6.

También concitan nuestra proverbial inclinación por lo misterioso, y predisponen a la encuesta para hacernos de la llave del enigma: ¿Por qué se suicidó Raúl? Casi todos los acercamientos a su figura tienen esta pregunta clavada en su centro, que atrae como un poderoso hueco negro gran parte de las energías dedicadas por aquellos que han decidido sacarlo de las tibias sombras, de ese semianonimato fructífero, en el que Novás prefirió cobijarse.

No faltan entonces interpretaciones sobre sus vínculos familiares con deslizamientos hacia el psicoanálisis, revelaciones sobre su anatomía deficiente y los desequilibrios de su psiquis o sus infortunios amorosos, y la descarga de culpas hacia el contexto difícil de los 90 en que se produjo la muerte. Y, de una manera omnipresente, la obsesión por trazar líneas rectas que vayan de su vida a sus creaciones, por fundir en uno al sujeto lírico y al hombre real7; enganchados al anzuelo lanzado por el propio Raúl en declaraciones públicas y en varios de sus poemas8.

Absortos en la construcción del icono o la develación del misterio que le rodea, se me antoja que hemos dejado, sin embargo, a media luz, lo que más debía importarnos de R.H.N. O sea, el hecho incuestionable de que desde sus primeros libros (Da Capo, Enigma de las aguas, Embajador en el horizonte), publicados a comienzos de la década del 80, demostró ser una personalidad poética única en su tipo en Cuba durante toda la segunda mitad del siglo XX. No existe otro ejemplo como él, de alguien con tanta capacidad de asimilar las formas de la tradición y las de su entorno epocal, y a la vez renovar, buscar nuevas rutas, siendo, simplemente, fiel a su sino y sus preferencias. Nadie pudo llegar a dividir su voz en tantos tonos, que van desde el lírico hasta el paródico; ni multiplicar el eco de tan variadas influencias, que incluyen el romanticismo, el modernismo, la vanguardia origenista, e incluso prefigurar las manías intertextuales de la posmodernidad; o practicar magistralmente modos poéticos tan divergentes como el soneto, la décima y el verso libre.

Cuando, en 1983, Novás afirma que “la poesía tiene que cantar, no solo conversar”9, ya marca las diferencias respecto al hábito predominante de la poesía conversacional, anticipando la ruptura que ahondarían las generaciones de finales del 80 y los 90. Si sus versos nos retornan a Casal, Vallejo o Martí, lo hacen de manera muy personal, reclamando el suspiro de la belleza al que la poesía debe siempre intentar reconducirse porque le es consustancial.

Tampoco es fácil encontrar entre nosotros quien logre alcanzar, en este período, semejante profundidad en la reflexión existencial (cuando el naufragio ha cortado los hilos, la ruta/ se pierde en tu corazón, y ya no puedes descansar10); en la enunciación del amor (yo te amo como las anclas se deshacen/ bajo el más oscuro río/ o en la frente de arena que imita una tarde/grácil como la estatua del viento en la sal de sus átomos11); en la indagación cosmogónica (Al comienzo de todo, fue sembrado el árbol./ Al comienzo de todo lo que no tiene comienzo, el árbol fue regado por la lluvia y la sangre./ Y los vientos marinos y los vientos de tierra lucharon con el árbol./ Pero aún sigue el árbol guardando las fronteras del desierto12); y la preocupación metafísica (¿Quién alza el mundo en sus manos? ¿Quién mueve los hilos?/ Pálido engaño del niño, que cree que es un rey mago quien prodiga los dones13).

Pálidas resultan la mayoría de las piezas que han escogido explorar las posibilidades intertextuales en nuestro medio si se les compara con la “inmensa, avasalladora, envolvente intertextualidad” del poema de R.H.N Sobre el nido del cuco, cuyo referente central es el filme norteamericano One Flew over the Cuckoo’s Nest y alrededor del cual acumula “un verdadero centón, en cierto sentido, palimpsesto de transposiciones, ya no sólo textuales, sino orales, musicales, cinematográficas, vivenciales (psíquicas, oníricas, sub o inconscientes) y contextuales” 14.

Apuesto entonces por restituir la frase de Paul Valery que Borges citaba en La flor de Coleridge, sobre que “la historia de la literatura no debería ser la historia de los autores y de los accidentes de su carrera”, contrario a lo que argumenta Caridad Tamayo Fernández en “Raúl Hernández Novás o los enigmas de un equilibrista”15. Aunque fuera, apenas, con la intención de desviar la atención enfocada sobre la biografía frágil del hombre, para dirigirla hacia los aciertos inmortales de su poesía; tal como ella misma exhortara al final de su, por demás, excelente ensayo: “Lo que cuenta ahora no es lo necesaria que fue esta poesía para su autor, sino lo imprescindible que resulta para nosotros por su calidad, por la huella que deja.”

Lo que propongo es concentrar, a partir de este momento, los esfuerzos hermenéuticos sobre la producción del poeta, en aras de entregar carne y sustancia para que se haga valer la profecía enunciada en el prólogo a la antología Amnios. Ahí Jorge Luis Arcos afirma rotundo que “Raúl Hernández Novás encarnará uno de esos poetas que se hacen imprescindibles —precisamente por su furiosa e intensa singularidad— para la tradición poética universal”16.

Aceptemos, de una vez por todas, que nada pudimos hacer por el hombre. Es presumible, incluso, que él no precisara eso de nosotros, convencido como lo estaba de ser un ángel vestido por siempre de crepúsculo17. Dejémosle cantando a solas este epigrama a su ambigua gloria: Llegó a la cima del paraíso, /y nadie lo esperaba. /Claro en el manto de su sombra, /volvió la espalda18. Y hagamos ahora aquello que le debemos en realidad, que es alargar la vida de su poesía.

NOTAS Y REFERENCIAS:

1. Jorge Luis Borges: “El escritor argentino y su tradición”, Páginas Escogidas, Casa de las Américas, La Habana, 1983, p. 127.

2. Julio Cortázar: Rayuela, Edit. Alfaguara, México D.F., 1992, p. 187.

3. Albert Camus: El mito de Sísifo, Edit. Losada, Buenos Aires, Argentina, 1953, p. 15.

4. Albert Camus: Op. Cit., p. 14.

5. R.H.N: “Riesgos del equilibrista”, Amnios, Ediciones Ateneo, Fondo de desarrollo de la educación y la cultura, La Habana, 1998, p. 305. Según Jorge Luis Arcos, en el prólogo (“Raúl Hernández Novás: La mirada tras el velo del amnios”, p. 7-18) a esta antología, el poema debió escribirse entre los años 1982 y 1985 aunque no apareciera publicado hasta 1991, en Sonetos a Gelsomina, Ediciones Unión, La Habana.

6. Roberto Fernández Retamar: “Raúl en su Cuba y en su noche”, revista Casa de las Américas 191, 1993, p.167.

7. Tanto en la indagación sobre las circunstancias de la vida del poeta, como en el trazado de paralelos entre su biografía y su obra, son paradigmáticos dos textos: el mencionado prólogo de Jorge Luis Arcos a la antología Amnios, y “Raúl Hernández Novás o los riesgos de un equilibrista”, de Caridad Tamayo Fernández (Revista Casa de las Américas 226, 2002).

8. “Uno de los riesgos que yo veo en mi propia poesía es su carácter confesional”, diría R.H.N en una entrevista concedida a J. L. Arcos (“Raúl Hernández Novás: Roto el velo del amnios”, Casa de las Américas 192, 1993). En el poema “Eso tú eres” (Amnios, p. 196) introduce este verso donde se desdobla entre el poeta y el hombre que vive: Tú alientas en el fondo, yo te escribo.

9. Bernardo Marques Ravelo: “No soy un poeta hermético. Entrevista a Raúl Hernández Novás”, El Caimán Barbudo, enero, 1983.

10. R.H.N: Amnios, Edit. Cit., pag 83.

11. Op. Cit., pag 166.

12. Op. Cit., pag 35.

13. Op. Cit., pag 22.

14. J.L. Arcos: “El cosmos intertextual de ‘Sobre el nido del cuco’ de Raúl Hernández Novás”, Unión, No. 43, La Habana.

15. En el ensayo citado (Nota 7), Caridad Tamayo proponía, por el contrario, que “a despecho de la conocida idea de Valéry (…) intentemos recorrer el camino que va de la vida a la obra de R.H.N., y a la inversa”.

16. J. L. Arcos: Op. Cit, p.18.

17. Amnios, pag 165.

18. Op. Cit., pag 172.

Rafael Grillo. (La Habana, 1970). Escritor y periodista.

Rafael Grillo (La Habana, 1970): Escritor y periodista. Jefe de Redacción de la revista El Caimán Barbudo y fundador de la web literaria Isliada. Licenciado en Psicología y Diplomado en Periodismo. Imparte cursos de técnicas narrativas en la Universidad de La Habana y otras instituciones. Ha publicado las novelas Historias del Abecedario y Asesinos ilustrados (Premio Luis Rogelio Nogueras 2009), los libros de ensayo Ecos en el laberinto y La revancha de Sísifo y el volumen de crónicas Las armas y el oficio (Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara 2008). Incluido en numerosas antologías; las más recientes: El silencio de los cristales. Cuentos sobre la emigración cubana; Tres toques mágicos. Antología de la minificción cubana y Island in the Ligth / Isla en la luz (bilingüe, publicado por The Jorge Pérez Foundation, Miami). Como antologador participó en L@s nuev@s caníbales. Antología del microcuento del Caribe Hispano (2015) y es el responsable de la “Trilogía de las Islas” conformada por Isla en negro. Historias de crimen y enigma (2014); Isla en rojo. Historias cubanas de vampiros y otras criaturas letales (2016); Isla en rosa. Historias cubanas del amor y sus desdichas (2016). En 2018 recibió con Isla en rojo el Premio del Lector, que se entrega a los libros más leídos del año. En 2020 participó en la novela colectiva Mirar, sufrir, gozar… La Habana y vio la luz su volumen de relatos Revolicuento.com.